Ahí donde habitan las sombras y el Necronomicón (Versión voz)

Estás a punto de entrar en la casa oscura ahí donde habitan las sombras pero antes de cruzar el umbral recuerda que los monstruos son reales y los fantasmas son reales también viven dentro de nosotros y a veces ellos ganan casa oscura marta bello el viento va sobre sus cabezas los niños trataban de refugiarse bajo sus capas y caminaban hombro con hombro tratando de atrapar algo de calor tratando de no pensar en las alemanas que los observaban tras los oscuros guía arroz tras los espesos matojos de hierbas punzantes las sombras informes se dividían y multiplicaban susurra van en sus oídos palabras que nunca hubieran deseado oír les experian que siguieran en la senda de piedras horas allí donde se ocultaban los voraces insectos los lagartos de la noche de ojos brillantes y reales la niña vio al cuerpo posado en un tocón y se detuvo su hermano lo hizo también agarrando con fuerzas humano sintiendo el temblor de sus dedos fríos con los ojos del animal clavados en ellos como agujas siguieron hacia adelante mientras el crepúsculo también avanzaba como lo hacen las fieras agazapado alerta el niño miro hacia atrás pero sólo estaba la nada lo oscuro por eso sus pasos arrastraron los de su hermana corrí corrí detrás de ellos el aleteo del cuervo y los susurros de las alemanas el murmullo del bosque y el canto del crepúsculo que moría delante de ellos lo ignorado quizás la muerte quizás la salvación grecia lloraba aunque sus lágrimas se las lleva el viento como se llevaba las esperanzas de su hermano jan de encontrar una salida las tinieblas llegaron y avanzaron a tientas en silencio temerosos de que una palabra las rasgar a y cayera sobre ellos alguna maldición como aquellas de las que siempre hablaba su madre cuando acudía a su habitación les hablaba de ali mañas y de casas oscuras donde los niños crecían con el miedo como compañero de juegos les hablaba de niños que esperaban la llegada del monstruo agazapado dentro de su armario de las garras escribían de noche bajo sus camas su madre siempre les hablaba de ello después de que su padre hubiera marcado a sus espaldas a fuego después de que las lágrimas de dolor les hubiera abandonado después de poner un poco de alcohol en sus heridas tal vez todo había sido un sueño pensaba agradecen mientras daba un paso más centra en las sombras mientras sus ojos se acostumbra van a la oscuridad y podía ver que el bosque terminaba y llegaban a un claro jan y crecen se detuvieron ante la casa que acababan de encontrar en su porsche abierto una mecedora vacunada por el viento hacia crujir el suelos de madera sus moradores dormirán seguro pero no se negaría a recibir a dos niños perdidos no podían negarse piensa bajan mientras subía los escalones del porche y detenía su mirada en la mecedora oyeron un aleteo tras sus espaldas y supieron que era el cuerpo del tocón el mismo que ahora se posaba en la espalda de la mecedora guiando uno de sus ojos mientras la puerta de la casa se habría para ellos encontraron una sala iluminada por las brasas que aún quedaban en el fuego y deliciosos manjares que esperaban a sus manos deseosos y mientras comían las sombras de la casa danzaban en torno a ellos murmuraba en su presencia pero su hambre era más voraz más que el misterio que les rodeaba las heridas de sus espaldas cicatrizan pero el vacío de sus estómagos nunca lo vacía mientras comían no reparan en los ruidos del sótano en los pasos del ático no reparaba en las huellas de las alemanas que empezaban a rodear les atraídas por el olor de la comida que no eran los pasteles ni los asados sin no ellos mismos el cuervo al sobre el vuelo y entró en la casa por un hueco de la ventana resquebrajado para posar si sobre un sillón de si lacado allí donde descansaba una muñeca sin brazos miró a los niños que seguían comiendo reconforta dos por las escasas brasas que el viento que se coló por la chimenea avivó impaciente por observar también lo que había de suceder alguien grito en el ático y los niños se miraron interrogantes con los estómagos saciados dejaron que las sombras les siguieran escaleras arriba allí sólo había