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Comentarios
Podemos perder la inocencia, pero jamás podemos enterrar ni olvidar ese Espíritu magno que formamos cuerpo íntegro, en nuestra primera etapa infantil por estos lares. Y es ese, sin duda, el error principal que cometemos, olvidar nuestra realidad de inocencia, tal como nos comportamos al comienzo de éste existir. Nos vemos tan invadidos, tan colmados, tan aturdidos y emborrachados de estas formas y expresiones de mentiras materiales, que…, abrimos las manos del corazón, y al punto, nos vamos desprendiendo de la mayor de las riquezas que poseemos: nuestro Espíritu Infantil. Eso debe ser imborrable y debemos aferrarnos a él constantemente sin soltarlo ni un momento, por muy duras que sean las circunstancias que nos parezca, por las que atravesamos. En ese Espíritu Infantil vemos reflejado la Realidad, por encima de todas las impresiones que transcurrimos en ésta existencia; incluso la de echar mano al recuerdo de alguna fotografía de aquella época pasada, de la infancia, para asirnos y no desprendernos de esa realidad que fuimos en su momento.