Hechos de los apostoles capitulos 21 y 22
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Hechos 21
21:1 -- Después de separarnos de ellos (los ancianos de Efeso), zarpamos y fuimos con rumbo directo a Cos, y al día siguiente a Rodas, y de allí a Pátara. -- Pablo continúa su viaje hacia Jerusalén, su último viaje a Jerusalén. El y sus compañeros llevaban la ofrenda de varias iglesias para los santos pobres de Jerusalén (1 Cor. 16:1-4; Hech. 20:4).
21:2, 3 -- Y hallando un barco que pasaba a Fenicia, nos embarcamos, y zarpamos. Al avistar Chipre, -- Lucas nos dice (Hech. 11:19) que "los que habían sido esparcidos a causa de la persecución que hubo con motivo de Esteban, pasaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía ... " Seguramente al acercarse a Chipre Pablo le relatara a Lucas los detalles del trabajo de él y Bernabé en esa isla, resultando en la conversión del procónsul Sergio Paulo (13:4-12).
-- dejándola a mano izquierda, navegamos a Siria, y arribamos a Tiro, porque el barco había de descargar allí.
21:4 -- Y hallados los discípulos. -- Pablo escribió a los filipenses, "hermanos míos amados y deseados (añorados), gozo y corona mía" (4:1). Los discípulos de Cristo eran la vida de Pablo y al encontrarse con ellos dio gracias a Dios y cobró aliento (Hech. 28:15). Recuérdese lo que Jesús dijo acerca de Tiro en Mat. 11:21.
-- nos quedamos allí siete días; -- ¡Qué bendición más grande para los hermanos! ¿Qué pensaríamos si Pablo y sus compañeros pudieran estar con nosotros por siete días? No tenemos su presencia física pero sí tenemos la dirección de ellos en las Escrituras.
-- y ellos decían a Pablo por el Espíritu, que no subiese a Jerusalén. -- Compárese 20:22, 23. Lucas no quiere decir que el Espíritu Santo prohibió que Pablo subiera a Jerusalén, sino que por el Espíritu los discípulos sabían que le esperaban prisiones y ellos mismos no querían que fuera (compárese 21:12).
21:5 -- Cumplidos aquellos días, salimos, acompañándonos todos, con sus mujeres e hijos, hasta fuera de la ciudad; y puestos de rodillas en la playa, oramos. --Compárese 20:36-38. El relato de Lucas es breve. A veces él nos deja con preguntas sin respuesta. Sin embargo, él incluye en su relato estas escenas tan tiernas del amor cristiano.
21:6-8 -- Y abrazándonos los unos a los otros, subimos al barco y ellos se volvieron a sus casas. 7 Y nosotros completamos la navegación, saliendo de Tiro y arribando a Tolemaida; y habiendo saludado a los hermanos, nos quedamos con ellos un día.
8 Al otro día, saliendo Pablo y los que con él estábamos, fuimos a Cesarea; y entrando en casa de Felipe el evangelista, que era uno de los siete, posamos con él.
los primeros conversos de ese lugar fueron Cornelio y su casa (capítulos 10, 11). Y entrando en casa de Felipe el evangelista (Efes 4:11; 2 Tim. 4:5; se llama así para describir su obra: evangelizar, anunciar el evangelio; compárese Juan el bautizador, porque bautizaba), que era uno de los siete, posamos con él. -- Felipe "era uno de los siete" escogidos por la iglesia para ministrar a las viudas pobres (6:1-7); con este título es distinguido de Felipe el apóstol, uno de los doce. El predicó a los samaritanos (8:5-12) y al eunuco (Hech. 8:26-39). Después de relatar la conversión del eunuco Lucas nos dice que "Felipe se encontró en Azoto; y pasando, anunciaba el evangelio en todas las ciudades, hasta que llegó a Cesarea" (8:40). Ahora, unos veinte años después, lo encontramos aquí todavía. La lista de los siete hermanos que acompañaron a Pablo (y Lucas) se encuentra en 20:4. Es posible que en esta misma ocasión Felipe le contara a Lucas todos los detalles de su obra que leemos en los caps. 6 y 8, como también muchos detalles acerca de la iglesia de Jerusalén.
21:9 -- Este tenía cuatro hijas doncellas que profetizaban. -- Compárense Hech. 2:17; 1 Cor. 11:5. No eran monjas. No era necesario ser doncella y hacer un voto de virginidad perpetua para ser profetisa, porque Lucas habla de otra profetisa (Luc. 2:36-38) que era viuda. También Débora estaba casada (Jueces. 4:4, 5, "Gobernaba en aquel tiempo a Israel una mujer, Débora, profetisa, mujer de Lapidot ... los hijos de Israel subían a ella a juicio"). María, la hermana de Moisés y Aarón era profetisa (Ex. 15:20, 21), y también Hulda, profetisa de la época del rey Josías (2 Reyes 22:11-20; 2 Crón. 34:22).
21:10 -- Y permaneciendo nosotros allí algunos días, descendió de Judea un profeta llamado Agabo. -- Parece que el Señor estaba preparando a los hermanos para las prisiones de Pablo. Era muy importante que todos los hermanos tuvieran la misma actitud demostrada por los hermanos de Roma que no se escandalizaron por sus prisiones, sino que cobraron ánimo para hablar la palabra con más valentía (Fil. 1:12-14).
21:11 -- quien viniendo a vernos, tomó el cinto de Pablo, y atándose los pies y las manos, dijo: Esto dice el Espíritu Santo: Así atarán los judíos en Jerusalén al varón de quien es este cinto, y le entregarán en manos de los gentiles. -- Compárense los actos simbólicos de otros profetas, Isa. 20:1-4; Jer. 13:1-7; 27:1-8; Ezeq. 4:1-6; 5:1-4. Se usaban actos o símbolos proféticos para ilustrar la voluntad de Dios. Jesús enseñó parábolas con el mismo propósito.
Jesús dijo a Pedro, "Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías; mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras" (Jn. 21:18).
¿Por qué los judíos odiaban tanto a Pablo? (1) porque él predicaba que el Mesías tenía que sufrir (17:3) (los judíos creían que el Mesías vendría para hacer sufrir a los romanos); (2) porque decía que Jesús de Nazaret era el Mesías; y (3) porque él predicaba que los gentiles podían ser hijos de Dios -- con todos los honores y privilegios de esta relación -- por medio de la cruz de Cristo (el evangelio) sin llegar a ser judíos por medio de la circuncisión.
21:12, 13 -- Al oír esto, le rogamos nosotros y los de aquel lugar, que no subiese a Jerusalén. (Pero la profecía de Agabo indicaba que Pablo iría a Jerusalén). Entonces Pablo respondió: ¿Qué hacéis llorando y quebrantándome el corazón? (Ellos solamente aumentaron el peso de la carga de Pablo). Porque yo estoy dispuesto no sólo a ser atado, más aun a morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús. -- Tal vez otro hubiera dicho, "Ya basta; he sufrido mucho. Los otros hermanos que son menos conocidos pueden llevar la colecta a Jerusalén y no habrá peligro para ellos". Recuérdese lo que el Señor le dijo a Ananías (Hech. 9:16) y lo que Pablo mismo dijo a los ancianos de Efeso (20:22, 23). "Y yo con el mayor placer gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas" (2 Cor. 12:15). Por eso, Pablo imitó al Señor Jesús y "afirmó su rostro para ir a Jerusalén" (Luc. 9:51). Véase también Jn. 11:7, 8. La actitud de él se expresa en Heb. 13:13, "Salgamos, pues, a él, fuera del campamento, llevando su vituperio". La actitud de Pablo bien refleja el espíritu del Salmo 23: "Yahweh es mi pastor; nada me faltará... no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento" (vers. 1, 4).
