Saber tomar la decisión correcta
Ford, como ya hemos visto, era un hombre de una convicción y una fe inquebrantables. Eso le permitió superar condiciones extremadamente difíciles. La fe en el éxito es uno de los elementos claves de todo éxito. El autor del best-seller Reflexione y hágase rico, Napoleón Hill, quien, a pedido del archimillonario estadounidense Andrew Carnegie, estudió la vida de varios millonarios para elaborar su filosofía del éxito, afirma incluso que el secreto supremo del éxito reside en la fe. Y lo formula de este modo: “Todo aquello en lo que la mente humana puede creer, también puede realizarlo”.
La fe tiene, por lo tanto, suma importancia. Y todos los que han triunfado han creído en su estrella, en sus sueños. Para ellos, nada parecía imposible.
Empero, objetará usted, tener fe es una cosa, pero ¿cómo saber si uno cree en una buena idea y no en un proyecto desastroso? Sobre todo sabiendo que, confesado por ellos mismos, hasta los millonarios y hombres de negocios encumbrados han llegado a cometer errores muy costosos. ¿El daño no es aún más considerable para el que está comenzando? ¿Cómo saber diferenciar la paja del trigo? ¿Cómo elegir entre lo posible y lo imposible? ¿Cómo, en otras palabras, desarrollar una seguridad de juicio que permita no ya eliminar, pues nadie está por entero libre de cometer errores, pero sí, al menos, reducir las posibilidades de errores?
Constantemente se nos llama a tomar decisiones. Para aceptar un empleo o cambiarlo, para elegir una profesión, para dar aval a un proyecto, para invertir dinero. El que quiere sobrevivir y enriquecerse debe tomar la decisión correcta. Lo más a menudo posible. ¿Pero existe un método seguro para desarrollar esta capacidad tan preciosa? ¡Sí! Y vamos a examinarlo sin más demora.
Esta facultad le permitirá saber en qué proyectos debe creer, y le permitirá alcanzar cimas inigualadas.
Lo que es evidente, lo que salta a la vista, rara vez permite alcanzar la riqueza. Si así no fuera, todo el mundo sería rico. El hombre que llega a enriquecerse, mientras los que lo rodean se hunden en la mediocridad y se pasan la vida ajustándose el cinturón, es como un clarividente entre ciegos. Contrariamente a la mayoría de la gente, ha desarrollado la capacidad de percibir el resplandor de lo posible en lo que a los demás les parece imposible. Ve más allá de los obstáculos que se alzan en el camino de toda empresa. Percibe los medios que le permitirán triunfar.
En la conducción de los negocios, para llevar a cabo una carrera, poco importa en qué dominio, todo hombre marcha sobre una cuerda floja. Un mal paso no es necesariamente falta, pero demora, al menos un tiempo. Por lo tanto hay que desarrollar la facultad de tomar lo más a menudo posible la decisión correcta. Saber decir sí cuando así debe ser, pero también decir no y alejarse de las aguas peligrosas si se trata de un negocio que podría conducir a la ruina.
Resulta alentador comprobar que, en la opinión de la mayoría de los hombres ricos, esta capacidad rara vez es innata y puede adquirirse y desarrollarse. Es decir, por lo tanto, que es accesible a cualquiera que se tome el trabajo de obtenerla y cultivarla. En ese capítulo veremos cómo. Este aprendizaje esencial es, como ya lo verá, mucho menos difícil de lo que usted pueda pensar.
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