Adoración de la materia, cuan horrenda expresión; ¿y si fuera cierto que la adoramos?, debemos vigilarnos. Cuando derivamos hacia las exigencias, cultivamos la intolerancia, ello es algo insoportable. Es como si nos preparáramos para arrollar con nuestro pensamiento, con nuestra mente, con nuestras palabras. Esto que está tan normalizado en nuestras costumbres, quien pudiera visualizarlo por encima de la materia, verá que son prácticas altamente nocivas. El cuerpo y mente de la materia se encuentran creados dentro de unos límites materiales, como compendio del mundo que los integra.
No debemos aceptar más de lo que necesitan ambos cuerpos, tanto el físico como el mental; abusar de esos límites, es sobrepasar las capacidades de las que han sido concebidos. Así es como los enfermamos, los deterioramos, los corroemos y convertimos en herramientas de carga e impedimentos, porque ya no nos posibilitan la movilidad y el sentido práctico por el que fueron creados y fuimos a ocuparlos.
Pensad que nuestro cuerpo, como energía inteligente, está ocupando un cuerpo de materia no inteligente; eso implica, que somos nosotros los que debemos comportarnos inteligentemente para respetar ese cuerpo de materia, mientras nos hallemos metidos en él. Ese cuerpo de materia tendrá que tragar lo que nosotros le queramos echar; por tanto, qué importante es que retiremos de su entorno todo aquello que le perjudique, porque al final los achaques y perjuicios irán a parar a nosotros mismos, y eso sería de poco inteligentes. Además, veríamos como estamos metidos en un cuerpo que no podemos emplear, porque lo hemos inutilizado.
Comentarios