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By VIVA RADIO CURSO DE APRECIACIÓN MUSICAL
03 Oir y escuchar

03 Oir y escuchar

5/5/2025 · 06:09
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Description of 03 Oir y escuchar

Hacer un curso de apreciación musical es importante porque nos enseña a escuchar con atención, sensibilidad y comprensión, permitiéndonos disfrutar la música de forma más profunda. No se trata solo de reconocer estilos o instrumentos, sino de entender cómo funciona la música, cómo nos emociona y qué nos dice sobre las culturas que la crean. A través de la apreciación musical, ampliamos nuestro oído, cultivamos nuestra inteligencia emocional y desarrollamos una mayor conexión con el arte, con los demás y con nosotros mismos. Es una forma de enriquecer la vida cotidiana y despertar la capacidad de asombro.

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Curso de Apreciación Musical. Oír y escuchar. Dos formas de habitar el sonido.

Bueno, vivimos totalmente inmersos en sonidos, ¿no? Casi sin darnos cuenta.

Sí, es verdad.

El ruido de la ciudad, la música de fondo en los sitios, las notificaciones del móvil...

Constantemente.

Oír es, bueno, es inevitable. Pero, a ver, ¿cuántas veces pasamos de ese simple oír a escuchar de verdad, con intención? Uf, buena pregunta.

Esa es la cuestión que me gustaría que exploráramos hoy. La diferencia, que yo creo que es crucial, entre oír, que es algo biológico, y escuchar, que ya es un acto consciente.

A ver, vamos a meternos un poco en esto.

Sí, sí, es que es clave, ¿eh? Y más cuando hablamos de cómo nos relacionamos con, bueno, con la música, por ejemplo.

Pero también con otras personas.

Claro.

No es solo una cuestión de elegir una palabra u otra. Es que cambia.

Cambia radicalmente nuestra forma de procesar el mundo sonoro.

Oír, digamos, es la base, la fisiología pura.

El mecanismo.

Eso es. El oído capta vibraciones, las convierte en señales eléctricas que van al cerebro.

Es algo automático, ¿sabes? Siempre está en marcha.

De hecho, es curioso, porque podemos cerrar los ojos con los párpados, pero no tenemos orejeras naturales. El oído siempre está abierto.

Es verdad, no lo había pensado así. Es un proceso pasivo, entonces.

Una recepción continua. Pero escuchar, uf, eso ya es otra historia.

Implica una acción, ¿no? Algo deliberado.

Totalmente.

Dirigir la atención, elegir qué sonidos procesamos y cuáles, bueno, pues dejamos pasar.

Exacto. Es decidir.

Ahí es donde interpretamos, valoramos, sentimos.

Pienso en, no sé, oír las noticias de fondo mientras haces otra cosa.

Que casi ni te enteras.

Claro. Y en cambio, escuchar con atención la voz de alguien, ¿no? Buscando el matiz, la emoción. O en un concierto, claro.

Totalmente distinto. Pero, ¿qué pasa en el cerebro? ¿Es solo poner más atención y ya está? Buena pregunta.

Es que es mucho más que eso.

Lo fascinante aquí yo creo es que escuchar activa áreas del cerebro, diferentes.

Más complejas que las del simple procesamiento auditivo.

Ah, mira.

Sí, sí. Implica la memoria, la emoción, el lenguaje, la atención selectiva.

Es un fenómeno cognitivo y muy personal.

Entiendo.

Y por eso decimos que también es cultural.

Lo que para una cultura es música, para otra puede ser ruido, ¿no? O cómo interpretamos un tono de voz. Todo eso se aprende.

Claro, tiene sentido.

Y lo bueno es que se puede entrenar. No nacemos sabiendo escuchar profundamente.

Se puede aprender a escuchar mejor.

Desde luego. De hecho, en música se habla de distintos niveles.

Desde una escucha muy pasiva, casi ambiental.

Como música de ascensor.

Algo así, sí. O la escucha emocional, que es cuando te dejas llevar por lo que te hace sentir, sin más.

Lo normal, ¿no? Sí. Pero una escucha analítica sería, por ejemplo, intentar seguir solo la línea del bajo durante toda la canción.

Uf, eso requiere concentración.

O fijarte en cómo dialogan la batería y la percusión.

O contar cuántas veces se repite una melodía y si cambia algo.

Es como hacer zoom con el oído en partes concretas.

Ya veo.

No es que sea mejor ni peor que la emocional.

Simplemente es distinta. Activa otras partes de nuestra mente.

Requiere un esfuerzo consciente.

Vale, vale. Ahora lo pillo mejor. Es como poner el foco.

Entonces, diferenciar entre oír, lo automático, lo biológico, y escuchar lo intencional, lo activo, es fundamental.

No solo para la música o las conversaciones, sino para vivir más plenamente, ¿no? Sin duda.

Pero claro, vivimos en un mundo lleno de distracciones.

Ruido por todas partes.

Entrenar esa escucha consciente suena a desafío.

Casi como, no sé, necesitas retirarte a un monasterio.

Bueno, requiere voluntad, eso sí.

Pero no necesariamente irse del mundo.

Es más una cuestión de cultivar la intención, de decidir hacerlo.

Ya.

Y esto nos lleva a una reflexión que creo que es importante.

Practicar esa escucha profunda es una forma potentísima de conectar.

Conectar.

Sí. Conectar con la música, con la persona que habla, incluso contigo mismo.

Podríamos verlo como un acto de hospitalidad sonora.

Hospitalidad sonora. Me gusta eso.

Sí, como hacer espacio dentro de ti, ¿sabes? Un espacio limpio, atento, para acoger de verdad ese sonido, esa voz.

Ofrecer un lugar.

Exacto.

Y al hacer eso, no solo captas más información, captas matices, emociones, lo que no se dice con palabras, la textura de la experiencia sonora.

Entiendo.

En un mundo lleno de distracciones.

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