03-10-2025 La mirada profunda de la fe - 10 Minutos con Jesús

Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes, te adoro con profunda reverencia, te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración. Madre mía inmaculada, San José mi padre y Señor, ángel de mi guarda, interceded por mí.

No se me olvidará una escena que vivía hace un tiempo. Era verano, estábamos haciendo un campo de trabajo en una zona rural de Lituania. El mar Báltico estaba cerca y una tarde nos acercamos a la puesta de sol sobre el mar.

Una pasarela de madera te permitía adentrarte muchos metros sobre el mar.

Contemplamos absortos la amalgama de colores compuestas por las tonalidades del mar, el sol, el cielo. Absortos estaban también cuatro chavales, pero con sus móviles, sentados en el suelo y apoyados en la barandilla de madera, colocados justo de espalda al espectáculo que los demás admirábamos. Al fin uno de ellos gritó, mirad, ha aparecido uno, vamos por él.

Entonces descubrimos que se trataba de unos valerosos cazadores de pokémons.

Se levantaron con una exhalación y a toda prisa recorrieron los metros y metros de pasarela, ajenos al fenómeno que todos en silencio admirábamos, dispuestos a dar caza a su pokémon. Jesús pensar que así vamos a veces por la vida, pendientes de muchas cosas, dando importancia a muchas cosas que realmente no lo tienen, porque incluso no existen más que nuestras cabezas o en nuestros teléfonos.

Que estos ratos de oración contigo Jesús nos lleven a poner la mirada en lo que importa de verdad. Nos permitan descubrir tu presencia en las cosas del día a día. Nos recuerden que el don más grande que tenemos es que somos hijos de Dios. Un don que nadie nos puede robar. Que pase lo que pase en nuestro día a día, realmente no pasa nada si te tenemos a ti. Que de todo, de todo, puedes sacar bienes.

Aquellos chavales vieron la puesta del sol, estaban allí con todos, pero no lo supieron apreciar. Su atención estaba puesta en unos personajillos virtuales, coleccionables, a la vista sólo en sus móviles. Divertido, entretenido, pero tan sólo virtual. Jesús, que como esos chicos iban descubriendo pokémons allí por donde iban, que nosotros fruto de este rato de oración, de estos ratos de oración contigo, te sepamos descubrir en lo que hacemos, en lo que nos pasa, en las personas con las que coincidimos. Que estos ratos de oración nos permitan ir descubriendo qué es lo que esperas de cada uno en las cosas del día a día.

Y que no nos suceda de esta manera lo que te hizo exclamar de tres ciudades judías y que recoge el evangelio de hoy.

Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido vestidos de sayal y sentados en ceniza.

Por eso el juicio le sea más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras. Y tú Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás hasta el abismo. Corzaín, Bethsaida, junto con Cafarnaún y Tiberias eran ciudades de Galilea, situadas todas ellas junto al lago de Tiberiades. ¿Cuántos milagros vieron realizarse? ¿Cuántas horas de predicación escucharon de tus labios Jesús? Pero sus corazones no se convirtieron. Se alegran por las curaciones, se asombran de tu poder, admiran la fuerza de tu palabra, pero no te seguirán. No se decidirán a hacer penitencia por sus pecados. Su actitud vital no cambiará.

Esperabas de ellos que reaccionasen, que quisieran cambiar de vida, una vida acorde con tus enseñanzas, que diesen muestras de contricción como era costumbre vistiéndose de sallal, una tela tejida con pelo de cabra áspera que recordaba la aspereza del pecado y con ceniza que picaba y que recordaba la muerte, la muerte del alma a la que nos conduce el pecado si nos dejamos arrastrar por él y sentados, vestidos así