Este año, el Primero de Mayo, día mundial del trabajo, llegó de una manera más bien discreta, sin mucha bulla, y pasó sin demasiados incidentes graves. De hecho, entre los incidentes más notorios se contó el provocado en San Petersburgo, Rusia, por un diputado de esos que son tan homofóbicos que uno llega a sospechar que en realidad quizás sean casos de homosexuales secretos torturados por su secreto.
Este de Moscú fue un tal Vitali Milonov, que juntó una patota de alrededor de 30 otros homófobos como él, tratando de impedir el paso del grupo de defensores de los derechos de la minoría sexual, un grupo inesperadamente grande, varios miles de personas, que participaban del gran desfile del Primero de Mayo llevando pendones y lienzos multicolores.
Muchos temieron que se produjera una trifulca peligrosa, pero la policía se percató a tiempo de la situación, y se llevó a los homofóbicos, incluyendo al furibundo diputado que alegaba estar protegido por su fuero parlamentario.
Pero los policías, con esa cortesía característica de todos los policías del mundo, le respondieron que su fuero no lo autorizaba para andar agrediendo a sus compatriotas, ni tampoco para interrumpir la celebración del Día Mundial del Trabajo, ni menos aún resistirse a la gentil intervención de las fuerzas del orden.
El otro incidente se produjo en la ciudad de Weimar, en Alemania, donde otra pandilla, de fortachos con cascos y manoplas, que se proclamaban Neo Nazis, interrumpió un acto público de la Unión Sindical, en momentos en que hablaba el diputado social demócrata Carsten Schneider.
Tras abordar el escenario, le arrebataron el micrófono al diputado y comenzaron a lanzar proclamas anti sindicales, anti rusas y en alabanza de gobierno de Kiev, Ucrania.
Por supuesto, después de la sorpresa inicial, los trabajadores reaccionaron y se produjo una reyerta descomunal hasta que llegó la policía. Hubo alrededor de 30 lesionados, contusos, ninguno de mucha gravedad, y fueron detenidos 29 de los atacantes neonazis.
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