Juan 10:7-33
(7) Volvió, pues, Jesús a decirles: De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas.
(8) Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron las ovejas.
(9) Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos.
(10) El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.
(11) Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas.
(12) Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa.
(13) Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas.
(14) Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen,
(15) así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.
(16) También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.
(17) Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar.
(18) Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.
(19) Volvió a haber disensión entre los judíos por estas palabras.
(20) Muchos de ellos decían: Demonio tiene, y está fuera de sí; ¿por qué le oís?
(21) Decían otros: Estas palabras no son de endemoniado. ¿Puede acaso el demonio abrir los ojos de los ciegos?
(22) Celebrábase en Jerusalén la fiesta de la dedicación. Era invierno,
(23) y Jesús andaba en el templo por el pórtico de Salomón.
(24) Y le rodearon los judíos y le dijeron: ¿Hasta cuándo nos turbarás el alma? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente.
(25) Jesús les respondió: Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí;
(26) pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho.
(27) Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,
(28) y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.
(29) Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.
(30) Yo y el Padre uno somos.
(31) Entonces los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle.
(32) Jesús les respondió: Muchas buenas obras os he mostrado de mi Padre; ¿por cuál de ellas me apedreáis?
(33) Le respondieron los judíos, diciendo: Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios.
Comentarios