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Comentarios
Con razón es anónimo
El marxismo no puede ser ecológico porque concibe al hombre como mera materia en movimiento y, en consecuencia, explica la relación del ser humano con los restantes elementos del mundo físico en términos o bien de confrontación o bien de dominio e instrumentalización, glorificando así el poder absoluto de la técnica. El marxismo reduce al propio hombre a una herramienta de unas fuerzas ciegas históricas, como un engranaje o una molécula. ¿Cómo tratará entonces la relación del hombre con la naturaleza y con otros seres vivos? Pues de forma similar. Una cosmovisión que cosifica al ser humano identificándolo de forma preestablecida y determinista con grupos sociales en enfrentamiento incesante (lucha de clases), como si fuéramos organismos darwinistas o manadas de animales, difícilmente va a propiciar la actitud no meramente activa sino también contemplativa ante la naturaleza, de integración y reconciliación con ella (y no de simple enfrentamiento o manipulación), definitoria de un posicionamiento ecológico. Por eso los regímenes comunistas han exaltado siempre el progreso técnico y la dominación de la naturaleza, más allá de lo sensato y sin ningún tipo de preocupación medioambiental, siguiendo un culto a la máquina y la industria parejo al practicado por ese capitalismo salvaje que tanto critican. Las numerosas salvajadas ecológicas cometidas por países como la URSS o la China comunista no son casuales. Son resultado directo del brutal materialismo de la cosmovisión marxista.