2ª Parte
218 antes de Cristo o 535 ab urbe condita.
A su hermano Asdrúbal también le encomendó la región al sur del Ebro y le asignó un ejército, compuesto principalmente por tropas africanas, con cerca de 11.850 soldados africanos, 300 ligures y 500 baleares, que formaron la infantería, 450 jinetes libio-púnicos, 300 jinetes ilergetes hispanos y 1.800 jinetes númidas, que conformaron la caballería, 21 elefantes y una flota, que quedó estacionada en la costa, compuesta por 50 quinquerremes, 2 cuadrirremes y 5 trirremes de las que 32 quinquerremes y 5 trirremes estuvieron bien pertrechadas y dispuestas para un combate naval. Aún en Hispania, hizo, sin trabajo, nuevos reclutamientos, aseguró suficientemente sus espaldas y no dejó más que un fuerte núcleo de infantería, con buena caballería y elefantes, que constituyó la fuerza del ejército cartaginés.
Al mismo tiempo tomó eficacísimas medidas para tener siempre fáciles comunicaciones entre Hispania y África, estableciendo una escuadra en la costa y un cuerpo de ejército numeroso en el África occidental. Cartago, por su parte, debía mandar veinte galeras y 1.000 soldados con la misión de desembarcar en la costa occidental de Italia y hacer en ella correrías.
El citado plan romano, de doble ataque sobre Hispania y África por los cónsules electos, quedó sin efecto ante la sorprendente ofensiva de Aníbal, que envió a África, como se ha referido anteriormente, un ejército para su defensa y partió en la primavera con otro ejército, compuesto por 50.000 hombres, cuyas dos terceras partes fueron africanos y una tercera parte íberos, 9.000 caballos y 37 elefantes, desde Cartago Nova hacia Roma.
(Otros cifraron este ejército púnico en 90.000 hombres de infantería y 12.000 de caballería).
La falta de barcos obligó a Aníbal a realizar esta acción por tierra.
Cuando su ejército inició el paso de los Pirineos, ciertos nativos descubrieron que el general cartaginés los conducía a Roma, y quebraron su voluntad y determinación a seguirle, desertando 3.000 carpetanos. Galia.
Estos galos, luego, ganados mediante sobornos, permitieron el paso del ejército cartaginés por su territorio.
A pasos agigantados, Aníbal se dirigió hacia el Ródano, enviando delante mensajeros para ganar el ánimo de los galos de la zona.
El cónsul romano consideró que lo más fácil y seguro sería enfrentarse con Aníbal en suelo itálico, una vez que descendiera de los Alpes.
Ante tal adversidad, decidió regresar a Massilia y, de allí, navegó hasta Genua (actual Génova) con una muy pequeña fuerza, con intención de defender Italia con el ejército de los pretores romanos, estacionado en el valle del Po y esperar en la Galia cisalpina la llegada de Aníbal.
Fiel a su plan, ya ordenó a su hermano y legado, Cneo Cornelio Escipión Calvo, embarcar con el grueso del ejército (dos legiones y sesenta naves) rumbo a la Península Ibérica.
El plan romano de invasión de África quedó, pues, pospuesto ante la necesidad de realizar un nuevo reclutamiento para reforzar la defensa del Po.
Aníbal, encaminado a cruzar los Alpes, convocó y pasó una gran revista a sus tropas para participarles sus proyectos.
Entonces, ascendió y marchó por la orilla izquierda del río Ródano, y se encontró con que Aníbal ya había avanzado hacia el interior de la Galia Cisalpina.
El cónsul romano consideró que lo más fácil y seguro sería enfrentarse con Aníbal en suelo itálico, una vez que descendiera de los Alpes.
De Massilia (Marsella) navegó hasta Genua (actual Génova) con una muy pequeña fuerza, con intención de defender Italia con el ejército de los pretores romanos, estacionado en el valle del Po.
El gran ejército cartaginés marchó directamente hacia el valle del alto Isar, que, después de cuatro días de caminatas, llegó a la altura de "la isla de los alóbroges", lugar delimitado por la unión de los cauces de los ríos Isar y Ródano, siendo una tierra rica y poblada muy fértil.
Tras resolver la disputa entre los alóbroges, Aníbal reanudó su marcha y, tres días después, Aníbal había dejado atrás las orillas del Ródano.
La presencia cercana de las tropas romanas obligó a Aníbal a entrar en la Galia Cisalpina, atravesando los Alpes con ayuda de guías indígenas.
Mientras esto acontecía, el senado romano ordenó al cónsul, Tiberio Sempronio Longo, regresar de Sicilia a Italia y acudir al norte, a la Galia Cisalpina, para unir su ejército al de su colega.
Los romanos contaron ya con un ejército de 25.000 hombres allí, bajo el mando de dos pretores.
Después de que el cónsul, Publio Cornelio Escipión, desde Genua (Génova) desembarcó en Pisa, inmediatamente se apresuró en buscar a Aníbal.
Sicilia.
Italia.
Costa del sur de Italia.
Luego, el cónsul, Tiberio Sempronio Longo, regresó a Lilibeo (Marsala) con su ejército y su escuadra.
Hispania.
Noreste de Hispania, actual Cataluña.
En Hispania, Cneo Cornelio Escipión Calvo, legado de su hermano, el cónsul, Publio Cornelio Escipión, después de haber luchado contra los galos cisalpinos, desembarcó, a finales de verano, en Emporión, en griego, o Emporiae, en latín (actual Ampurias) dos legiones y los correspondientes auxiliares itálicos para atacar la base de abastecimiento del ejército de Aníbal (hombres y dinero) y evitar que le enviaran refuerzos.
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