Me vestí de cualquier día, ya sabes, con unos simples vaqueros, me coloqué, la sonrisa como pude,
(andaba olvidada no recuerdo ya por qué), y bajé de dos en dos los escalones, (al final siempre dudo, y tengo que saltar, el 19 haga lo que haga es impar).
Estabas en ese banco de madera, que como a ti, se le adivinaban los años por los surcos que a fuerza de navaja quedaron incrustados.
En silencio, esperaba la palabra con la que iniciabas el gesto de rascarte la barbilla, como si en ella guardaras una a una cada letra, como si cada caricia de tus dedos fueran un puente hasta tu boca, y tus ojos, en sintonía con las manos, la puerta de la memoria.
Detenido el tiempo, ya nada importaba, los niños con sus risas a la vuelta de la escuela, las madres cantarinas con sus carros de la compra, alguien vendía lotería, ¡que toca señora, que toca!.
En la burbuja insonora en la que estábamos sentados nada importaba, mis ojos fijos en la apretada línea de tus labios, los sentidos alerta, el tiempo (ese viejo conocido), nos acompañaba con lentitud en cada una de sus horas, curioso, nos vigilaba en este imparable retroceso, en el que cada minuto costaba más que el anterior, no resultaba fácil ya, construir los versos.
Una palabra ..... la primera, después será sencillo, te dije, y deteniendo tus dedos en la barbilla sin mirarme, me la diste:
( A L Z H E I M E R )
Eva R. Picazo
Comentarios
Sencillamente sublime, excelente trabajo.
Me gusta tu forma de contar las historias. Esos silencios ayudan a dar fuerza a la historia. Gracias además por decir que te gusta algunos de los audios que grabo. Un saludo.
muchísimas gracias! si conseguí que te llegara uno solo de los sentimientos entonces estoy contenta. Un abrazo
! maravillosa forma de transmitir sentimientos con tu voz, en cada pausa, simplemente magistral! felicidades!