Queridos amigos, las opiniones son como el culo, cada uno tiene el suyo. Todos tenemos derecho a expresarnos libremente, siempre que sea de una manera educada y respetuosa. Pero, aunque preguntar no es ofender, no es de extrañar que los futbolistas se echen a temblar cada vez que alguien se les acerca con un micrófono en la mano. Nadie dice que sea fácil estudiar cuatro años de carrera para preguntar al pateapelotas de turno que si cree que su equipo puede remontar en la segunda parte, si piensa que se trata de un partido trampa o, en su caso, que nos cuente como ha sido su gol de cabeza. Claro que como los jugadores demuestran su inteligencia comprando en Media Markt, por eso se han aprendido de memoria una retahíla de respuestas que recitan en cada partido, como si se tratara de unos amigos y residentes en Albacete, que estuvieran concursando en el Un, dos, tres. En el fútbol no hay rival pequeño, la eliminatoria está al cincuenta por cien, hay días en que la pelota no quiere entrar, los penaltis son una lotería. Hay una frase para cada ocasión y para opiniones, colores. En estas ocasiones, yo no puedo evitar acordarme de mi abuelo. Cuando en el pueblo el cielo estaba muy encapotado y amenazaba con comenzar en cualquier momento la segunda parte de el diluvio universal, yo le preguntaba: Abuelo, ¿tu crees que va a llover? Y él siempre, con rotundidad, me respondía: Si se mantiene así, no. Buenas tardes, y saludos cordiales.
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