La Vida Cristiana desde las Septimas Moradas, por Romulo Cuartas

Esquema de la intervención de Rómulo Cuartas:
Contexto biográfico-espiritual:

Las Moradas o Castillo Interior son escritas entre junio y noviembre de 1577, con 62 años, 42 años de monja, 15 años de Fundadora de 12 monasterios de monjas, 23 años de su conversión, 6 años de experiencia de inhabitación trinitaria, 5 años viviendo el matrimonio espiritual.

Su propuesta tiene el respaldo de la madurez de una vida vivida intensamente, desde la más alta experiencia espiritual, con altísimo concepto de la persona humana.

Justificación del Tema:

Porque casi nunca se nos propone vivir desde el interior, tampoco se nos propone vivir desde la plenitud, se pone más el énfasis en lo que no somos, pensamos que estamos determinados por nuestras propias limitaciones, y se nos habla más de vivir desde fuera y para fuera.

Presentación sintética de las Moradas:
• Un Castillo todo de un diamante o muy claro cristal
• La imagen de Dios
• Don recibido gratuitamente
• Nos exige cambio de esquemas mentales
• Para entrar la puerta es la Oración
• El Propio Conocimiento
• Luchar-Perseverar-Superar pruebas
• Disfrutar
• Morir al hombre viejo
• Abrirse a Cristo y seguirlo

Las Séptimas Moradas
• Dios vive en mí, yo vivo en Dios
• Matrimonio Espiritual: «Queda el alma hecha una cosa con Dios»
• «El hombre nuevo» es la persona:
Libre de temores
Generosa
Entregada
Siempre disponible
Humilde
Totalmente confiada en la misericordia de Dios
SERVICIO – ENTREGA
«Vida que sea imitando a la que vivió su Hijo muy amado»



Reflexión sobre la propuesta teresiana en Séptimas Moradas

• Teresa irradia la plenitud recibida
• Realizada en Dios desde siempre y dada a nosotros por gracia
• Vivimos ya en Cristo
• Hoy y aquí somos ya ¡¡hijos de Dios!!
• La vida cristiana sólo puede ser una vida en plenitud
• Dar testimonio de un Dios a quien conocemos y tratamos tan familiarmente como si continuamente estuviéramos viendo al invisible

Certezas y propuesta final

• «El cristiano puede y debe partir siempre de la plenitud ya dada, ya propuesta. Y cuanto más haga esto, y más consecuentemente lo realice, mejor cristiano será. En el ámbito natural, esta presuposición de la plenitud, de la perfección, de la meta, sería la equivocación más ridícula. La misma equivocación que cometería un discípulo que quisiera presentarse como maestro. En la vida cristiana, en cambio, toda negativa a partir de la plenitud es una forma de incredulidad ». (VON BALTHASAR, 1964)