Es asombrosa la Ley de Recurrencia. Las personas normales, comunes y corrientes repiten siempre sus mismos dramas. Los cómicos, una y otra vez en cada una de sus vidas sucesivas repiten las mismas payasadas. Los perversos se reincorporan continuamente para repetir incesantemente las mismas tragedias.
Todos esos eventos propios de las existencias repetidas, van acompañadas siempre de las buenas o malas consecuencias, de acuerdo con la Ley de Causa y Efecto.
Volverá el asesino a verse en la horripilante ocasión de asesinar, mas será asesinado. Volverá el ladrón a verse con la misma oportunidad de robar, pero será metido en la cárcel. Sentirá el bandido el mismo deseo de correr, de usar sus piernas para el delito, pero no tendrá piernas, nacerá inválido o las perderá en cualquier tragedia. Querrá el ciego de nacimiento ver las cosas de la vida, aquellas que posiblemente le condujeron a la crueldad, etc., pero no podrá ver. Amará la mujer al mismo marido de su vida anterior, a aquel que posiblemente abandonó en el lecho de enfermedad para irse con cualquier otro sujeto, mas ahora, el drama se repetirá a la inversa, y el sujeto de sus amores partirá con otra mujer, dejándola abandonada. Volverá el salteador de caminos a sentir el deseo de correr, de huir, clamará posiblemente en estado de delirio mental, revestido con un nuevo cuerpo de naturaleza posiblemente femenino, tendrá delirios extraños, no podrá huir de sí mismo, enloquecerá, será un enfermo mental, etc., etc. Así, amigos, así trabaja la Ley de Recurrencia incesantemente...
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