De un tiempo a esta parte la palabra ego ha tomado un protagonismo grande en las conversaciones más habituales.
Antes no era así. Recuerdo la primera vez que me tropecé con ella en una conversación. Debí poner una cara un tanto extraña porque mi interlocutor me dijo: Si, si ego, soberbia.
Ahora es un término frecuente y tiene más “prestigio” que la palabra soberbia porque ésta parece menos delicada, menos elegante. Sin embargo, a fin de cuentas, es lo mismo.
Paradójicamente hay personas muy orgullosas de su ego, es más te lo reconocen abiertamente, yo es que tengo mucho ego, te dicen cuando se les pregunta.
Suelen ser personas inflexibles y con un conocimiento propio muy escaso. No es raro que llegado el caso te digan que ellos no se arrepienten de nada de lo que han hecho en el pasado. Eso les lleva a ser poco agradecidos. Todo lo hacen bien. No le deben nada a nadie. Como consecuencia de ello son incapaces de pedir perdón.
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