Ante esta actitud tan noble de Pablo -- aun estaba dispuesto a morir por Cristo -- ¿cómo se ven los pretextos y excusas de nosotros para no cumplir con nuestro deber?
21:14 -- Y como no le pudimos persuadir, desistimos, diciendo: Hágase la voluntad del Señor. -- Con resignación le encomendaron al cuidado de Dios.
21:15, 16 -- Después de esos días, ya los preparativos (hacer el equipaje), subimos a Jerusalén -- (viaje de unos 100 kilómetros hacia al sureste). Y vinieron también con nosotros de Cesarea algunos de los discípulos, trayendo consigo a uno llamado Mnasón (quienes nos condujeron a Mnasón, LBLA), de Chipre, discípulo antiguo, con quien nos hospedaríamos (9:11; 16:15). -- Recuérdese que llevaban dinero; por eso, habría más peligro de robo en los mesones. Además de eso, no todo el mundo los recibiría.
Así termina el tercer viaje de Pablo. El pensaba hacer otro viaje (19:21; Rom. 15:22-25) para predicar en Roma y en España. El llegó a Roma pero tal vez no como pensaba porque en seguida fue prendido en Jerusalén y llegó a Roma como prisionero.
21:17-19 -- Cuando llegamos a Jerusalén, los hermanos nos recibieron con gozo. Y al día siguiente Pablo entró con nosotros a ver a Jacobo (15:13; Gál. 1:19), y se hallaban reunidos todos los ancianos; a los cuales, después de haberles saludado, les contó una por una las cosas que Dios había hecho entre los gentiles por su ministerio. (14:27). -- Pablo y sus compañeros mostraron la prueba de la conversión genuina de muchos gentiles porque les entregaron la ofrenda de iglesias gentiles para sus hermanos pobres de Jerusalén.
21:20, 21 -- Cuando ellos lo oyeron, glorificaron a Dios, y le dijeron: Ya ves, hermano, cuántos millares (lit. diez miles) de judíos hay que han creído; y todos son celosos por la ley. Pero se les ha informado en cuanto a ti, que enseñas a todos los judíos que están entre los gentiles a apostatar (se aparten, LBLA) de Moisés (6:14; acusación vaga; ¿apartarse en qué sentido?), diciéndoles que no circunciden a sus hijos (mentira, ya que en hechos 16:3 se dice que el mismo pablo circuncido a Timoteo para evitar el enojo de los Judios), ni observen las costumbres (¿cuáles? véase 18:18 donde pablo hasta se corto el cabello porque tenía hecho voto). Había mucha oposición contra Pablo, no sólo de parte de los judíos incrédulos, sino también de parte de judíos creyentes. Pablo temía que los hermanos de Jerusalén no aceptaran la ofrenda que habían recogido entre iglesias gentiles (Rom. 15:30, 31). El caso era serio. En realidad había peligro de que la iglesia se dividiera.
21:22-24 -- ¿Qué hay, pues? (¿Qué es lo que se debe hacer? LBLA). (Sabían que una explicación verbal no sería suficiente, que no escucharían a Pablo y que ni siquiera ellos mismos -- Jacobo y los ancianos -- pudieran persuadirles). La multitud se reunirá de cierto, porque oirán que has venido. Haz, pues, esto que te decimos: Hay entre nosotros (de la iglesia en Jerusalén) cuatro hombres que tienen obligación de cumplir voto. Tómalos contigo, purifícate con ellos, y paga sus gastos (había mucha pobreza en Jerusalén en ese tiempo; por eso, Pablo había traído la ayuda de muchas iglesias) para que se rasuren la cabeza; y todos comprenderán que no hay nada de lo que se les informó acerca de ti, sino que tú también andas ordenadamente, guardando la ley. -- No hay nada que indique que el plan propuesto por Jacobo y los ancianos haya presentado problema alguno para Pablo. Pablo estaba muy deseoso de mejorar relaciones con sus hermanos judíos. Esperaba que la ofrenda que él y sus compañeros habían traído para los hermanos pobres de Jerusalén ayudara para estrechar relaciones entre hermanos gentiles y hermanos judíos (2 Cor. 9:12-14).
Las acusaciones contra Pablo eran falsas. El no había enseñado a los judíos a que se apartaran de Moisés, sino que Cristo había cumplido la ley, los profetas y los salmos (por ejemplo, 13:27, 33). En cuanto a la circuncisión, según la ley de Moisés todo varón tenía que ser circuncidado al octavo día, y muchos judíos -- aun cristianos judíos -- creían que la circuncisión era necesaria para la salvación (15:1, 5), pero Pablo enseñaba clara y fuertemente que "en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor" (Gál. 5:6). Sin embargo, "Quiso Pablo que éste (Timoteo) fuese con él, y tomándole, le circuncidó por causa de los judíos que había en aquellos lugares" (16:3), pero al mismo tiempo no permitió que Tito fuese circuncidado (Gál. 2:3), porque éste era puro griego y si Pablo lo hubiera permitido, se habría comprometido con el error de los judaizantes que enseñaban que "Es necesario circuncidarlos y mandarles que guarden la ley de Moisés", Hech. 15:5). Para fieles hermanos judíos, pues, la circuncisión era asunto de indiferencia (1 Cor. 7:19; Gál. 5:6; 6:15), es decir, no era necesario que los cristianos judíos la practicaran pero tampoco era pecado practicarla. Así era el caso también de los votos, otra costumbre de los judíos. "Mas Pablo ... habiéndose rapado la cabeza en Cencrea, porque tenía hecho voto" (18:18). Estos textos demuestran, pues, que las acusaciones contra Pablo eran falsas.
Los que han entendido la diferencia entre la ley de Moisés y la de Cristo, que Cristo clavó la ley de Moisés a la cruz, etc., no deben pensar que al comenzar la nueva ley los cristianos judíos inmediatamente iban a abandonar la ley antigua. Este libro (Hechos) revela claramente que no fue así. Al llegar los judíos a ser cristianos, no llegaban a ser enemigos del templo ni de las sinagogas. Los nuevos conversos de Jerusalén perseveraban "unánimes cada día en el templo" (2:46). "Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena, la de la oración" (3:1). ¿Con qué propósito? Como los demás judíos iban al templo para orar. Pablo, Bernabé, Silas, etc. eran judíos y predicaban en las sinagogas hasta ser expulsados. "Aconteció en Iconio que entraron juntos en la sinagoga de los judíos, y hablaron de tal manera que creyó una gran multitud de judíos y asimismo de griegos ... se detuvieron allí mucho tiempo, hablando con denuedo" (14:1-3). Como cristiano Pablo podía haber hecho tiendas el día sábado pero, que sepamos, nunca lo hizo. Más bien, asistía a las sinagogas y participaba en los servicios cuando le daban la oportunidad. Incluso dice el libro de hechos que pablo "Se apresuraba por estar el día de Pentecostés, si le fuese posible, en Jerusalén" (20:16).
