En Julio de 1.958, en Madrid se cometieron cuatro asesinatos que consternaron a toda la población. Lo que en un principio parecía un caos, el equipo de la Brigada de Investigación Criminal (B.I.C), con Antonio Viqueira al mando, tardó un día en resolverlo. ¿Qué pasó?, ¿Cómo fue?, ¿Por qué ocurrió?, ¿Cómo descubrieron al asesino?.
José Maria Jarabo Pérez Morris provenía de una familia adinerada, durante la Guerra Civil presenció actos tan horrorosos que le marcaron para toda la vida. Su familia huyó a Sudamérica dónde se quedó. Jarabo (o doctor Martín Valmaseda, o Mendoza o señor Morris) viene a España donde vive a todo tren ya que su madre le envía dinero constantemente que él se gasta en drogas, alcohol y mujeres. En 1.956 conoce a una súbdita inglesa llamada Beryl Martín Jones. Ambos se enamoraron y vivieron una pasión desenfrenada y para poder sufragarla, empeñaron en la casa “Jusfer” un anillo de diamantes de Beryl valorado en treinta mil pesetas pero que por el que sólo le dieron cuatro mil. Pero Beryl volvió con su marido y le pidió la devolución del anillo.
Jarabo fue a la tienda a intentar recuperarlo, pero los dueños, Félix López Robledo y Emilio Fernández Díez, le daban largas y le pidieron una carta de puño y letra de Beryl en la que autorizaba a Jarabo a recuperar su anillo. Pero ni con la carta le devolvieron el anillo. Le chantajeaban y le pidieron cincuenta mil pesetas por la carta y el anillo.
Quedaron el 19 de Julio de 1.958 a las nueve en la tienda, pero Jarabo no apareció. Durante el camino se había cruzado con una mujer atractiva y se fue tras ella. A las nueve y media, Jarabo llegó al edificio de la calle Lope de Rueda, 57, dónde vivía Emilio Fernández. Entró en el portal y llamó a l ascensor, utilizando los codos y las falanges. Llamó al piso de Emilio y le abrió Paulina Ramos, la sirvienta. Se identificó como doctor Martín Valmaseda y amigo del propietario del piso. La sirvienta le hizo pasar y una vez cerrada la puerta Jarabo la agarró por la espalda, le tapó la boca y la llevó a la cocina dónde ella estaba pelando judías, agarró el cuchillo y de un solo golpe se lo clavó en el pecho, partiéndole el corazón. Luego arrastró el cuerpo a la cama de ella. Jarabo esperó y en breves minutos apareció Emilio Fernández. Cuando este llegó se fue directamente al cuarto de baño, al franquear la puerta notó que alguien le sujetaba la chaqueta y acto seguido le descerrajaron un tiro en la nuca.
Jarabo recorre la casa y registra todos los muebles en busca del anillo y la carta. Son las once de la noche. En ese momento Jarabo escucha el llavín en la puerta principal, es la esposa de Emilio, Amparo Alonso Bravo. Una vez dentro llaman a la puerta, es el portero que viene a recoger la basura, ella se extraña de que Paulina no esté y le entrega ella misma la basura. Cuando entra al salón se encuentra con un desconocido sentado en el sofá que se levanta para saludarla. Se presenta como un Inspector de Hacienda que acaba de detener al marido de Amparo, ella pregunta por la criada y Jarabo la contesta diciendo que dos compañeros suyos se han llevado a Paulina y a Emilio para interrogarlos. Ella le observa detenidamente y observa unas manchas oscuras en la ropa del desconocido. Siente pánico y corre a refugiarse en su habitación. No puede gritar, el miedo la oprime la garganta. Jarabo la sigue de cerca y la encuentra en su habitación, caída a los pies de la cama. Llorando. Implorando por el hijo que lleva en su vientre. Jarabo la dispara a la sien.
Acto seguido Jarabo va al salón, se sirve un trago y luego va al baño a asearse ya que descubre que tiene manchas de sangre en sus ropas. Tapa el cuerpo de Emilio con una toalla que enseguida se empapa de sangre, Sobre el cadáver de Amparo arroja un edredón. Luego va al cuarto de Paulina y prepara la escena como si esta hubiera sido violada. Pero le tapa la cara con un almohadón. Se dirige al cuarto de los esposos y coge una camisa de Emilio ya que la suya está imposible de sangre. Arroja su camisa al suelo, que luego sería encontrada por los inspectores en la inspección ocular. Tras descansar un rato se le ocurrió una idea para despistar a los sabuesos de la Policía, sacó dos copas del mueble bar, se pintó los labios y dejó la huella en una de las copas, para dar la impresión de que se celebró una fiesta íntima que terminó con tres cadáveres. Pasa la noche con los muertos y revisa de nuevo la escena para borrar las posibles huellas. Salió de la casa a las nueve de la mañana, desayunó y pasó el resto del día drogándose y bebiendo.
