Antes de elegir “Amarcord” como título, Fellini había pensado en otro: “Il borgo, el barrio”. El borgo entendido en sentido de cerrazón medieval, provincianismo como aislamiento, separación, tedio, abdicación, descomposición, muerte, quería transmitir la intransigencia de la actitud provinciana y nacionalista. Luego optó por “Amarcord”, una palabra en el dialecto de su tierra, la Romagna, que significa “Mis recuerdos”. Fellini ya había agotado el neorealismo con el que había aprendido a hacer cine, y comenzó un viaje al surealismo con algunos fragmentos disfrazados de su propia infancia y adolescencia en Rímini.
“Amarcord” se estrena en 1973, mientras Occidente vive la primera gran crísis provocada por el petróleo, que (por primera vez desde la II Guerra Mundial) apaga durante meses toda la iluminación artística de los monumentos italianos, mientras los hoteles incluyen en las habitaciones mensajes de ahorro energético. Fellini les dice a sus compatriotas que viven en un sueño, que el país no produce una gota de petróleo, que no son tan ricos como hacen pensar, que no son tan progresistas como muchos piensan, que parecen haber olvidado que aceptaron y participaron en el circo de payasos prepotentes del fascismo… y él se lo quiere recordar avergonzando a algunas memorias con la secuencia central de la película.
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La manera de llevarnos por sus recuerdos es la más sencilla, una estructura directa, que se ordena en un solo año, cuatro estaciones, que empieza y acaba con la aparición de los milanos, con la llegada de la primavera. Para que conozcamos su Rímini caricaturizado emplea uno de los elementos que más le gustan, el del personaje narrador que se dirige a nosotros sin ningún tapujo; en sólo dos secuencias, una junto a la hoguera con la que se celebra el solsticio, y otra en una comida familiar, nos presenta a todos los personajes principales.
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El último recuerdo de primavera es la confesión de Titta/Fellini ante un párroco más interesado en los adornos de la iglesia que por los pecados del adolescente. Ante la pregunta del sacerdote: "¿Te tocas?", Titta tiene una serie de pensamientos sexuales como los pechos de su profesora de matemáticas o de la estanquera, o las posaderas de las aldeanas asentándose en los sillines de las bicicletas durante la festividad de San Antonio. Los planos de traseros que se mueven voluptuosamente abundarán en adelante en la filmografía felliniana.
Fellini: “Cuando comienzo una película paso la mayor parte del tiempo en el escritorio y no hago sino garabatear nalgas y tetas. Es mi modo de buscar la película, de comenzar a descifrarla a través de estos rasgos. Una especie de hilo de Ariadna para salir del laberinto.”
Destacar que la palabra fin no aparece, indicando que la historia de Rímini sigue. Todo continúa, como siempre ha ocurrido y ocurrirá. ¿Qué quedará de nosotros?. El rótulo que se muestra es el mismo con el que comenzó el film, en él se puede leer: “Amarcord”.
Comentarios
Muy buena esta película !!