
05-09-2019 Skopie, 26 de agosto de 1910 - 10 Minutos con Jesús

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** Ponte en presencia de Dios. Trata de hablar con Él.
** 10 minutos son 10 minutos aunque te puedas distraer. Llega hasta el final.
** Sé constante. El Espíritu Santo actúa “a fuego lento” y requiere constancia.
Audios de 10 minutos que te ayudan a rezar.
Un pasaje del Evangelio, una idea, una anécdota y un sacerdote que te habla y habla al Señor invitándote a compartir tu intimidad con Dios.
Busca tu momento, piensa que estás con Él y dale al play.
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Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí. Que me ves, que me oyes. Te adoro con profunda reverencia. Te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración. Madre mía inmaculada, San José, mi Padre y Señor. Ángel de mi guarda, intercede por mí. ¿A quién le confiarías tu mayor secreto? ¿A quién le contarías lo que es más importante? Una gran revelación. Lógicamente alguien de quien te fíes, ¿verdad? Alguien a quien quieras.
Y si esa misma pregunta, Señor, ahora que estamos contigo, no sólo pensando en ti, estamos contigo, si esa misma pregunta te la hacemos a ti, ¿qué nos responderías? Señor, ¿a quién confías tú tus mayores secretos, tus mayores tesoros? ¿Quién sería tu confidente? Pues nos lo dices tú mismo en el Evangelio.
En aquel tiempo exclamó Jesús, te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Aquí tenemos la respuesta, Señor. Le revelas estas cosas, tus mayores tesoros, tus grandes secretos, se las revelas a la gente sencilla.
Y a lo largo de la historia, Dios se ha empeñado en hacer que estas palabras sean cada vez más ciertas si cabe. No es una cosa que dijo Jesús en un momento determinado y ya está y quedó bien, no. A lo largo de la historia lo ha demostrado muchas veces. Una de esas demostraciones de que estas palabras son así empezó en una ciudad llamada Escopie, el 26 de agosto de 1910. No sé si te habrá pasado como a mí, que es la primera vez que escuchas hablar de esta ciudad. Búscala en Google Maps porque realmente hay que buscarla.
Está en la actual Macedonia del Norte. A ver también quién es capaz en Google Maps de ubicar Macedonia del Norte. Bueno, pues el 26 de agosto de 1910 en Escopie nació alguien realmente sencillo, pero que le fueron reveladas estos grandes tesoros de Dios. Ese alguien, lo habrás adivinado ya, es alguien de cuya fiesta celebramos hoy, Santa Teresa de Calcuta, la madre Teresa.
Esa monja pequeñita, arrugadita como parece en todas las fotos, con esa mirada profunda y entrañable, que nació en esa pequeña ciudad perdida, remota, desconocida. ¿Pero qué hizo válidas estas palabras del Señor? Fue esa confidente de Dios y esa pequeña monjita la que lió. La revolución que hizo en todo el mundo. Sacudió los cimientos de una sociedad dormida y egoísta y aún hoy ese tsunami de amor, de caridad, de entrega, sigue todavía fecundando el mundo.
Gracias, Señor, por la vida de esta gran santa. ¿Qué nos puedes decir de la vida de esta persona? Tantas y tantas cosas. Mira, yo te traía tres anécdotas de Santa Teresa de Calcuta, con las que seguramente el Señor nos quiera remover un poquito el corazón. La primera creo que es la más conocida de todas, porque lo cuenta un periodista, que fue a hacer una entrevista a la Madre Teresa cuando estaba en su prime, con esa actividad en las calles de Calcuta, atendiendo a los más miserables de entre los más miserables. Ese periodista que quiso hacer una entrevista in situ, si lo hubiera hecho hoy en día, habría ido con su aro de luz y habría grabado ese directo para ver esas reacciones de la gente.
Bueno, pues fue ahí con los medios que tenía, a esos suburbios de Calcuta, y ahí se encontró, pues efectivamente, a la Madre Teresa trabajando en algo absolutamente muy desagradable. Estaba limpiándole las llegas a un leproso, que olía mal, que tenía la carne podrida. Y de hecho, cuando el periodista se acercó, le empezaron a entrar náuseas de lo desagradable que era el espectáculo.
Y cuando terminó la Madre Teresa, el periodista se dirigió a ella y le dijo, madre, yo no haría eso que usted está haciendo ni por un millón de dólares. Y la Madre Teresa se le quedó mirando y dijo, ¿sabe qué? Yo tampoco. No lo haría ni por un millón de dólares. La Madre Teresa había entendido de parte de Dios algo que ese periodista no entendió. Señor, tú le revelaste algo. Le revelaste que ese gesto de amor valía mucho más que un millón de dólares.
La segunda de las anécdotas que te quería contar en este rato de oración sobre la Madre Teresa.















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