De entre los restos romanos conservados en Monturque, destaca, por su magnitud y conservación, la Gran Cisterna que se encuentra bajo el cementerio de San Rafael. Las cisternas romanas de Monturque constituyen uno de los más valiosos ejemplos de la ingeniería hidráulica romana en la Península Ibérica. Se trata de una de las obras de aprovisionamiento de agua mejor conservada, siendo las únicas visitables en España.
Declaradas Bien de Interés Cultural, en el año 2006 se llevó a cabo una importante intervención de musealización y puesta en valor de este monumento, convirtiéndolo en un centro de interpretación sobre los usos del agua y la ingeniería hidráulica durante la época romana. Están datadas en el S.I d.C, coincidiendo con el reinado de la dinastía Flavia. Esta obra de gran monumentalidad y significación, tendería fundamentalmente a la recaudación y almacenamiento del agua de lluvia, con una capacidad de 850.000 litros.
Posee planta rectangular, conformada por tres naves o galerías paralelas, separadas por gruesos muros y cubiertas con bóvedas de medio cañón. Cada una de estas naves se divide en cuatro cámaras o compartimentos, comunicados entre sí mediante pequeñas puertas, rematadas por arcos de medio punto. En la bóveda de cada uno de los compartimentos, los óculos circulares preexistentes fueron ensanchados para dotar de mayor ventilación a la cisterna.
Su descubrimiento fortuito respondió a la necesidad de ampliación del cementerio de la localidad como consecuencia de los estragos originados por la epidemia de cólera del último tercio del S.XIX, que asoló multitud de lugares de la península ibérica. Tras su hallazgo, la mentalidad de la época en la que ocurrió el descubrimiento y la falta de protección legal sobre los monumentos histórico-artísticos, propició que las obras del cementerio se llevaran a cabo, incorporando para diversos usos algunas salas de las cisternas. Así, las tres salas del sur fueron utilizadas, una para incorporar el aljibe o pozo al cementerio, otra de ellas fue utilizada como panteón y la tercera a modo de gran osario.
El procedimiento para su construcción consistía en el relleno de encofrados de madera con opus caementicium, para constituir los muros principales. Después se procedía al enlucido con opus signinum para su impermeabilización.
El acopio de agua que se llevaba a cabo en estas cisternas provenía en exclusiva del agua de lluvia que era drenada por la disposición del terreno. Mediante el sistema de repetición y adosamiento de naves se facilitaba el trasiego del agua de una nave a otra y la disposición de estas impurezas en el fondo.
Del extremo norte de la cámara situada al este, parte una estrecha galería con trayectoria quebrada de unos 28 m. de longitud, que haría las veces de desagüe. La interpretación que se viene haciendo del uso del agua de esta gran cisterna es abastecer principalmente a los baños públicos que se situaron muy cerca de la finalización del canal.
Han quedado pocos restos monumentales de depósitos romanos similares en magnitud y tipología a los de Monturque, siendo estos equiparables a los conservados en Roma o Túnez, dando ejemplo del esplendor que habría alcanzado Monturque en la época, al recibir en su seno construcciones comparables con las de enclaves tan importantes del imperio romano.
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