En los comienzos de la escuela, la tarea del docente fue entendida como un "apostolado" que requería una entrega altruista y desinteresada. Hoy ese modelo cambió por uno más profesional.
La palabra tiene un origen religioso: en latín, vocare significa "llamar". En su acepción original, la vocación es una llamada de Dios. Hay profesiones que son más "vocacionales" que otras; la docencia es una de ellas. Sin embargo, pensar la tarea docente como vocación puede encerrar algunas trampas.
Al pensar la docencia como una ocupación altruista, pueden entenderse algunos de los problemas que históricamente han tenido que enfrentar los educadores, como las horas extra, las jornadas laborales no pagadas o los bajos salarios. ¿Cuánto de la tarea docente depende de la buena voluntad, la "entrega forzosa" que se espera de los profesores? ¿Cuántas veces la única retribución al trabajo extra es la "satisfacción" de haberlo hecho "por los chicos"?
La enseñanza es uno de los trabajos más complicados hoy en día. Enseñar requiere conocimiento amplio de una materia, plan de estudio y estándares; entusiasmo, una forma de ser cariñosa y un amor por el aprendizaje; conocimiento de tácticas de disciplina y manejo de un aula; y un deseo de hacer una diferencia en las vidas de los jóvenes.
Con todas estas características como requisitos, con razón es tan difícil encontrar buenos maestros.
Cuenta Ian Gilbert que cuando en las investigaciones se les pregunta a los niños qué esperan de un buen profesor, aparecen de forma predominante en las respuestas el sentido del humor y la coherencia. Para justificar la importancia de generar diferentes emociones positivas en el aula para motivar y facilitar el aprendizaje del alumnado, el propio autor comenta: “el suspense, la intriga, la curiosidad, la novedad, la sorpresa, el sobrecogimiento, la pasión, la compasión, la empatía, conseguir objetivos, el descubrimiento, la competición, la superación de obstáculos, los logros, la sensación de avanzar… todo esto desempeña un papel fundamental para abrir el cerebro del aprendizaje”. En definitiva, seguimos hablando de la importancia decisiva que tienen las emociones en la educación y de la necesidad imperiosa de conciliar el conocimiento con el entretenimiento, o lo que es lo mismo, de armonizar el cerebro racional con el emocional.
¿Qué es lo que hace a un buen docente?, ¿recuerdas a algún profesor o profesora que te hayan ayudado a que te enamores de una asignatura?, ¿eres capaz de decir el nombre de 5 profesores/as de tu etapa universitaria?, ¿hasta qué punto pueden influir nuestros profesores/as en nosotros?
Estas serán algunas de las cuestiones que abordaremos en el programa de hoy.
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