Aprovechando su paso por Barcelona para participar en un seminario sobre antimilitarismo, entrevistamos a Lexys, compañera del periódico El Libertario y colaboradora de la asociación Provea que trabaja endefensa de los derechos humanos allí en su país, Venezuela. La compañera viene a hablarnos sobre la creciente militarización que está desarrollándose en Sudamérica en los últimos treinta años y que tiene una estrecha relación con la implantación de un plan para el control de los recursos en todo el continente, el llamado plan IRSA.
El panoramo político y los grandes escenarios internacionales han cambiado mucho en los últimos treinta años. Atrás quedaron la Guerra Fría y las sangrientas dictaduras de Chile, Argentina y Brasil. Pero el clima de militarización no ha cesado sino más bien se ha ido adaptando a las necesidades de los tiempos. Rusia vende hoy más armas que la antigua URSS y ya supera en venta de sumisntros armamentísticos a EEUU dentro del continente sudamericano. La nueva democracia chilena destina de manera invariable un porcentaje de la extrancción de cobre, su gran industria, a la compra-venta de armas, por no hablar de Colombia aliada tradicional de EEUU y que alberga varias bases estadounidenses dentro de su territorio.
Lexys explica la lógica que sigue este proceso. “Las previsiones de escasez de agua, alimentos y recursos natunareles en general para los próximos años, hacen que los grandes capitalistas fijen sus ojos en Sudamérica, donde hay de todo y en abundancia.” La cosa no viene de nueva pues ya sabemos que los señores capitalistas son muy previsores; ya se intentó en su momento configurar un gran plan sobre el control, la explotación y la distribución de recursos dirigido desde EEUU, para ampliar su influencia en el sur y que se llamó entonces plan ALCA. “Este plan tuvo un enorme rechazo y se consiguió echar atrás después de muchas luchas y movilizaciones por la pérdida de autonomía en los territorios y los daños al medio ambiente que suponía.” Se trataba de la creación de un sistema de redes desde Bolivia hasta el Caribe, una expoliación en toda regla que no incluía entonces, eso sí, las energías.
Hasta ahora las multinacionales se instalaban en los países y ponían las infraestructuras necesarias para la explotación y el transporte de los recursos; a cambio pagaban al gobierno correspondiente una cantidad por los servicios prestados y la manga ancha consentida. “Con el nuevo plan IRSA, todo esto cambia. La propuesta es que los estados participen y se fusionen con las multinacionales formando lo que se llama empresas mixtas. En ellas el estado tiene un control del 51% de las acciones quedando el resto en manos privadas; así las multinacionales pasan de ser contratistas a ser dueñas en un 49% del negocio”. También de este modo el estado participa directamente en el negocio, ha cambio eso sí, el gobierno debe garantizar el orden y la seguridad en los territorios y es ahí donde entra toda la trama armamentística.
Entonces los estados comienzan a moverse también en materia de leyes para adptarse a las nuevas condiciones del negocio. Por ejemplo en Venezuela: “Son leyes de control como la que restringe en algunos territorios y zonas de explotación de recursos, del derecho a minifestación o protesta bajo pena de atentar contra los bienes de la nación. O la creación de milicias populares, en una clara intención de militarizar la sociedad, en prevecnión de una hipotética invasión estadounidene. Y es que ante el declive de la economía yanky y en vistas de la emergencia de la sudamericana, en particular la brasileña, el plan IRSA pretende ser una fuerte apuesta por la unidad y la autonomía de Sudamérica frente a sus vecinos del norte. “Brasil, muy militarizado y que ya vende armas a Reino Unido o Irak, está llamado a ser el gran hermano en Sudamérica y aspira a tener voz y voto en la ONU.”
Así el plan IRSA que lleva gestándose desde el año 2000, construirá carreteras, abrirá vías de comunicación por mar y aire por todo el continente y se encargará, ahora sí, del control de las energías; el carbón, el gas, el petróleo. “Para crear una resistencia ante esta clase de macroplanes es importante hacer ver que nos afecta a todos los sudamericanos. Muchas veces hay problemas locales como en las minas de Perijaco, o conflictos como el de la carretera que el presidente Morales quiere abrir en Bolivia, que a pesar de la distancia están directamente relacionados. Son conflictos que responden a una misma lógica global que hemos de ser capaces de ver y comprender para combatirlos conjuntamente porque si no las luchas no se conocen y la gente queda indefensa. Las pequeñas luchas locales deben estar unidas para poder ser más efectivas.”
Lexys también confirma como los medios de comunicación son una herramienta más de control y represión en toda esta macroestructura. “Hoy en día hablar de sociedad sin hablar de los medios no tiene sentido. Es desde donde se nos dice de qué se habla y de qué no, determinan cómo se representa la realidad. También ahí llegan los grandes capitalistas, asesorando a los gobiernos con los que hacen negocios, en sus discursos y movimientos políticos.”
En Venezuela los medios han contibuido a la profunda bipolarización de la sociedad que es uno de sus mayores males, según nos cuenta la compañera. Aun así, a pesar de las contínuas campañas de los medios contra el presidente en los últimos refe?endums, el pueblo ejerce su derecho libremente. “Cuando se planteó el referéndum para aprovar las empresas mixtas en 2007, éste se rechazó porque aunque había cosas que a la gente le parecían bien, las medidas debían aprovarse en bloque, se votaba sí o no. Al existir un transfondo poco claro la gente lo rechazó. Esta fuerza no se tenía antes.” También se demonizó al presidente desde los medios de la oposición en el último referéndum para aprovar la reelección indefinida. “Yo no voto, tengo mis ideas libertarias, pero me parece que la gente puede votar a quién quiera las veces que le dé la gana.”
Hablando del aumento del militarismo en Sudamérica, preguntamos a la compañera por cómo se vive en un país tan fuertemente militarizado como el suyo. “Venuezuela es un país con una histórica tradición y una cultura política claramente militarista. El pueblo siempre se ha relacionado con el poder mediante sus caudillos. Sucede además que, al contraio que lo que pueda ocurrir en otros países que han tenido dictaduras feroces, los militares son muy bien vistos. Están integrados en todas las esferas de la sociedad y provienen en su mayoría de las clases más humildes, donde la carrera militar se ve como una posibilidad con futuro.” Como todos saben, el mismo presidente Chaves es militar. “Chaves supuso una ruptura con todo lo anterior. La gente tiene una relación emotiva con el presidente, que los toca, los besa, los abraza, lo ven como alguien cercano. La gente siente que tiene voz, que Chavez habla de ellos, volver al pasado significa volver a quedar invisibilizado.”
A pesar de esa fuerte polarización de la sociedad y de sus particulares problemas como los que existen en cualquier cultural, Lexys ve a los venezolanos y venezolanas “como gente muy afectuosa, menos individualista y muy social, con una gran preocupación por la comunidad y por los espacios.” “Somos así y a veces sabemos reconocer esto debajo de los enfrentamientos políticos. Yo diría que existe hoy una gran esperanza en Venezuela por el futuro, es ese fervor por el proceso bolivarano que no se sabe muy bien a dónde va ni lo que puede durar pero que mantiene a la gente activa y con ganas de construir.”
Comentarios
esto se tendria que difundir en otros mdios para que los pueblos se enteren ya gracias desde uruguay