Reflexión:
Comenzamos la reflexión de La Liturgia del día de hoy, poniéndonos en El Nombre del Padre, etc.
Queridos hermanos y hermanas:
En nuestra vida diaria cuando tenemos ocasiones de conversar acerca del Evangelio, La Sagrada Doctrina de La Iglesia, la vida de algún santo o algo relacionado a nuestra religiosidad, muchos de nuestros oyentes tienen una actitud de indiferencia hacia ello tal como son las palabras del tribuno Festo que dice: «se trataba sólo de ciertas discusiones acerca de su religión y de un difunto llamado Jesús, que Pablo sostiene que está vivo» Este tipo de expresiones como: «se trataba solo de ciertas discusiones» son producto de algunas cuestiones a saber:
1. La ignorancia.
2. La dureza de corazón.
3. El corazón frio.
1. La ignorancia. En cuanto que el hombre no ha sido instruido desde su niñez catequéticamente, o no se ha dejado instruir por su propio querer aún cuando se le haya propuesto, o porque tiene la ignorancia invencible cuando se da en casos de inadvertencia, olvido o cuando el hombre pone todo su empeño para lograr comprender, pero no puede aún cuando lo hace con buena diligencia moral, por lo que no debe haber en este caso preocupación, ya que se puede poco a poco con sus propias fuerzas y principalmente con la gracia de Dios lograr el aprendizaje.
2. La dureza de corazón. Cuando se ha heredado de padres que también tenían esta dificultad, porque ellos también no fueron educados en nuestra religiosidad porque a su vez también tuvieron otros padres de escaza educación de nuestra religiosidad. Pero la dureza de corazón puede ser también porque habiendo los padres educado a sus hijos, estos por propia voluntad dejaron de educarse y mantenerse en la perseverancia de la fe, lo que hace que poco a poco el corazón se endurezca.
3. El corazón frio. De quien habiendo llegado a una madurez, y aún cuando mantienen una religiosidad externa y de actitudes rutinarias como la oración, ir a La Santa Misa, realizar alguna obra de caridad, etc. y más aún cuando esta persona pudiera ser un religioso o laico consagrado, todo cuanto hace lo hace por rutina u obligación, pero no por amor a Dios y a sus hermanos; pues, por diversos motivos ha llegado a esa instancia de la frialdad de sus corazones.
Cuales quiera que fueran las circunstancias además de las mencionadas en cualquiera de estos tres puntos que se han expuesto, el hombre que actúa en consecuencia con «indiferencia» hacia nuestra religiosidad, debe ser asistido con toda la caridad posible para lograr llevarlo nuevamente al Sagrado Corazón de Jesús Eucarístico y logre su salvación y cante lo que nos entona el salmo de hoy: «Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios»
En Jesús hay una necesidad de los hijos que se van perdiendo, como es el caso que hemos expuesto: El ignorante, el de corazón duro y el de corazón frio. El Señor Jesús busca en el Primado de Pedro que estos hermanos e hijos de Dios sean pastoreados, principalmente los corderos que son los de condición «menor» que no solamente son los menores de edad a quienes debemos procurarle todos los cuidados porque de sus infancias dependen sus futuros, cosa que es muy importantísimo, sino, también quienes son unos infantes en su camino hacia El Señor. Estos son los corderos, el rebaño infante que Jesús desea que el Papa los apaciente, es decir, que los instruya, y de ahí la necesidad de que los niños tengan una religiosidad producto de la enseñanza de La Iglesia y de los padres que deben afanarse.
El pastoreo no solo indica que los infantes deben ser instruidos, es decir, no solo los corderos. El Señor Jesús pide que también lo haga con Sus ovejas – pide primero por los corderos, que son los que son más tiernos y luego las ovejas –; que siendo los más instruidos, pero que no dejan de tener la concupiscencia no lleguen a perderse tampoco; pues la necesidad del pastoreo la tienen infantes y adultos, porque todos llevamos la herencia del pecado y sus consecuencias, y por tanto, nadie puede decir ser salvo, ya que solo se salva el que persevere hasta el final.
La tristeza de Pedro podríamos decir que «manifestaría» que lo hizo a razón de que fue «tres» veces que Jesús le pregunta Pedro ¿me quieres?, con las «tres» negaciones de Pedro a Jesús, como que Jesús haya querido recordarle las tres negaciones no por reproche, sino, para que Pedro tenga en cuenta su debilidad humana, y que pese a todo Jesús con Su Amor de Dios, igual le encarga Su Iglesia – pastorea mis ovejas –, porque finalmente no solo es Pedro quien dirigirá Su Iglesia, sino, que lo hará con la ayuda del Espíritu Santo. Recordemos también que la Tradición de La Iglesia nos manifiesta que Pedro después de las negaciones lloró al punto que sus lágrimas marcaron surcos en sus mejías y le dejaron esas huellas en su rostro, por lo que el arrepentimiento fue desde lo más profundo de su corazón. Así Jesús no se equivocó en delegar Su Iglesia a quien tenía El Espíritu Santo de Dios y que manifestara: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Y Jesús le dijo: «Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo» Y luego Jesús le encargara Su Iglesia: «Tú eres Pedro»
Queridos hermanos y hermanas, que Dios nos bendiga y La Santísima Virgen nos proteja, y que fructifique sobre abundantemente la liturgia de hoy en nuestras vidas.
Como siempre los dejo con el mensaje de la importancia de comulgar todos los días o cuanto menos los domingos y fiestas de guardar: El que come Mi Carne y bebe Mi Sangre, tiene Vida Eterna, y Yo lo resucitaré el último día. Dice el Señor (Jn. 6, 54)
En El Nombre del Padre, etc.
Comentarios
Todo muy bueno. Buenísima manera de ayudar. Gracias.