El explica su actitud hacia la ley y hacia los judíos de esta manera: "Me he hecho a los judíos como judío para ganar a los judíos; a los que están sujetos a la ley (aunque yo no esté sujeto a la ley) como sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a la ley ... Y esto hago por causa del evangelio, para hacerme copartícipe de él" (1 Cor. 9:20, 23). Pablo no estaba obligado a guardar las costumbres de la ley, sino que vivía como si estuviera sujeto a la ley (es decir, practicaba las cosas de la ley) para tener más influencia con los judíos y para no poner tropiezo delante de ellos.
Los que habían vivido bajo la ley de Moisés y por causa de conciencia se abstenían de ciertos alimentos o guardaban ciertos días (es decir, seguían practicando esas leyes), no pecaban y debían ser recibidos como hermanos fieles (Rom. 14), aunque ya no había alimento inmundo (1 Tim 4:3-5). Por eso, Pablo estaba dispuesto a cooperar con los hermanos de Jerusalén, y aunque el plan fue interrumpido poco antes de completarse, sin duda muchos hermanos sinceros se dieron cuenta de que Pablo no enseñaba "a todos los judíos que están entre los gentiles a apostatar de Moisés, diciéndoles que no circunciden a sus hijos, ni observen las costumbres".
Algunos creen que en esto había inconsecuencia entre la conducta de Pablo y sus escritos acerca de la ley. Algunos (por ejemplo, McGarvey) creen que en ese momento Pablo no había recibido una revelación completa sobre el asunto de la ley y que después de salir las cartas a los efesios y a los hebreos él no hubiera aceptado la propuesta de Jacobo y los ancianos, pero no hay ningún texto que diga ni implique que la doctrina explicada en dichas cartas no se hubiera revelado y predicado verbalmente. La carta a los gálatas ya se había escrito, por lo menos durante el tercer viaje que ya se terminó y tal vez mucho antes. También se supone que tal vez Pablo ni siquiera entendiera lo que él mismo había predicado y escrito por inspiración sobre el tema, pero ¿quién no puede entender Gál. 2:16; 3:24; 5:4; Hech. 13:38, 39, etc.? Si alguno supone que Jacobo, los ancianos y Pablo cometieron un error en esta ocasión, considérese lo siguiente:
1. Los hermanos que eran "celosos por la ley" (ver. 20) habían entendido que Cristo es el único sacrificio por nuestros pecados, y con ese conocimiento habían obedecido al evangelio. Pablo dijo en Antioquía de Pisidia que por medio de Cristo "se os anuncia perdón de pecados, y que de todo aquello de que por la ley de Moisés no pudisteis ser justificados, en él es justificado todo aquel que cree" (Hech. 13:38, 39). También ya había escrito a los gálatas: "De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe" (Gál. 3:24) y agregó que "De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído" (Gál. 5:4). Por eso, ya había enseñado claramente que los hermanos que confiaban en los sacrificios de la ley de Moisés para justificarse del pecado habían caído de la gracia. Lo que Jacobo y los ancianos propusieron en esta ocasión no violaba la doctrina predicada por Pablo sobre la justificación.
No se niega que estaba involucrada la purificación (ver. 24) que requería el sacrificio de animales (Núm. 6:12-14), pero ¿purificación de qué? "Si alguno muriere súbitamente junto a él (el que tenía voto), su cabeza consagrada será contaminada; por tanto, el día de su purificación raerá su cabeza; al séptimo día la raerá. Y el día octavo traerá dos tórtolas o dos palominos al sacerdote, a la puerta del tabernáculo de reunión. Y el sacerdote ofrecerá el uno en expiación, y el otro en holocausto; y hará expiación de lo que pecó a causa del muerto, y santificará su cabeza en aquel día" (Núm. 6:9-11). Se trataba de la purificación ceremonial. ¿Cuál era su pecado? "Pecó a causa del muerto" (tocó un muerto), porque durante el tiempo de su voto, "Ni aun por su padre ni por su madre, ni por su hermano ni por su hermana, podrá contaminarse cuando mueran; porque la consagración de su Dios tiene sobre su cabeza" (Núm. 6:7).
2. Jacobo, los ancianos y Pablo eran fieles y maduros cristianos. Habían demostrado su amor por la verdad y su valentía por defenderla en la sesión que tuvieron para refutar a los judaizantes (cap. 15). Aquí mismo en este contexto (21:25) ellos repiten la decisión hecha con respecto a los gentiles. Si eran tan fieles y dedicados a la defensa de la verdad en cuanto a los gentiles, ¿por qué no serían fieles y dedicados a la verdad con respecto a los judíos?
3. Si este proceder hubiera sido pecado, entonces sin faltar el Espíritu Santo lo habría condenado. Cuando Pedro, Bernabé y otros pecaron (Gál. 2:11-14) Pablo condenó su conducta. De la misma manera, si Jacobo, los ancianos y Pablo hubieran pecado en esta ocasión, algún apóstol o profeta les habría condenado, porque Dios no hace acepción de personas (Rom. 2:11). Pablo mismo dijo que la ley de Cristo debe aplicarse sin prejuicio (1 Tim. 5:21).
4. Pablo era humilde, dispuesto a reconocer su pecado (1 Tim. 1:13) y siempre procuraba tener una conciencia limpia (23:1; 24:16; 1 Cor. 4:4); por eso, si su conducta en esta ocasión hubiera sido infracción de la ley de Cristo, él mismo lo habría reconocido o aceptado la exhortación de otros.
La ley de Moisés era una ley muy amplia que regulaba tanto la vida civil y social como la espiritual. Al llegar a ser cristianos los judíos no dejaron de guardar las costumbres nacionales.
Sin embargo, es importante enfatizar que los que se convierten de religiones humanas (la idolatría, iglesias falsas, etc.) no deben seguir practicando mandamientos y tradiciones de hombres (Mat. 15:8, 9; Col. 2:20-23), pero la ley de Moisés no era religión humana. Era una religión que había sido ordenada por Dios (Rom. 7:7-13), pero que ahora se había reemplazado por una ley perfecta que ofrece la justificación del pecado (Heb. 7:12, 18-19; 8:6-8; 10:1-4).
21:25 -- Pero en cuanto a los gentiles que han creído, nosotros les hemos escrito determinando que no guarden nada de esto; solamente que se abstengan de lo sacrificado a los ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación. -- 15:20, 29; 16:4. Los hermanos de Jerusalén querían que Pablo entendiera que su propuesta no tenía nada que ver con los hermanos gentiles.
21:26 -- Entonces Pablo tomó consigo a aquellos hombres, y al día siguiente, habiéndose purificado con ellos, entró en el templo, para anunciar el cumplimiento de los días de la purificación, cuando había de presentarse la ofrenda por cada uno de ellos. -- Pablo entendía el problema, estaba de acuerdo con estos hermanos y aceptó su sugerencia como medio bueno de aclarar su postura en cuanto a la inocencia de tales costumbres judías. Sin embargo, ahora el proceso se interrumpe y no se sabe más de los cuatro hombres.
