Cascoteos en la Bodega es un evento cultural en el cuál serán revisados; intervenidos y subastados textos de autores de la provincia de San Juan en el contexto de la Bodega Las Marianas. Los textos serán presentados en carácter anónimo para luego ser intervenidos por quienes participen. Se propondrá un recorrido por los textos presentados con la posibilidad de leer e intervenir directamente sobre los mismos. Los papeles intervenidos formarán parte de una galería/antología virtual. Se ofrecerán textos impresos para comprar y armar la propia antología según el lector seleccione sus lecturas. Habrá posibilidad de pagar analógica o virtualmente por los textos presentados, y un espacio de degustación en la bodega articulado con las actividades. Posteriormente, se propondrá un espacio de escucha y luego de debate sobre las producciones en el que el grupo revise y comparta sobre lo leído, intervenido y sentido. Conversamos con 3 de sus organizadores: Iván Martínez, arquitecto, docente universitario y escritor, cocondujo junto a nuestro columnista de La Casa de Asterión el programa La Magia y el Laberinto por Radio Universidad; Reina Jimena Sosa, profesora universitaria de lengua, quien incursiona en la escritura, la danza, la ilustración y la edición de libros, y Jesús Tello, profesor, escritor, Presidente de la Cooperativa de Trabajo Ciudad del Sol Limitada y Representante Legal de la Escuela Ciudad del Sol.
Secretos de las siestas
Los parrales son un territorio lúdico fundamental en las niñezes sanjuaninas, porque allí, en la base de los sarmientos , están los cascotes, preciados proyectiles para las disputas territoriales de les participantes . Los cascotes tienen una particularidad muy preciada para este juego, es tierra que ha sido recientemente mojada, y luego reseca por un sol abrasador. Como consecuencia, son altamente porosos, y livianos en comparación a una piedra. El juego de los cascotazos es muy importante pues, aunque tiene como lógica fundamental impactar los cuerpos de les participantes, no tiene como objetivo lastimar. Lo divertido aquí no es derribar o amedrentar, sino las sensaciones en los cuerpos de las fricciones contra los cascotes voladores. Está terminantemente prohibido lanzar piedras, por considerarse estas peligrosas para tanto compañeres, como adversaries.
En los cascotazos no hay victoria ni derrota, pues los grupos quedan cubiertos de tierra de un modo que no es posible distinguir bandos, pero la masa colectiva, luego de la cascoteada, nunca es la misma, porque en ese dar y recibir golpes amigosos emergen conciencias que antes no existían.
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