09 - Lo que oculta la luna, de HP Lovecraft

Bienvenido a mi barco toma asiento y a mis historias del transcurso del río pero te garcía tu nuevo hogar pero debes saber una cosa templo aquí debe abandonar toda esperanza estás preparado para nuestras historias de terror stereo fantasy yo no tendrás un video a yo escucharemos lo alumno del de no odio la luna me asusta porque cuando a veces ilumina ciertos escenarios familiares y queridos los vuelve horrendo si extraños fue en el verano cuando la luna iluminó el viejo jardín por el que vagaba el verano hospital de flores narcóticos húmedos mares de follaje que traen sueños insensato si multicolores y mientras caminaba junto al riachuelo de aguas cristalinas y son meras vi cómo se alzaba extraños rizos bañados de luz amarilla como si sus plácida aguas fuesen atraídas irresistible mente hacia océanos extraños que no están en el mundo silencios asistentes y antes plateadas y siniestras aquellas aguas malditas por la luna discurrir nos hacia donde mientras en las orillas enmarañadas las blancas flores de loto se agitan una tras otra en el aire hipnótico y nocturno caían desesperadamente en la corriente y se perdían girando en los remolinos bajo el arco tallado del puente al tiempo que miraban hacia atrás con la siniestra resignación de unas fuerzas sosegada si muertas y mientras corría por la orilla pisando flores dormidas con pies indiferentes enloquecido del miedo a seres desconocidos y al señuelo de los rostros muertos piqué el jardín no tenía fin bajo esa luna porque donde estaban las paredes ahora sólo se desplegarán perspectivas de árboles y senderos flores y arbustos ídolos de piedra y pagas y curvas del riachuelo despeje ante de luz amarillenta que se alejaba entre hermosas orillas y pasaba abajo grotescos puentes de mármol y los labios de los rostros los dos muertos murmuraba tristemente y mi ordenaban que siguiera y mis pasos no se detenían hasta que el riachuelo se convertía en río y desembocaba entre marismas de cañas simple antes y playas de relucientes arena en la orilla de un mar inmenso y nombre sobre ese mar una diosa y por encima de sus olas mudas flotaba perfumes misteriosos y cuando vi desaparecer en el los rostros rotos desee tener una red con que poder pescar los y conocer de ellos los secretos que la luna había comunicado a la noche pero cuando la luna llegó a poniente y la marea callada se retiró de la técnica orilla vi a esa luz antiguos campanario es que las olas casi habían descubierto y blancas columnas cubiertas con las algas y sabedor de que los muertos habían llegado a este lugar hundido me estremezco y no quise volver a hablar con los rostros los dos sin embargo cuando vi a lo lejos en el mar descender del cielo cóndor negro en busca de descanso en un escollo enorme ha querido preguntarle sobre aquellos a los que yo había conocido cuando estaban vivos eso le había preguntado de no haber tan lejos pero se le veía lejísimos y desapareció de mi vista cuando llegó cerca de aquel escogió gigantesco así que seguir mirando cómo se retiraba la marea con la luna cada vez más baja y viendo a asomar los campanario las torres y los tejados de aquella ciudad muerta y mojada y mientras miraba mi olfato trato de cerrarse alrededor de los muertos del mundo que estaba anulando el perfume porque verdaderas mente en este lugar olvidado imposible de situar se había acumulado en la carne de todos los cementerios para que los hinchados gusanos marinos la roya deseen y se sacia se ella la malévola luna se o muy baja encima de estos horrores pero los gusanos hinchados del mar lo necesitaban de la luna para alimentarse y mientras observaba los movimientos durante que delataba las contracciones de los gusanos sentí un frío nuevo que venía de lejos de donde el cóndor había volado porque mi carne acababa de