21:27 -- Pero cuando estaban para cumplirse los siete días, unos judíos de Asia, al verle en el templo, -- entraba y salía al participar en la purificación de los cuatro hombres que tenían votos.
-- alborotaron a toda la multitud y le echaron mano, -- Jacobo se preocupaba por la oposición de hermanos, pero los que causaban el problema eran judíos incrédulos, que reconocieron "al odiado adalid de la 'secta nazarena'" (Trenchard) quienes fueron motivados por los celos que habían sentido por el gran éxito del evangelio en Asia (cap. 19).
21:28 -- dando voces: ¡Varones israelitas, ayudad! -- Así gritaban como si Pablo hubiera sido uno de los peores criminales.
-- Este es el hombre que por todas partes enseña a todos contra el pueblo, -- Parece que esto implica que ya les había hablado acerca de tal hombre y ahora afirman que este Pablo es el indicado. La palabra pueblo quería decir los judíos. Pero ¿cómo enseñaba Pablo contra el pueblo? ¿Por haber predicado que los gentiles también pueden ser salvos? Si eso es enseñar contra el pueblo, entonces Dios tiene la culpa (10:34, 35). Lo más ofensivo de esta doctrina era su naturaleza niveladora, porque bajaba al judío al nivel del gentil.
-- la ley -- Los judíos incrédulos no querían aceptar que la ley era su ayo para llevarles a Cristo (Gál. 3:24) y que Jesús la había cumplido.
-- y este lugar; -- Repiten aquí las mismas acusaciones que habían hecho contra Jesús (Mar. 14:56-64) y contra Esteban (6:13, 14). Para los judíos el templo representaba la presencia de Dios entre ellos hasta el fin del mundo.
-- y además de esto, ha metido a griegos en el templo, -- Había un atrio que rodeaba el templo llamado "Atrio de los gentiles", y en este atrio se reunían muchos gentiles para orar a Dios ("Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones", Mar. 11:17). "Había una barrera y en ella unas tablillas con la siguiente inscripción: 'Ningún hombre de raza extranjera puede entrar entre la balaustrada y el cerco que circunda al templo, y si se sorprende a alguno en ese acto, hágasele saber que él es el único culpable de la pena de muerte que corresponde" (Barclay).
-- y ha profanado este santo lugar. -- Pablo no estaba profanando el templo, sino que adoraba con toda reverencia, pero esta acusación falsa era muy efectiva para soliviantar a los judíos.
21:29 -- Porque antes habían visto con él en la ciudad a Trófimo, de Efeso (20:4; 2 Tim. 4:20), a quien pensaban que Pablo había metido en el templo. -- Por esta causa querían matar (linchar) a Pablo (ver. 31), pero esta acusación nunca fue presentada formalmente por los judíos ante los gobernadores romanos, porque era alegato que no se podía probar. ¿Con qué propósito hubiera metido un gentil en el templo? Esta acusación no tenía sentido alguno. Solamente pensaban con malicia y sospechas sin fundamento. Ellos vieron una cosa y, por causa de su malicia, sospecharon otra cosa. Este libro escrito por Lucas relata los hechos de los apóstoles y el profanar el templo no era uno de sus hechos.
Aprendemos la voluntad de Dios por medio de la inferencia necesaria, pero este texto es un ejemplo de la inferencia innecesaria. Habían visto a Trófimo con Pablo en la ciudad pero ni siquiera afirmaron que lo habían visto en el templo. Muchísimas acusaciones no se basan en lo que se haya visto sino en suposiciones y sospechas, y de esto resulta mucha calumnia. Al decir lo que otro crea o lo que haya hecho, es importante que solamente se diga la verdad.
21:30 -- Así que toda la ciudad se conmovió (se alborotó, LBLA), y se agolpó el pueblo; y apoderándose de Pablo, le arrastraron fuera del templo, -- como si hubiera sido un gentil. Estaban dispuestos a derramar sangre inocente, pero no querían ninguna contaminación ceremonial del lugar santo y, por eso, "le arrastraron fuera del templo", es decir, del atrio de las mujeres, donde ayudaba a los hombres que cumplían su voto. Este atrio no era exclusivamente para mujeres, sino que solamente los varones podían subir al atrio de Israel; es decir, como el atrio de los gentiles fijaba límites para los gentiles, así también el atrio de las mujeres fijaba límites para las mujeres.
-- e inmediatamente cerraron las puertas. -- Compárese Heb. 13:13, "Salgamos, pues, a él, fuera del campamento, llevando su vituperio".
21:31 -- Y procurando ellos matarle, -- Había avisos que prohibían que gentiles -- aun ciudadanos romanos -- entraran en los atrios de los judíos. Los oficiales romanos respetaban esta restricción.
-- se le avisó al tribuno (quiliarca; i.e., oficial militar romano al mando de mil soldados, LBLA, margen; Claudio Lisias, 23:26) de la compañía (cohorte; i.e., unidad militar romana compuesta de varias centurias, LBLA, margen) que toda la ciudad de Jerusalén estaba alborotada. -- Los romanos vigilaban las fiestas de los judíos para controlar tales alborotos. El cuartel (la fortaleza Antonia) estaba adyacente al templo.
21:32, 33 -- Este, tomando luego soldados y centuriones, corrió a ellos. Y cuando ellos vieron al tribuno y a los soldados, dejaron de golpear a Pablo. Entonces, llegando el tribuno, le prendió y le mandó atar con dos cadenas, y preguntó quién era y qué había hecho. -- Cumplimiento de 21:11. Al prender a Pablo el tribuno lo rescató de los judíos que pensaban matarle (compárese 18:12-16). En estos casos Dios estaba usando el poder civil para proteger al apóstol.
Ahora Pablo empieza otra etapa de su ministerio. Desde este momento y hasta el fin de la narración de Lucas, será "embajador en cadenas" (Efes. 6:20). Gozaba de mucha libertad puesto que tanto en Cesarea como en Roma podía recibir a los hermanos, enviar a los evangelistas a diferentes lugares y enviar mensajes verbales y escritos a las iglesias. Solamente como "prisionero de Cristo Jesús por vosotros los gentiles" (Efes. 3:1; Filem. 1) podía llevar a cabo la obra que el Señor le había asignado (9:15, 16), porque como hombre libre le hubiera sido imposible predicar a gobernadores, reyes y otros hombres eminentes (incluyendo al Sanedrín de los judíos). Es muy obvio que Dios controlaba los movimientos del apóstol Pablo.
21:34 -- Pero entre la multitud, unos gritaban una cosa, y otros otra (19:32); y como no podía entender nada de cierto a causa del alboroto, le mandó llevar a la fortaleza. - Esta torre-fortaleza se llamaba La Torre de Antonia. "Ocupaba el ángulo noroeste del atrio exterior, cortando sus pórticos. Desde lo alto de sus torres se podían vigilar los edificios sagrados" (Vila).
