Algunas veces llegamos a los textos atraídos por el nombre y el prestigio de su autor, que conocemos previamente; a veces, de formas más azarosas, a ciegas casi. No sabía nada del autor de este libro al comenzar a leerlo y no he encontrado ninguna información disponible después de acabar con él. No hay referencias biográficas en la información que aporta la editorial sobre el libro y los autores de las reseñas que he leído (aquí Izaskun Legarza y aquí, Alberto Arzua) tampoco saben nada acerca de él. Existe, sí, cierta información sobre Pere Ginard, el excelente ilustrador del volumen, pero en ella no se consigna la colaboración con el supuesto Dino Lanti.
A esta primera excepcionalidad en torno a Cuentos cruentos hay que añadirle una segunda, relacionada con su contenido y con su público potencial: Dino Lanti se ocupa de temas más bien serios (el desempleo, la anorexia, la escasez de la vivienda, etcétera) pero lo hace recurriendo a figuras del cuento y la fábula populares y a una métrica simple, de cuartetas de versos octosilábicos donde los pares riman en asonante, habitual en la copla y en otras formas de poesía popular.
El tratamiento de un tema de actualidad mediante el recurso a la fábula infantil dota a los poemas de Lanti de una ironía que refuerza el efecto satírico de los textos, cuyos personajes son desempleados ("En los ochenta la mina / del bosque encantado cerraron / y hasta los siete enanitos / se quedaron en el paro. / [...] Ahora, desmotivados, / ya no hacen nada bien, / y no se ponen en fila / ni en la cola del INEM"), un empresario cruel llamado "el Marqués de Esade", juguetes que viven un amor desafortunado, una pantera antisistema (The Punk Panther) que se niega a madurar, una Cenicienta obesa, unos perros revolucionarios y otro con pretensiones artísticas llamado Van Dog, una Alicia aficionada a las drogas, una ardilla que acaba delinquiendo tras perder la cola y convertirse "en una rata asquerosa" (60), un oso panda que se niega a reproducirse en cautividad, una pareja homosexual horrorizada por la sexualidad de su hijo, la popular Barbie, una ostra que muere al estornudar, K, un escarabajo que un día despierta convertido "en un humano asqueroso" (89), el Docteur Jouve ("Los años van Maupassant, / se va quedando Calvino, / se siente un poco Stravinski, / y muy poco cervantino", 114) y los animales de una granja que, en nombre de su independencia, construyen una cerca a su alrededor.
Visiblemente influido por Saki, Alfred Jarry (las ilustraciones de Pere Ginard recuerdan mucho a las de Pierre Bonnard para el Almanach illustré du Père Ubu de 1900), Edward Gorey y la tradición del limerick, Dino Lanti es otra de esas sorpresas que tengo que agradecer al profesor de Literatura Española de la Université de Liège Álvaro Ceballos Viro, y además un misterio, aunque uno de esos que tienen la virtud de invocar la risa.
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