Señor has escogido a tus sacerdotes, entre millones de hombres, como dice tu Palabra:
“Lo necio del mundo lo ha escogido Dios para humillar a los sabios, y lo débil del mundo lo ha escogido Dios para humillar lo poderoso. Aún más, ha escogido la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta, para anular a lo que cuenta” (1 Cor 1 27-29).
«Todos los cristianos podemos y debemos ser ¡el mismo Cristo! Pero en el sacerdote esto se da inmediatamente.
«Por el sacramento del Orden el sacerdote es capacitado para prestarte a ti, Señor, la voz, las manos, todo su ser; eres tú, Jesús, quien en la Eucaristía, con las palabras de la Consagración, cambia la sustancia del pan y del vino en tu Cuerpo, tu Alma, tu Sangre y tu Divinidad». «En esto se fundamenta la incomparable dignidad del sacerdote.
La consagración de su persona ha tenido lugar de un modo irreversible:
- Sacerdote para siempre, para siempre, para siempre...
- ¡Qué venerables son las manos del sacerdote!; ¡Qué función tan gozosa!;
- El sacerdote, después de Dios, es «Dios en la tierra».
"Si desapareciese el sacramento del Orden, no tendríamos al Señor. ¿Quién lo ha puesto en el sagrario? El sacerdote. ¿Quién ha recibido vuestra alma apenas nacidos? El sacerdote. ¿Quién la nutre para que pueda terminar su peregrinación? El sacerdote. ¿Quién la preparará para comparecer ante Dios, lavándola por última vez en la sangre de Jesucristo? El sacerdote, siempre el sacerdote. Y si esta alma llegase a morir [a causa del pecado], ¿quién la resucitará y le dará el descanso y la paz? También el sacerdote... ¡Después de Dios, el sacerdote lo es todo!... Él mismo sólo lo entenderá en el cielo".
Estas afirmaciones, pueden parecer exageradas, sin embargo, revelan la altísima consideración del sacramento del sacerdocio.
"Si comprendiéramos bien lo que representa un sacerdote sobre la tierra, moriríamos: no de pavor, sino de amor... Sin el sacerdote, la muerte y la pasión de Nuestro Señor no servirían de nada. El sacerdote continúa la obra de la redención sobre la tierra... ¿De qué nos serviría una casa llena de oro si no hubiera nadie que nos abriera la puerta? El sacerdote tiene la llave de los tesoros del cielo: él es quien abre la puerta; es el administrador del buen Dios; el administrador de sus bienes... Dejad una parroquia veinte años sin sacerdote y adorarán a las bestias... El sacerdote no es sacerdote para sí mismo, sino para nosotros"
Adoración al Santísimo que tuvo lugar el jueves 17 de mayo de 2018 en la Parroquia Nuestra Señora de África, de Madrid, sita en C/Algorta, nº 14 (metro entre Urgel y Oporto)
Comentarios