21:35-37 -- Al llegar a las gradas (las que conectaban el templo con la fortaleza), aconteció que era llevado en peso por los soldados a causa de la violencia de la multitud; porque la muchedumbre del pueblo venía detrás, gritando: ¡Muera! (22:22; Luc. 23:18; Jn. 19:15). Cuando comenzaron a meter a Pablo en la fortaleza, dijo al tribuno: ¿Se me permite decirte algo? Y él dijo: ¿Sabes griego? -- Al tribuno le extrañó que Pablo hablara en el idioma griego, y sin duda el pueblo esperaba que por asociarse con gentiles él hablaría en el idioma griego pero les habló en el idioma hebreo.
21:38 -- ¿No eres tú aquel egipcio (judío de Egipto) que levantó una sedición antes de estos días, y sacó al desierto los cuatro mil sicarios (asesinos, LBLA)? -- El tribuno no entendía las acusaciones hechas por los judíos; creía que había caído en sus manos un revolucionario importante, pero muchísimas suposiciones son erróneas. Algunos citan a Josefo quien dijo que eran 30,000 sicarios para probar que Lucas estaba equivocado, pero Lucas solamente repitió lo que el tribuno dijo.
21:39 -- Entonces dijo Pablo: Yo de cierto soy hombre judío de Tarso, ciudadano de una ciudad no insignificante de Cilicia (todavía no reveló que era ciudadano romano); pero te ruego que me permitas hablar al pueblo. -- Imagínese la condición física de Pablo en ese momento. Un hombre ordinario hubiera pensado solamente en escapar de los judíos, pero Pablo quería predicarles. El practicaba lo que requería de Timoteo: "que prediques la palabra; que instes a tiempo, y fuera de tiempo" (2 Tim. 4:2).
21:40 -- Y cuando él se lo permitió, -- Se lo permitió porque en ese lugar y en ese momento no había peligro de que Pablo promoviera actividades sediciosos. También le permitió hablar para enterarse de la naturaleza de su ofensa, porque de lo que la gente decía él no entendía nada (ver. 34).
-- Pablo, estando en pie en las gradas, hizo señal con la mano al pueblo. Y hecho gran silencio, habló en lengua hebrea (arameo judaico, LBLA, margen), diciendo: -- Pablo aprovecha una oportunidad que nunca hubiera tenido como hombre libre. Habla en lengua hebrea, el idioma de las sinagogas. El aprovechó al máximo esta oportunidad; nunca tuvo otra semejante para hablar a tantos judíos.
Hechos 22
22:1 -- Varones hermanos (se identificaba con ellos) y padres (término de mucho respeto, 7:1), oíd ahora mi defensa ante vosotros. -- Pablo volvió a defenderse ante el concilio (23:1-6), ante el gobernador Félix (24:1-27), ante el rey Agripa y Festo (26:1-32) y ante el emperador (2 Tim. 4:16), pero este discurso sobre las gradas del templo fue el último sermón que predicó al pueblo. El relato de la conversión de Saulo de Tarso tres veces en este libro (capítulos 9, 22, 26) da énfasis a su gran importancia.
22:2 -- Y al oír que les hablaba en lengua hebrea, guardaron más silencio. -- La gente entendía el idioma griego, pero pusieron más atención porque Pablo les habló en el idioma de la sinagoga.
Y él les dijo:
22:3 -- Yo de cierto soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero criado en esta ciudad (26:4, 5), instruido a los pies de Gamaliel (5:34), estrictamente conforme a la ley de nuestros padres (26:5), -- Pablo estaba bien instruido en la ley; por eso, no podían decir que por ignorancia o confusión había llegado a ser discípulo de Cristo.
-- celoso de Dios, como hoy lo sois todos vosotros (Rom. 10:1, 2). -- El no solamente sabía la ley, sino que también la practicaba. Recuérdese que le acusaban de enseñar "a todos contra el pueblo, la ley y este lugar" y que había profanado el templo; por eso, les presentó sus credenciales para probar que él era un verdadero judío ("hebreo de hebreos", compárense 23:6; 26:4, 5; Fil. 3:4-6; 2 Cor. 11:22), y que las acusaciones eran falsas. Como dijo después a Félix: "Como tú puedes cerciorarte, no hace más de doce días que subí a adorar a Jerusalén; y no me hallaron disputando con ninguno, ni amotinando a la multitud, ni en el templo, ni en las sinagogas ni en la ciudad; ni te pueden probar las cosas de que ahora me acusan", 24:11-13.
22:4 -- Perseguía yo este Camino (Isa. 40:3; Mat. 7:13; Jn. 14:6) hasta la muerte, prendiendo y entregando en cárceles a hombres y mujeres; -- Está al punto de explicar su conversión, pero les recuerda que él era un perseguidor de "este Camino" al igual que ellos (7:58; 8:1) y, desde luego, pensaba que rendía "servicio a Dios" (26:9-11; Jn. 16:2).
22:5 -- como el sumo sacerdote también me es testigo, y todos los ancianos, de quienes también recibí cartas para los hermanos, y fui a Damasco para traer presos a Jerusalén también a los que estuviesen allí, para que fuesen castigados. -- Sin duda esperaban destruir la iglesia al perseguirla en Jerusalén donde comenzó, pero después se dieron cuenta que había discípulos de Cristo en Damasco. Las "cartas" eran sus credenciales; al presentarlas a las sinagogas podía prender a los cristianos y llevarlos a Jerusalén para ser castigados. Obviamente Saulo tenía autorización para hacer esa obra porque era el más capacitado y el más entregado a la persecución de la iglesia. Los que quisieran saber por qué Saulo de Tarso predicaba la fe que en otro tiempo asolaba (Gál. 1:23) no deberían dudar de su sincera devoción al judaísmo antes de su conversión.
22:6-10 -- ¿Por qué dejó de perseguir a los cristianos? ¿Por qué ha habido un cambio tan grande en Saulo de Tarso? Ahora les da la explicación: Pero aconteció que yendo yo, al llegar cerca de Damasco, como a mediodía, de repente me rodeó mucha luz del cielo; (9:3; 26:13, "que sobrepasaba el resplandor del sol") y caí al suelo ("Y habiendo caído todos nosotros en tierra", 26:14), y oí una voz que me decía ("en lengua hebrea", 26:14): Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Yo entonces respondí: ¿Quién eres, Señor? Y me dijo: Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues. Y los que estaban conmigo vieron a la verdad la luz, y se espantaron; pero no entendieron la voz del que hablaba conmigo. Y dije: ¿Qué haré, Señor? Y el Señor me dijo: Levántate, y ve a Damasco, y allí se te dirá todo lo que está ordenado que hagas -- Pablo dijo al rey Agripa (26:16) que también el Señor le dijo, "porque para esto he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que me apareceré a ti". Para ser apóstol Pablo tuvo que ser testigo del Cristo resucitado (1:22). Ananías le dijo (22:14), "El Dios de nuestros padres te ha escogido para que conozcas su voluntad, y veas al Justo, y oigas la voz de su boca". Dijo Pablo a los corintios (1 Cor. 9:1), "¿No he visto a Jesús el Señor nuestro?" y también (15:8), "y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí" (la palabra "abortivo" es, literalmente, "en un nacimiento a destiempo", es decir, después de ascender Jesús al cielo). Un testigo habla de lo que ha visto. Pablo predicó lo que había visto y las revelaciones recibidas del Señor, (Gál. 1:12, 17). Pedro explicó que "Es necesario, pues, que de estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre nosotros, comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba, uno sea hecho testigo con nosotros de su resurrección". Pablo aprendió directamente del Señor todas las enseñanzas que Jesús entregó durante su ministerio personal y también "toda la verdad" que el Espíritu Santo reveló a los otros apóstoles (Jn. 14:26; 16:13; 1 Cor. 2:11-13).
