Radio Libertad. La tarde en Libertad
Programa dirigido por Miguel Angel Fernandez
Entrevista a Fernando Navarro.
Resumen de contenidos:
La conquista y colonización española de América fue muy singular no sólo por el mestizaje y el sincretismo cultural, sino por el cuestionamiento de la misma desde las más altas instituciones del Imperio, Carlos V a la cabeza. En este punto la mayoría de los hispanistas coinciden desde Hanke y Hugh Thomas hasta Silvio Zavala o John Elliot pasando por Carlos Fuentes). Dan prueba de ese cuestionamiento la temprana legislación protectora de los indios (Leyes de Burgos de 1512, Nuevas Leyes de 1542) y las intensas polémicas acerca de los derechos de la población indígena o de la legitimidad o no de la conquista. En la Junta de Valladolid de 1550, convocada por el Emperador Carlos V, debatieron sobre la “duda indiana” Fray Bartolomé de las Casas y Sepúlveda. El primero sostuvo la tesis de la bondad natural del indio, de la necesidad de convertirlo pacíficamente, se su carácter de súbditos del Rey y sobre todo de la necesidad de legitimar la conquista. Sepúlveda, por el contrario, defendió las tesis de los “encomenderos” (los esclavistas): El indio es un bárbaro, un “no-humano”, la guerra contra él es Justa, puede y debe ser conquistado y después sometido a servidumbre (se apoyó en la autoridad de Aristóteles). Los historiadores no se ponen de acuerdo en quien ganó el debate ante el Emperador Carlos, aunque la leyes dictadas a continuación sustentan la idea de que se impuso la tesis de Bartolomé de las Casas. Prevaleció la humanidad frente a la mera conquista. Cosa distinta fue luego la escasa observancia de aquellas benignas leyes: “Obedézcase, pero no se cumpla”.
Pero aquellas leyes tan increíblemente avanzadas para el siglo XVI y por decisión voluntaria del Imperio más poderoso del momento (la Monarquía Hispánica) no surgieron de la nada, sino por influjo de la “Utopía” de Tomas Moro, una obra de 1515 y que muy pronto llegó a Nueva España por gracia de Fray Juan de Zumárraga, fundador de la Universidad de México. Zumárraga fue buen amigo de Vasco de Quiroga (Tata Vasco para los indios) uno de los grandes valedores de los indígenas en lo que fue su gran proyecto personal y humanitario de “Hospitales-Pueblo” (Michoacán).
El siglo XVI fue una época plagada de utopías y de mitos, cuyo deslinde entre realidad y fantasía no estaba perfectamente definido, conviviendo de tal modo mitos geográficos como “El Dorado”, las fuentes de la eterna juventud, La California, las amazonas o la ciudad de los césares, con mitos psicológicos tan radicalmente opuestos como “el buen salvaje” (siglos después Rousseau consagró tal mito) o el “bárbaro cruel” (sacrificios, canibalismo, idolatría, etc). En palabras del gran hispanista Ernesto Barnach aquellos mitos fueron una avanzada del “realismo mágico”.
A las experiencias de Vasco de Quiroga y Fray Bartolomé de las Casas hay que sumar las muy destacadas Reducciones Jesuíticas del Paraguay, plenamente activas desde 1609 hasta 1767, año en que la Orden fue disuelta por Carlos III. Aquellas comunidades indígenas aisladas, protegidas por los jesuitas, llegaron a contar con más de 30 pueblos en una superficie de 100.000 Km2 y una población indígena (mayoritariamente guaraní) de 200.000 almas. Las Reducciones eran la práctica de la utopía – mantener al buen salvaje apartado de las nocivas influencias europeas y educarle y formarle- y, como tal, tuvieron también sus zonas grises y un impacto enorme en el desarrollo del actual Paraguay.
Como afirma el historiador Bartolome Bennassar, citado por Barnach, “exaltar o condenar globalmente la conquista es aventurado…”
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