Dependemos de la naturaleza no sólo para nuestra supervivencia física. También necesitamos a la naturaleza para que nos muestre el camino a casa, el camino de salida de la prisión de nuestras mentes.
Nos hemos perdido en el hacer, en el pensar, en el recordar, en el anticipar. Perdidos en un complejo laberinto, en un mundo de problemas.
Hemos olvidado lo que las rocas, las plantas y los animales todavía saben.
Nos hemos olvidado de Ser; de estar en silencio, de ser nosotros mismos, de estar donde está la vida: Aquí y Ahora.
Cuando diriges tu atención hacia cualquier cosa natural, hacia algo que ha venido a la existencia sin la intervención humana, sales de la prisión del pensamiento conceptual y en cierta medida participas en el estado de conexión con el Ser en el que todo lo natural todavía existe. Llevar tu atención a una piedra, a un árbol o a un animal no significa “pensar en ello”, sino simplemente percibirlos, tomar consciencia de ellos. Entonces, te transmiten algo de su esencia.
Puedes sentir su quietud y sintiéndola surge en ti esa misma quietud. Sientes lo profundamente que descansa en el Ser, completamente unificado con lo que ES y con dónde está. Al tomar consciencia de ello, tú también entras en un lugar de profundo reposo dentro de ti mismo.
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Un gran espacio silencioso contiene la totalidad de la naturaleza en un abrazo. Y también te contiene a ti.
Sólo mediante la quietud interior tienes acceso al reino de quietud en el que las rocas, las plantas y los animales habitan. Solo cuando tu ruidosa mente se queda en silencio puedes conectar profundamente con la naturaleza e ir más allá de la separación creada por el exceso de pensamiento
Pensar es una etapa en la evolución de la vida. La naturaleza existe en una quietud inocente que es anterior a la aparición del pensamiento. El árbol, la flor, el pájaro, la roca no son conscientes de su propia belleza y sacralidad.
Cuando los seres humanos se aquietan, van más allá del pensamiento. Hay una dimensión añadida de conocimiento, de conciencia, de quietud que está más allá del pensamiento.
La naturaleza puede llevarte a la quietud. Ese es su regalo para ti. Cuando percibes la naturaleza y te unes a ella en el campo de quietud, este se impregna de tu conciencia. Ese es tu regalo a la naturaleza. A través de ti, la naturaleza toma conciencia de sí misma. Es como si la naturaleza te hubiera estado esperando, para hacerlo, durante millones de años.
¿Puedes ver que ese “yo” es pasajero, que es una formación temporal, como una onda que recorre la superficie del agua?
¿Quién ve que esto es así?
¿Quién es consciente de que tus formas físicas y psicológicas son pasajeras?
Yo Soy
Eckhart Tolle
https://www.youtube.com/watch?v=IBnEre25lmY
Comentarios
Muy bonitos tus audios ????
Hola
Gracias, Jéssica, por tantos audios...