Según Hech. 26:18 Cristo escogió a Pablo para ser ministro y testigo "... para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas (pecado, ignorancia, paganismo, error religioso, rebelión contra Dios, violencia, sensualidad y disolución de toda clase, etc.) a la luz (entendimiento, justicia, santidad, etc.), y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados". Véanse Mat. 4:16; Jn. 8:12; Col. 1:12, 13; 2 Cor. 4:4. Como había muchas tinieblas en el primer siglo entre judíos y gentiles, también ahora el mundo está lleno de tinieblas. En Estados Unidos, y en la mayor parte del mundo, no solamente existe mucho error religioso y mucho crimen, sino que los gobiernos mismo promueve la maldad. El mismo presidente (Bill Clinton, 1994), miembros de su gabinete y muchos otros hombres y mujeres eminentes del gobierno abiertamente promueven la homosexualidad y el aborto, que son prácticas abominables ante los ojos de Dios. También los medios masivos de la comunicación (la prensa, televisión, radio, música, etc.) están bajo el control de Satanás. Verdaderamente, como dice Juan, "el mundo entero está bajo el maligno" (1 Jn. 5:19).
22:11 -- Y como yo no veía a causa de la gloria de la luz -- Estuvo tres días sin ver (9:9), pero durante ese tiempo él podía "ver" muchas cosas: podía ver que estaba muy equivocado en lo que hacía; podía ver que sus padres y su maestro (Gamaliel) estaban equivocados; podía ver que su conciencia no era guía confiable porque le aprobó en lo que hacía (23:1; 26:9-11); veía claramente que tuvo que cambiar su vida y su práctica; en fin, podía ver claramente que Jesús de Nazaret no era un impostor, sino que en verdad era todo lo que decía ser.
-- llevado de la mano por los que estaban conmigo, llegué a Damasco. -- ¡Qué contraste entre el Saulo que respiraba "amenazas y muerte contra los discípulos del Señor" (9:1) y el Saulo ciego y llevado de la mano!
Lucas dice (9:9) que Saulo estuvo por tres días en Damasco "sin ver, y no comió ni bebió". Esto presenta un problema enorme para los evangélicos que dicen que Pablo fue convertido en el camino a Damasco. Es cierto que Jesús le apareció y le habló y es cierto que hubo gran cambio en Saulo, pero si él recibió la salvación en el camino a Damasco, ¿cómo es posible que por tres días él siguiera ciego y en ayunas? ¿Esto describe la condición de los salvos? Compárense Hech. 8:39; 16:34.
En esos momentos Pablo comenzó a reconocer muchas cosas: que él estaba muy equivocado en lo que pensaba y hacía; que no estaba rindiendo servicio a Dios sino que estaba persiguiendo al Hijo de Dios; que en realidad Esteban había predicado la verdad y que por hacerlo pagó con su vida; y que los discípulos de Jesús enseñaban y practicaban la verdad, y que cuando él les perseguía, estaba persiguiendo a Cristo.
22:12 -- Entonces uno llamado Ananías -- Lucas le llama "un discípulo" (9:10) que no quería tener nada que ver con Saulo porque "he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén" (9:13). Es posible que Saulo de Tarso hubiera llegado a esta misma casa para prender a Ananías.
Según Pablo, Ananías era varón piadoso según la ley, que tenía buen testimonio de todos los judíos que allí moraban -- es decir, él es uno de ustedes ("varón piadoso según la ley") y él es testigo de lo que digo. Por eso, el primero que me habló acerca de El Camino no era un oponente del judaísmo, sino un "varón piadoso según la ley".
Jesús dijo a Ananías, "Vé, porque instrumento (vaso) escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel" (Hech. 9:15). Saulo iba a llevar un tesoro precioso ("mi nombre", el evangelio). Después Pablo usó esta misma figura para indicar que él se sentía como un "vaso de barro" (2 Cor. 4:7) porque no se sentía digno de llevar un mensaje tan importante al mundo. "A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo" (Efes. 3:8). "¡O profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables su caminos!" (Rom. 11:33).
También le dijo que "le mostraré cuanto le es necesario padecer por mi nombre" (9:16). ¿Por qué Pablo tuvo que sufrir tanto? Porque solamente como prisionero podía él llevar el nombre de Jesús delante de tantos hombres y mujeres eminentes (los gobernadores Festo y Félix y sus mujeres, el Rey Agripa y Berenice, y aun a los de la casa de César, 27:24; Fil. 4:22; 2 Tim. 4:16). Como hombre libre hubiera sido imposible que Pablo les predicara.
22:13 -- vino a mí, y acercándose, me dijo: Hermano Saulo, recibe la vista. Y yo en aquella misma hora recobré la vista y lo miré -- "ha visto en visión a un varón llamado Ananías, que entra y le pone las manos encima para que recobre la vista" (9:12). Es importante entender el propósito de la imposición de las manos de Ananías. Ya aprendimos (8:17, 18) que aunque Felipe el evangelista podía hacer milagros, solamente por la imposición de las manos de los apóstoles se recibía el Espíritu Santo. El caso de Ananías y Saulo no es una excepción de esta regla. Algunos se basan en el ver. 17 para probar que Ananías sí podía impartir el Espíritu: "el Señor Jesús ... me ha enviado para que recibas la vista y seas llenos del Espíritu Santo", pero Hech. 9:12 es específico: "le pone las manos para que recobre la vista". También aquí mismo (22:13), "Hermano Saulo, recibe la vista. Y yo en aquella misma hora recobré la vista y lo miré". En cuanto a "que seas lleno del Espíritu Santo", esto se refiere a lo mismo que Pedro prometió, "Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo, para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo" (2:38). Cuando Saulo fue bautizado en agua, recibió el perdón de los pecados y el don del Espíritu Santo.
"Y al momento le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista" (9:18). Algunos citan Gál. 4:15, "Porque os doy testimonio de que si hubieseis podido, os hubierais sacado vuestros propios ojos para dármelos", y suponen que los ojos de Pablo quedaron dañados. También citan como prueba de esto Gál. 6:11, "Mirad con cuán grandes letras os escribo de mi propia mano". Sin embargo, debemos reconocer que no hay revelación que explique la enfermedad de Pablo (Gál. 4:13), ni tampoco el "aguijón" que tenía en la carne (2 Cor. 12:7) y, por lo tanto, no conviene la especulación sobre estos asuntos. Además de esto, es importante recordar que cuando el Señor sanó a la gente siempre fue una sanidad perfecta y no debemos suponer que el milagro de sanar los ojos de Pablo fue una excepción.
Ananías le dice "hermano" a Saulo antes de bautizarlo. ¿Es prueba esto de que Saulo ya era salvo? No. Saulo era su hermano de raza (ambos eran judíos).
