Obispo:Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, S.D.B. (n. Tegucigalpa, 29 de diciembre de 1942), es un cardenal hondureño de la Iglesia católica y arzobispo de Tegucigalpa. A la muerte de Juan Pablo II fue citado como uno de sus posibles sucesores en el solio pontificio Cardenal Oscar Rodríguez Madariaga
Obispo de Tegucigalpa (Honduras)
Marco en el que tuvo lugar la grabación: JMJ: Madrid 2011. Catequesis de los Obispos. Parroquia de Nuestra Señora de Europa.
Resumen de la Catequesis:
Comenzó la Catequesis señalando que estábamos allí para escuchar una llamada y que era mejor hacerlo cantando. El mismo enseñó la letra y comenzó el canto, apoyado por un grupo de hondureños.
En primer lugar, al hilo del canto, recalcó que los dones no son para esconderlos, que todos hemos recibido algún don, un regalo de Dios y que, ese regalo, es para servir.
Luego mostró la vida como una construcción, algo costoso, que se prolonga en el tiempo y que, para ser sólida, ha de asentarse en Cristo.
La primera pregunta que es preciso hacerse es si estamos arraigados.
¿Cómo están los cimientos?
Admitió que la fe no es fácil porque exige contrastarla con un mundo que ha decidido olvidarse de Dios. Y advirtió que, cuando se priva a la sociedad de Dios, se edifican otros altares, la vida no se vive como un don sino que se arrastra y, el ser humano, al perder su referencia a Dios, pierde su dimensión moral y camina desorientado.
Para combatir esta desorientación dijo que existe un GPS, que como todo GPS, para funcionar tiene que sintonizar con tres satélites y que si se cae uno se desorienta.
El primer satélite del GPS de la vida espiritual es la Palabra de Dios, que es lámpara para nuestros pasos y no puede ser un adorno. Amamos la Palabra de Dios y la Palabra de Dios nos dice que el Señor es la roca sobre la que hay que construir. Tenemos que volver a la Lectio Divina, la lectura orante de la Palabra de Dios. Siguiendo en este punto dio a conocer una iniciativa para facilitar la Lectio Divina en Internet: “lectionautas”.
El segundo satélite del GPS de la vida espiritual es el Pan de Vida. Cada vez que celebramos la Eucaristía nos alimentamos del Pan de la Palabra y del Pan Eucarístico. No podemos estar firmes en la fe sin no nos alimentamos. Cuando dejamos de participar en la Eucaristía nos ocurre como a las personas con anemia que nos debilitamos y, cuando nos queremos dar cuenta, ya no tiene remedio. Afirmó: “No podemos decir que estamos firmes en la fe si no nos alimentamos”.
El tercer satélite para encontrar las coordenadas en la vida espiritual es la Estrella del Mar: María. Ella es la puerta por la que entró Jesús al mundo y ella es la que nos dice: “Hacer lo que el os diga”.
Luego reflexionó sobre Cristo como prototipo de hombre y puso de manifiesto que a la JMJ no se ha venido a un happening sino al encuentro con Cristo y con los hermanos.
Habló bellamente de la Iglesia. Dijo que cuando nos muestra a Cristo nos muestra a nosotros mismos. No podemos obviar las preguntas ¿Quién soy yo? ¿Para qué vivo? Si creemos en Dios encontramos razones para vivir, para la alegría, para la paz interior.
También habló de la felicidad. Afirmó que no se encuentra buscando sino haciendo felices a los demás.
El Señor está llamando a nuestra puerta. Está llamando en la JMJ, si se le abrimos comerá cenara con nosotros, esa es la belleza de la Eucaristía.
Pasó a señalar que cuando a la fe se la considera como algo privado, se socava la dignidad, la solidaridad, la familia, porque se niega el tesoro de la fe.
No podemos olvidar que la fe la hemos recibido de nuestros padres y ellos de los suyos. Es como la antorcha de los juegos olímpicos.
Afirmó: es cierto que lo duradero no está de moda, e hizo reflexionar: ¿Cómo asumir compromisos para siempre?. Nos han hecho creer que la fe es algo inútil, pero la fe es un acto humano y no hay oposición entre fe y ciencia. Concluyó señalando: Nos hace falta encontrarnos con Dios personalmente, eso cambia nuestra vida.
Y lanzó dos preguntas: La primera: ¿Cómo está nuestra antorcha? ¿Cómo está la fe? La otra, en la que puso un gran énfasis e implicó al auditorio: “¿Serán capaces de transmitir la fe?”.
Acabó como empezó, con un canto: “Apóstol incansable misionero de Jesus Pablo de Tarso queremos ser como tú”.
Como resumen: La catequesis fue un vibrante canto a la Palabra de Dios y a la Eucaristía, como constructoras y alimento del creyente y de la comunidad que es la Iglesia; y una llamada a arraigarnos en la fe y a vivirla desde la Palabra, desde la Eucaristía y mirando a María, la estrella del mar, para ser apóstoles, capaces de transmitir la fe recibida, dando aquellos dones que hemos recibido.
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