Nos sorprende el relato del encuentro de Jesús con una mujer extranjera, pues no parece él mismo. Siempre vemos a Jesús aceptando a los excluidos: toca a los enfermos, habla y trata como iguales a las mujeres, come con publicanos. Pero con ésta mujer, Jesús titubea, la rechaza al inicio y, finalmente, reconoce y aprende de la enorme fe demostrada por ella. ¿Podemos aceptar a quienes están excluidos sin titubear, sin temor alguno?
A pesar de que hemos avanzado en el reconocimiento o la aceptación de personas, quedan grupos que seguimos excluyendo. Es el caso de la homosexualidad: se señala, se reprueba en secreto o en público, se juzga, a quienes son homosexuales, generando un rechazo a esas personas.
Y, con Jesús, aprendemos de su aprendizaje: él mismo no logra aceptar de inmediato a ésta mujer, no se da cuenta que ella está también incluida en el mundo que Dios sueña, pero logra reconocer que ella tiene razón, que la insistencia de ésta mujer conlleva una enorme dignidad en su reclamo de ayuda: ella es una mujer, es extranjera, pero es una madre como lo son todas las madres del mundo, que luchará hasta el final para ayudar a su hija enferma.
Siempre hay otras fronteras que superar en el camino de aceptar a toda la gente, a toda. Jesús nos enseña a caminar en esa dirección.
Predicación basada en el evangelio de Mateo 15:21-28, Barcelona, domingo 14 de agosto de 2011.
Comentarios
¡Muchas Gracias!
esta palabra esta re buena!!!