22:14-16 -- Y él dijo: El Dios de nuestros padres te ha escogido para que conozcas su voluntad, y veas al Justo, y oigas la voz de su boca. Porque serás testigo suyo a todos los hombres, de lo que has visto y oído. (Véase comentario sobre el ver. 10). Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados (1 Cor 6:11; Efes. 5:26; Tito 3:5; ¿hay salvación antes de lavar los pecados?) Invocando su nombre. -- Esta expresión no significa simplemente orar, porque Saulo ya estaba orando por tres días; más bien, significa someterse alma y cuerpo a la voluntad del Señor en la obediencia (Rom. 6:17, 18; 10:13; Heb. 5:8, 9).
"Y habiendo tomado alimento, recobró fuerzas" (9:19). ¿Comió antes o después del bautismo? Si ya era salvo antes de bautizarse, ¿por qué siguió en ayunas? Compárense 8:39; 16:34.
¿Puede un mero discípulo bautizar? Ananías lo hizo. Los discípulos de Jesús -- no necesariamente los apóstoles -- bautizaban (Jn. 9:4). La salvación de uno no depende de que su bautizador sea evangelista.
Saulo era un hombre muy religioso, celoso, tenía conciencia limpia, tenía una fe no fingida, se había arrepentido, y oraba a Dios, pero todas estas cosas no le podían salvar.
Compárese 9:19-22 -- "Y estuvo Saulo por algunos días con los discípulos que estaban en Damasco", con los mismos que pensaba buscar para prenderlos y llevarlos presos a Jerusalén, (9:2). Aparentemente lo recibieron de una vez al oír la explicación de Ananías. 9:20, "En seguida predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo que éste era el Hijo de Dios"; compárese Jn. 1:49, "Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel". Saulo podía testificar que Jesús de Nazaret había resucitado porque le había aparecido y le habló. Ahora Saulo predica lo que predicó Esteban, quien tuvo que pagar con su vida por ese mismo mensaje. 9:22, "Pero Saulo mucho más se esforzaba (seguía fortaleciéndose, LBLA)"; al aumentar la oposición, Saulo aumentó en fuerza. "Confundía a los judíos", les vencía en las discusiones; no le podían responder (6:10, "no podían resistir a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba" Esteban). "Demostrando que Jesús era el Cristo", al comparar el mensaje de los profetas con la vida de Jesús de Nazaret, sacó la conclusión innegable de que Jesús era el Cristo. Si Jesús de Nazaret no es el Mesías, ¿cómo se explica el perfecto acuerdo entre las dos cosas? 9:23, "pasados muchos días" (esto corresponde a Gál. 1:17, 18 "fui a Arabia, y volví de nuevo a Damasco. Después, pasados tres años, subí a Jerusalén"). Algunos dicen que Pablo fue a Arabia para formular su nueva teología, pero Pablo no tuvo que "formular" su enseñanza sino que la recibió directamente del Señor (Gál. 1:12). Este texto entero (Gál. 1:11-24) afirma que Pablo no recibió el evangelio de los otros apóstoles, sino por revelación del Señor; por lo tanto, podemos concluir que en esos mismos días sucedió esto. 9:23-25, los judíos de Damasco pensaron matar a Saulo y él escapó ("le bajaron por el muro, descolgándole en una canasta", 9:25; 2 Cor 11:32, 33). No podían contestar los argumentos de Saulo y, por eso, querían callarlo. Así es la táctica de Satanás hasta la fecha.
22:17 -- Y me aconteció, vuelto a Jerusalén, que orando en el templo me sobrevino un éxtasis. -- Al leer esto es importante recordar las acusaciones contra Pablo (21:28): que él enseñaba a todos contra el pueblo, la ley y este lugar y que aun había profanado el templo. Según esto, pues, Pablo era el enemigo número uno de Jerusalén y del templo, pero ahora públicamente les está diciendo que aun su conversión a Cristo no lo separó del templo: "vuelto a Jerusalén, que orando en el templo" ("Jerusalén", "templo" y aun "orando en el templo"). Por eso él no profanaba el templo, sino que oraba en el templo como judío piadoso. Las acusaciones eran falsas.
22:18 -- Y le vi que me decía: Date prisa, y sal prontamente de Jerusalén; porque no recibirán tu testimonio acerca de mí. -- El Señor conoce los corazones y sabía que los judíos no le escucharían; por eso, Pablo fue enviado a los gentiles. La predicación de Pablo entre los gentiles era una ofensa grande para los judíos, pero en parte éstos tenían la culpa (por no recibirlo ellos mismos). Culparon a Pablo cuando les convenía culparse a sí mismos.
22:19 -- Yo dije: -- (hombres justos que discutieron con el Señor: Abraham, acerca de Sodoma; Moisés y Jeremías, acerca de su falta de capacidad para hacer lo que El requería de ellos; Jonás, cuando Dios perdonó a los de Nínive; Pedro, acerca de no comer lo inmundo; aquí, Pablo, por su deseo de seguir trabajando con los judíos de Jerusalén) Señor, ellos saben que yo encarcelaba y azotaba en todas las sinagogas a los que creían en ti -- es decir, el cambio radical en mi vida debe convencerles que Jesús de Nazaret es el Mesías, porque solamente por medio de la intervención de Dios hubiera yo dejado de perseguir a los cristianos y empezar a predicar a Cristo. El estaba seguro que los judíos le escucharían si pudiera quedarse allí más tiempo, pero fue en vano discutir con el Señor.
22:20 -- y cuando se derramaba la sangre de Esteban tu testigo (marturos, mártir, Apoc. 2:13; 17:6), yo mismo también estaba presente, y consentía en su muerte, y guardaba las ropas de los que le mataban. -- Después de su conversión Pablo volvió a Jerusalén. Volvió al templo. El no quería alejarse de su pueblo. En ese momento este argumento parecía lógico a Pablo, pero el poder de Dios para convertir no depende de la conversión genuina (aun radical) ni de la sinceridad del predicador. El único poder de Dios para salvar es el evangelio mismo (Rom. 1:16). El propósito principal de narrar la conversión de Pablo es ilustrar cómo el evangelio puede convertir a los más rebeldes y perversos (Rom. 4:5), y que su misericordia se extiende aun hasta los perseguidores de Cristo (1 Tim. 1:13,15).
22:21 -- Pero me dijo: Ve, porque yo te enviaré lejos a los gentiles. -- Pablo salió de Jerusalén porque el Señor le envió. El pidió al Señor que le dejara seguir trabajando en Jerusalén entre los judíos. El trabajo de Pablo entre los gentiles era una ofensa grande para los judíos; por eso, Pablo explica que él trabajaba entre ellos porque así el Señor le había comisionado. Además, recibió esta comisión cuando estuvo en el templo y cuando estuvo orando a Dios. Los judíos, sin embargo, lo resistieron aunque Pablo les declaró que él había sido enviado a los gentiles por Dios mismo.
El Señor sabía que los judíos tenían mucho prejuicio contra Pablo y la verdad (Mat. 13:13-15; Hech. 28:25-28) y que no le escucharían. Además de eso, Cristo tenía otros planes para Pablo.
El cumplimiento de la promesa "yo te enviaré lejos a los gentiles" comenzó formalmente en Hech. 13:1 y extendió hasta el fin de su vida.
