Son las siete de la tarde, las seis de la tarde en Portugal.
Desde hace algún tiempo, no se sabe bien si en España, los forofos se dedican al periodismo o si los periodistas, no son, más que un atajo de hooligans que, por fin, han salido del armario, y van presumiendo de ello con patético orgullo.
Antes, en el pleistoceno, los periodistas se cuidaban muy mucho de ir enseñando cualquier plumero. La deontología, la dignidad y el decoro, eran más que suficientes, para, sin necesidad de inmolarse en el altar de la objetividad -no olvidemos, que cualquier tiempo pasado, simplemente fue anterior-, pero daba a los diarios y a las radios un cierto aroma más o menos fumable. Hogaño, no, ahora, el que no porta bufanda, es poco menos que un apestado y, como quiera que todas las cabeceras, emisoras de radio y televisión militan, pues ya se sabe, el que no se moja con los míos, inevitablemente es un enemigo. La prensa de Barcelona, siempre vivió su sectarismo, con más o menos, la chulería del pensamiento único, en Madrid se disimulaba con desigual fortuna. Pero desde que el comandante mandó parar, prietas las filas, el forofismo se ha apoderado de todo. Ya todo apesta a bandos, la subjetividad ya no es motivo de vergüenza, antes al contrario. Antes sólo se veía en la prensa futbolera, ahora todo el escalafón está pringado del sectarismo más odioso. No se puede ver ni leer nada, sin tener la sensación de estar leyendo un libelo. Evidentemente todo es Madrid o Barcelona, sus terminales mediáticas nos llevan a gozar de las diferentes gacetillas provincianas. A cuál más infumable. No nos llega siquiera, para acercarnos con algo de ternura. Desde las portadas, todo desprende un inconfundible hedor. Evidentemente que todos se disfrazan de futboleros, aunque todos claman por el vil metal. Esto no es criticable, querer vender más, no es absoluto motivo de desdoro, lo que es vergonzoso es caer hasta límites absurdos y canallescos. O sea, nuestra cruel cotidianeidad.
Claro que hay excepciones, pero para ello tenemos que rebuscar entre las publicaciones mensuales, que, no sólo hablan de épica, liturgia o historia, sino que sacar a pasear algo tan exótico y sospechoso como la literatura u otras artes de relumbrón. Nos acordamos en este punto de Panenka, o de cualquier otro esfuerzo por dignificar algo que la mayoría han convertido ya es un insoportable y sórdido espectáculo.
Nosotros seguimos a lo nuestro, en nuestro oasis lleno de paz, altura de miras y, a la espera de algún comprador de almas en rebajas.
Estamos emitiendo desde Radio Alma, desde el 101.9 de la FM, la frecuencia mediterránea de Bruselas.
Presumíamos de estar saliendo del invierno en las últimas semanas, pero parece que la empresa no nos va a resultar fácil.
Aquí y ahora comienza la centésimo nonagésima tercera emisión de DEPORTE CON ALMA.
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