06x05 Alianza letal: los estranguladores de las colinas

Hola, aquí comienza el Señor de los Crímenes. ¿Qué tal estás? Espero que muy bien. Muchas gracias por acudir a tu cita semanal con el Señor de los Crímenes. Hoy te invito a conocer la vida criminal de dos tipos de cuidado, Kenneth Bianchi y Angelo Buono, y además lo vamos a hacer de la mano de la mejor, de Paz Velasco de la Fuente, ya sabes, jurista, criminóloga, profesora y además una persona que se esfuerza por conocer a los malvados. Vamos a conectar con ella.

Querida Paz Velasco, criminóloga, profesora, muchas gracias por acudir a la llamada del Señor de los Crímenes. Muchísimas gracias a ti, Paco, por volverme a llamar. Muchísimas gracias por la invitación una vez más. Gracias, Paco. Encanta estar aquí.

Para mí es un placer y para la persona que está ahí al otro lado escuchando el podcast un lujo tenerte y aprender de ti, especialmente en esta experiencia que vamos a hacer hoy, que vamos a dividir en dos capítulos de podcast. Ya lo vamos avisando porque nos vamos a sumergir en la historia apasionante de los estranguladores de Hillside. ¿Dónde y cuándo comienza esta historia, Paz? Pues la historia de hoy es algo muy particular, es paradójico, tiene un elemento excepcional, Paco, y es que no es algo habitual en el ámbito de la serialidad, de la criminalidad múltiple secuencial. Y es que los asesinatos de los que vamos a hablar fueron perpetrados por dos hombres, dos hombres que además eran familia, eran primos, y esto rompió con todas las reglas de los crímenes sexuales en serie que habían ocurrido hasta ese momento.

Vamos a viajar hasta 1977, un momento en el que el lado oscuro de Los Ángeles volvió a mostrarse ante el mundo porque hay asesinos predecesores a Buono y Bianchi que también asesinaron en Los Ángeles. Es el momento finales de los años 70, el momento de las discotecas, los clubs nocturnos a los que asistían muchas mujeres, se produce ese momento de la liberación sexual, pero las mujeres aún no eran vistas como ciudadanas con derechos propios y además las mujeres que se dedicaban a la prostitución estaban muy estigmatizadas, se las consideraba, bueno, con este apelativo de mujerzuelas.

De repente una víctima tras otra comenzaron a aparecer en las laderas que dominaban la ciudad de Los Ángeles, expuestas ante los perplejos ojos de los investigadores y de la propia sociedad. Las víctimas estaban desnudas, habían sido violadas, torturadas, estranguladas y finalmente abandonadas como objetos inservibles, muchas de ellas al lado de un vertedero de basura. Como si fueran simples desperdicios, tal y como describías, en aquel momento las mujeres tenían ese señalamiento social, esas mujeres que se dedicaban a la prostitución y como que contaban menos. Eso también pudo dificultar, imagino, en un primer momento el interés policial, que siempre se dice que en todos los casos es igual, pero lógicamente hay que saber que si detrás de la policía no hay familias pidiendo que se averigüen cosas, pues es más difícil.

Lo que ocurre es que aquí se van a acumular las mujeres, ¿no? Exacto, de octubre del año 1977 hasta febrero de 1978, que tampoco es un periodo delictivo amplísimo, como tenemos asesinos que han estado matando 8 o 10 años, estamos hablando de meses, 10 mujeres fueron asesinadas en Los Ángeles. Tenían entre 12 y 35 años y todas ellas fueron encontradas, es decir, la escena final del crimen, la escena de abandono del crimen, fueron las colinas de Los Ángeles. Por lo tanto, un asesino en serie, un depredador de mujeres, acechaba la ciudad y todas corrían el riesgo de ser la siguiente víctima. Cuando comienza la investigación, los investigadores de la Policía Nacional,