06x08 La envenenadora de los laxantes

Aquí estoy otra vez para darte una pequeña turra. Simplemente quiero recordarte que todavía estás a tiempo, si es que así lo quieres, de votar por este podcast, el Señor de los Crímenes, como el mejor del año en la categoría de crímenes reales. A mí me ayudas mucho porque haces que este podcast tenga mayor visibilidad, que de eso se trata. Y ahora comenzamos.

Hola, aquí comienza el Señor de los Crímenes. ¿Qué tal estás? Espero que muy bien. Muchas gracias por acudir a esta cita semanal con el Señor de los Crímenes. Para mí sigue siendo un honor después de seis temporadas, o bueno, estamos en esta sexta temporada, que esperemos que esté cumpliendo tus expectativas. Para mí es una obsesión que nos demos cuenta de que el mal existe y está a nuestro alrededor.

Y parecerá una cosa muy evidente para algunos, pero te puedo asegurar que una y otra vez en mi entorno se sorprenden cuando ocurren determinadas cosas y no acaban de comprender qué es lo que lleva a una persona a entregarse al egoísmo absoluto. Hoy vamos a ver un caso que es estremecedor porque nos recuerda precisamente esto, que hay personas que sólo piensan en ellas mismas y que, bueno, matar o acabar con una persona no significa nada siempre que obtengan un beneficio.

Hoy vamos a hablar de la asesina de los laxantes, que sometió a un pobre hombre a una tortura de meses para obtener un beneficio económico. Es de una crueldad impresionante, pero es que los malvados son así, no piensan en los demás, les da exactamente igual y luego son capaces de defender sus posiciones, por supuesto.

Por eso tenemos que estar alerta y dejar que en nuestra mente se acomode esta idea de que los malos están ahí y desde luego están buscando nuestras vulnerabilidades. Nosotros tenemos unos puntos débiles y otras personas otros, por eso hay quien cae en determinadas estafas y nosotros no lo entendemos muy bien. ¿Cómo ha podido engañar este señor a esta mujer y cómo ha podido convencerla de que es un hombre muy guapo que quiere tener una relación a través de la red? ¡Uy, qué tontería! No, no, pero es que esa debilidad que tiene esa mujer a lo mejor tú no la tienes, pero tienes otras y desde luego cualquiera puede caer en las redes de una persona que está todo el día trabajando para engañarte. Aquí vamos a ir un paso más allá porque se va a llegar al crimen y además en un proceso muy largo. ¿Y cuál era la vulnerabilidad de la víctima en este caso? Bueno, pues Salvador se había quedado viudo ya hacía 10 años y él fantaseaba con tener una novia joven.

De hecho, él hacía estas bromas con las personas con las que hablaba. Decía, bueno, yo lo que quiero es echarme una chica joven a la chepa que me haga feliz. Era un sesentón que ya se estaba acercando a los 70 y a todo el mundo le hacía mucha gracia y entonces de repente se le empezó a ver con una mujer. Sí, una señora que vio una oportunidad. Comprendió con ese instinto que tienen a veces las personas malas que este hombre estaba necesitado, que por ahí se podía entrar y además él tenía una posición económica desahogada.

No es la primera vez que alguien decide emparejarse para sacar un beneficio económico. Bueno, será más feo o más fea o más guapo o lo que sea, pero desde luego, oye, está forrado o forrada y bueno, lo que dure pues yo estoy aquí ganando dinero y cuando muera ya veré lo que puedo agarrar. Esto es muy frecuente. Es un grado de maldad, digamos, o de interés intermedio.

Pero si se va un pasito más lejos, pues dices, pues acabo con él y disfruto de todo ya. ¿Para qué voy a esperar? En este caso se llamaba Mari Carmen y era en efecto mucho más joven. Cuando empezaron esta relación ella tenía 49 años y él 68 y desde que entró en la vida de Salvador ella tomó el control y él encantado. Él era diabético, tenía problemas de corazón, había sufrido un ictus, pero ella lo animaba a saltarse todas las recomendaciones médicas, lo que siempre es agradable. Encima con una sonrisa.