Tras tener éxito con su cine social comprometido contra la política de Margareth Thacher, Stephen Frears reconocía, con humor, el fracaso práctico de su posición. Thacher ganaba las elecciones por tercera vez consecutiva en 1987 y el director decidía cambiar de registro para probar suerte con un proyecto menos pegado a la realidad cotidiana de su país. En esos momentos una obra de teatro inspirada en un libro del siglo XVIII mantenía su éxito desde hacía dos años en las tablas londinenses y Frears conocía al autor del libreto. Al saber sus intenciones le preguntaron qué hacía un director especializado en historias contemporáneas, pensando en esa adaptación. Stephen Frears respondió: “Una vez dije que nunca rodaría un film de época a no ser que tuviera cierta relevancia contemporánea. Bien, yo creo que si la obra lleva años representándose con éxito en Londres debe ser porque tiene algo de contemporáneo y además, para mí todas mis películas son idénticas en el sentido en que todas son sobre sexo, dinero y poder.” Choderlos de Laclos publicó “Las relaciones peligrosas” en 1782, advirtiendo de los peligros de los juegos de seducción tan apreciados entonces como la maledicencia ingeniosa. Tuvo éxito inmediato exponiendo la ausencia de escrúpulos de la aristocracia y de la alta burguesía que la imitaba. Laclos salvó su propia cabeza de la Revolución por muy poco, pero murió antes de que, en 1824, su libro fuera prohibido por inmoral convirtiéndose en una joya de biblioteca libertina, y elevada a obra maestra de la literatura francesa en los comienzos del siglo XX.
“Las amistades peligrosas” las había llevado ya al cine Roger Vadim con Jeanne Moreau, pero había sido en los comienzos de la “Nouvelle vague”, hacía casi treinta años. Frears comenzó los contactos para hacer su versión… y descubrir que no era el único. El director Milos Forman trabajaba en el mismo sentido, ya que la obra también había sido representada con éxito en Brodway. Los dos expusieron sus proyectos ante Christopher Hampton, escritor de la adaptación teatral. Para sorpresa de algunos, éste decidió aceptar la propuesta más barata, la visión mas íntima frente a la recreación más histórica y espectacular. Frears consideraba que sus compatriotas tenían más técnica, pero que los actores americanos mostraban sentimientos más intensos “…. no tienen una red de seguridad. Si no sienten algo, no pueden hacerlo.» Resultaban tan buenos o mejores cuando lograban creer en el personaje hasta confundirse con él, así que escribió y planificó para aprovechar esa diferencia. Glenn Close confirma el acierto de esa opinión cada vez que se observa su rostro y sus ojos en la secuencia en que declara la guerra a Valmont. La actriz era una opción segura, y aunque lo cierto es que no respondía ni en belleza ni en edad a la hermosa veinteañera descrita en el original, sería su partenaire el que supondría una sorpresa. En 1987 Malkovich llevaba varios años interpretando las obras más diversas en el teatro neoyorquino, no era popular pero estaba en las agendas de todos los directores de casting de Hollywood, después de su fotógrafo en “Los gritos del silencio” con Roland Joffé. Calvo, estrábico, visiblemente patizambo, exhibió en su prueba un encanto brusco y anacrónico, pero tan arrollador que no sólo hacía creíble su capacidad para seducir, sino que resultaba potenciada por su físico.
Con una pareja de protagonistas de apariencia semejante, la productora exigió que el resto del reparto femenino fuera más convencional, jóvenes hermosas, y Uma Thurman con 18 años, bella, inteligente y desconocida resultó una elección fácil. Cuando se propuso a Michelle Pfeiffer el director dijo que no, pero se encontró con lo más inesperado. Michelle tenía 30 años y era la esencia de la antidiva, con unos pómulos perfectos, una nariz pequeña y delicada, unos labios húmedos y unos ojos como piedras preciosas que respondían con toda expresividad a los primeros planos. “Valmont” fue una competencia digna, perjudicada sin duda por la coincidencia, pero al margen de eso “Las amistades peligrosas” sobrevive mejor porque Malkovich y Close actuaron como personajes más intemporales, que podrían vestir corbata y traje de chaqueta.
Fue nominada a siete premios de la Academia, incluyendo película, actriz principal y actriz secundaria, aunque no director, ya que se decidió nominar a Scorsese por “La última tentación de Cristo”. Sólo se llevó tres, ninguno para actores. Malkovich triplicó su caché, pero fue Michelle Pfeiffer la más beneficiada ya que no volvería a tener que aceptar ningún papel no deseado, y el siguiente significaría su segunda candidatura al Oscar por “Los fabulosos Baker Boys”.
“Las amistades peligrosas” de Stephen Frears fue la segunda de las cinco versiones que se han hecho en los últimos años. A la de Milos Forman con Colin Firth, Annette Bening y Meg Tilly, se sumó en 1999, “Crueles intenciones” que adaptó la novela a institutos de finales de siglo con Reese Whiterspoon. Posteriormente llegó a la televisión como “Las relaciones peligrosas”, con Catherine Deneuve, Ruppert Everett y Nastassja Kinski. Choderlos de Laclos cobró escribir una historia universal editada una y otra vez, más popular que la gran mayoría de sus contemporáneas, aunque pocos recuerden en concreto que contiene una de las ideas más repetidas desde su publicación: “La venganza es un plato que se sirve mejor frío”.
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