El relato de Hech. 9:29-31 cabe aquí después del ver. 21. Los discípulos descubrieron un complot contra Saulo y le llevaron hasta Cesarea y le enviaron a Tarso.
22:22 -- Y le oyeron hasta esta palabra; entonces alzaron la voz, diciendo: Quita de la tierra a tal hombre (matarlo inmediatamente sin la formalidad de un juicio y una sentencia) -- "Pero 'esta palabra' fue como una chispa en un polvorín o una antorcha en un depósito de gasolina. La explosión de contenida indignación se desbordó de manera instantánea y mucho peor que al principio (21:30)" (ATR). Decir "te enviare a los gentiles" fue como tender la bandera roja delante del toro enfurecido. Es imposible exagerar el prejuicio fanatizado de los judíos con respecto a los gentiles. Aunque acusaron a Pablo de enseñar al pueblo a apostatar de Moisés y de profanar el templo, le escucharon sin interrumpirle hasta que dio a entender que los judíos estaban más endurecidos que los gentiles y que Dios daba preferencia a éstos. Entonces ya no aguantaban más.
-- Porque no conviene que viva. -- "Imperfecto activo de katheko ... El imperfecto es un giro idiomático griego para la impaciencia acerca de una obligación: No era apropiado, no era conveniente. Tenía que haber sido muerto hacía ya mucho tiempo. Se concibe la obligación como no cumplida en nuestro 'debiera'" (ATR). ¡Qué comentario tan triste sobre el carácter de los judíos! Aquí está un hombre (Pablo) que traía múltiples bendiciones a la humanidad pero estos judíos depravados dicen que ¡no hay lugar para él en toda la tierra! Pero todavía no había llegado "la hora" de Pablo.
Recuérdese que los judíos mismos procuraban la "conversión" de los gentiles (Mat. 23:15), pero el objetivo de ellos era convertirles en judíos. El trabajo de Pablo era muy distinto. El buscó la conversión de los gentiles a Cristo y enseñaba que esto era posible únicamente por el evangelio; es decir, para convertirse en cristianos los gentiles no tenían que circuncidarse ni guardar la ley de Moisés (Hech. 15). Esto fue el gran tropiezo para los judíos (1 Cor. 1:23).
Aquí otra vez los judíos cumplen lo que Jesús había dicho acerca de ellos en Mat. 23:13, "cerráis el reino de los cielos delante de los hombres; pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando".
22:23 -- Y como ellos gritaban y arrojaban sus ropas y lanzaban polvo al aire -- compárese 7:54, "oyendo estas cosas, se enfurecían en sus corazones, y crujían los dientes contra él (Esteban)". Esta conducta describe a los que rehúsan ser guiados por la razón y se entregan a las emociones. Por causa del disgusto y el enojo daban rienda suelta a sus pasiones violentas. Compárese la conducta de Simei (2 Sam. 16:13). Pero en esta ocasión los judíos no podían hacer más porque Pablo estaba en manos de los romanos.
22:24 -- mandó el tribuno que le metiesen en la fortaleza (de Antonia), y ordenó que fuese examinado con azotes, para saber por qué causa clamaban así contra él. -- Así es la conducta del mundo: condena y castiga lo que no entiende (Lange). El tribuno quería saber de qué crimen los judíos acusaban a Pablo, pero hasta ese momento no lo sabía. El siguiente paso, pues, sería azotarlo (torturarlo) para que confesara su crimen. La palabra "examinar" suena como investigación o interrogación, pero en realidad se usaba de la tortura para extraer una confesión de haber cometido algún crimen. "El castigo que mandó aplicar a Pablo fue el del terrible látigo romano, muy diferente de los azotes que había recibido en las sinagogas y por orden de los magistrados de Filipos (2 Cor. 11:23-25). El 'horrible flagellum', como lo llamara Horacio, se aplicaba con correas provistas de pedazos de metal o de hueso de corte irregular, de modo que los golpes laceraban la carne de las espaldas y lomos de forma espantosa. Con frecuencia la víctima moría bajo tales azotes, o quedaba inutilizada para toda la vida. Antes de aplicarse el tormento, la víctima era tendida o estirada ..." (Trenchard).
22:25-27 -- Pero cuando le ataron (lo estiraron, LBLA) con correas Pablo dijo al centurión que estaba presente (para presidir el evento para interrogar al prisionero): ¿Os es lícito azotar a un ciudadano romano sin haber sido condenado? (16:36, 37). Cuando el centurión oyó esto, fue y dio aviso al tribuno, diciendo: ¿Qué vas a hacer? Porque este hombre es ciudadano romano. La ley romana prohibía que el ciudadano romano fuera sujetado a tal tortura. Vino el tribuno y le dijo: Dime, ¿eres tú ciudadano romano? ¿"Tú", (posición enfática) ... romano?" Pablo le había dicho al tribuno que él era ciudadano de Tarso (21:39), pero el ser ciudadano de Tarso no era prueba de ser ciudadano romano. Tarso era ciudad libre pero no era colonia romana como Filipos. El dijo: Sí. Para estos oficiales era increíble que este judío tan despreciado y golpeado fuera ciudadano romano. La reacción del centurión y el tribuno indica claramente que esta ofensa era grave. Cada ciudad tenía su lista de ciudadanos romanos. No hubiera sido difícil confirmar lo que Pablo decía. La pena por profesar falsamente la ciudadanía romana era la muerte.
22:28 -- Respondió el tribuno: Yo con una gran suma (capital, una inversión) adquirí esta ciudadanía -- parece que al tribuno le fue difícil creer que este judío fuera romano, porque a él mismo (el tribuno) le había costado mucho dinero conseguir la ciudadanía; ¿cómo podía este judío pobre comprarla? Entonces Pablo dijo: Pero yo lo soy de nacimiento.
22:29 -- Así que, luego se apartaron de él los que le iban a dar tormento; y aun el tribuno, al saber que era ciudadano romano, también tuvo temor por haberle atado. --No era ilegal atarlo con cadenas como en 21:33, pero el atarlo al poste para examinarlo con azotes sí era ilegal; ese tratamiento se reservó para esclavos y verdaderos criminales. Esto explica la preocupación del tribuno. Muchos crímenes no se cometen por el temor de los hombres; por eso, es ordenado por Dios el gobierno civil, Rom. 13:1-7. Lamentablemente no son muchos los que se detienen por el temor de Dios.
El tribuno tuvo mucho temor de este hombre que, según los judíos, no era digno de vivir.
22:30 -- Al día siguiente, queriendo saber de cierto la causa por la cual le acusaban los judíos, le soltó de las cadenas, y mandó venir a los principales sacerdotes y a todo el concilio, y sacando a Pablo, le presentó ante ellos. - El tribuno tenía a Pablo prendido pero no tenía acusación contra él. Esperaba enterarse del problema, pero algunos dijeron una cosa y otros otra cosa (21:34). Creía que era "aquel egipcio que levantó una sedición" (21:38). Entonces aun después de escuchar a Pablo, el tribuno no entendía el problema. Por eso, quería examinarlo con azotes para extraer alguna confesión de crimen, pero detuvo esto cuando supo que Pablo era ciudadano romano. Ahora, por último, quiere escuchar alguna acusación del concilio (sanedrín) de los judíos.
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