A las tres de la tarde llama a Ángeles Mayoral, novia de Félix y pregunta por él identificándose como Morris, ella le contesta que no está, entonces él la dice que cuando le vea le diga que ha llamado el señor Morris que no pudo acudir a la cita. Acto seguido, siente la necesidad de justificarse y la dice: "¿Notas algo en mi voz? Es que he estado de borrachera y todavía me dura la juerga". Y cuelga.
A primera hora del Lunes 21 de Julio se dirige a la tienda Jusfer, la abre con las llaves que le ha robado a Emilio y espera dentro a Félix López Robledo, cuando entra este en la tienda, Jarabo le pega dos tiros en la nuca. Le quita la chaqueta al muerto y con ella tapa los bajos de la puerta porque la sangre se escapaba. Tras asesinar a Félix, se dirige al teléfono y llama a Ángeles Mayoral preguntando de nuevo por Félix para hacerla ir a la tienda para matarla también, puesto que era la última persona que quedaba que le podía relacionar con los cuatro crímenes. Ángeles llamó a la tienda y comunicaba, por suerte en vez de acercarse a la tienda, se dirigió a casa del socio de su novio, Emilio Fernández, llamó varias veces y en vista de que nadie abría se dirigió a su casa. Allí recibió la llamada de unos vecinos que le preguntaron que porque la tienda no estaba ya abierta. Entonces fue a la tienda y al abrir se encontró con el cadáver de su amigo. La policía acudió veloz a su llamada.
El inspector Viqueira realizó la inspección ocular de la tienda y después de haber buscado huellas en el teléfono descolgado, lo colgó. A los breves minutos, el aparato volvió a sonar. Debido a la insistencia de los timbrazos el inspector Viqueira lo descolgó. Preguntó tranquilamente quién era y la persona al otro lado se identificó como Morris. Preguntó que le había pasado a Félix que no había cogido el teléfono. Ángeles se puso al teléfono y advertida por Viqueira intentó averiguar el paradero de Morris, pero este colgó atropelladamente. A las cinco de la tarde, el inspector Viqueira se personó, con la debida autorización en el piso de la calle Lope de Rueda dónde se descubrieron los tres cadáveres.
El misterioso “Morris” se convirtió en el primer sospechoso debido alas insistentes llamadas a Ángeles y a que Félix le había dicho a esta que el tal Morris no le gustaba y que sospechaba que llevaba una pistola por que siempre tenía un bulto en la chaqueta. El inspector Viqueira, una vez realizado la inspección ocular en las dos escenas del crimen, observó que debido a la enorme cantidad de sangre, el asesino debía haberse manchado el traje de sangre, ya que sólo apareció una camisa del criminal. Entonces, el equipo de la B.I.C. encargado del caso recorrieron uno a uno todas las tintorerías de Madrid en busca de un traje con manchas de sangre. En la mañana del Martes 22 de Julio de 1.958, el comisario Treviño recibe una llamada de una tintorería de Orense dónde el propietario le informa de que en su establecimiento se personó un hombre con un traje manchado de sangre, este le dijo que había tenido una pelea con unos americanos la noche anterior. El dueño del traje se llamaba señor Morris y el dueño de la tintorería le conocía desde hacía seis años.
Rápidamente se desplazó la unidad de la Brigada a la tintorería de la calle Orense,46 a esperar a que el misterioso señor Morris apareciera. Cuando este entró en la tintorería fue detenido. Durante el interrogatorio, Jarabo, a pesar de haberse declarado culpable (aunque no enseguida, fueron muchas horas de preguntas) contó una versión de los hechos completamente distinta a lo que había ocurrido, buscando una salida para demostrar que no fueron premeditados. Gracias a la inspección ocular de Antonio Viqueira se pudo reconstruir el crimen tal y como ocurrió. Jarabo afirmó que al primero que mató fue a Emilio, que después de haber discutido por el anillo y la carta se dirigieron al cuarto de baño donde le asesinó. Entonces decidió marcharse pero se encontró con la criada que iba en dirección al baño. La sujetó y al ver que ella no dejaba de gritar la golpeó con la culata de la pistola, pero ella seguía gritando y la golpeó reiteradas veces hasta que oyó que alguien entraba y la dejó tirada en el suelo.
Viqueira supo que mató a la criada primero porque utilizó un arma silenciosa, porque los disparos se realizaron en las habitaciones interiores, ya que si hubiera disparado en esa habitación, la detonación hubiera alertado a los vecinos porque estaba cerca de la escalera. Además, Jarabo afirmó que hubo pelea con Emilio de puñetazos, si hubiera sido así habría muebles caídos y no se encontró nada que demostrara que hubo pelea, porque Jarabo no dijo nada de haber colocado los muebles y arreglado los desperfectos.
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