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La Resurreción. El cuerpo de Jesús fue depositado en un sepulcro que pertenecía a José de Arimatea, un miembro del Sanedrín. ¡Nadie se sorprendió más que los discípulos de Jesús cuando oyeron decir que el hombre al que habían visto morir el viernes, andaba circulando el domingo! (Mt. 28: 2-15; Mc. 16 : 1–11; Lc. 1 : 12; Jn. 20 : 1–18) En un comienzo les pareció que no era sino una insensatez histérica. Mas, luego que Jesús se les apareciera una y otra vez, ya no pudieron seguir negándolo. Fue Tomás quien sólo se convenció y creyó luego que haber tocado con sus manos las huellas de los clavos en el cuerpo de Jesús. (Jn. 20 : 24–29). La resurrección había transformado, de hecho, la tragedia de la crucifixión en un triunfo para toda la humanidad.