Description of 07 El toque de oro
El mito del rey Midas no sol ges de rabiosa actualidad; también viene a confirmar los descubrimientos de la neurociencia sobre el desequilibrio entre la percepción de nuestros hemisferios cerebrales y las consecuencias que de ello vemos en nuestra civilización y en nuestras vidas particulares.
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Por cortesía de ojo de agua ambiente educativo os presentamos el libro de las maravillas de nazarí en oxford alba editorial el toque de oro érase una vez un hombre muy rico que además era rey se llamaba miras tenía una hija de la cual nadie más que yo ha oído hablar y cuyo nombre nunca he sabido o mejor dicho he olvidado así es que como me gustan los nombres extraños para las niñas me parece bien llamarla dora dina al rey midas le gustaba el oro más que cualquier otra cosa del mundo apreciaba su corona real principalmente porque estaba compuesta de tan precioso metal poseer oro mucho oro era la ambición más grande del rey midas si algo había en la tierra que quisiese más que el oro era la preciosa niñita su hija que jugaba alegremente junto a su trono pero cuanto más la quería más ansia le entraba de adquirir buscar y amontonar riquezas pensaba tontamente que lo mejor que podía hacer por aquella niña quien tanto quería era amontonar para ella inmensas cantidades de monedas amarillas y brillantes así que jamás pensaba en otra cosa si por casualidad miraba por un momento las nubes doradas que se formaban al ponerse el sol sólo deseaba que fuesen de oro verdadero para poder guardarlas en su cofre cuando venía dora dina saltando y riendo a buscarle con un ramo de flores amarillas del campo en la mano lo único que le decía era que te quita hija si esas flores fueran de oro como parecen entonces sí que valdría la pena recogerlas y sin embargo el rey midas cuando era joven y no estaba completamente dominado por el deseo desordenado de riqueza había sido muy aficionado a las flores había plantado un jardín donde crecí en las rosas más grandes y hermosas que haya visto u olido ningún mortal las rosas seguían creciendo en el jardín tan bellas tan grandes y tan fragantes como cuando miras solía pasarse horas enteras mirándolas y gozando de su perfume pero ahora sí las miraba era solo para calcular cuánto más valdría el jardín si cada uno de los innumerables pétalos de las rosas fuese una lámina de oro fino y aunque también en otros tiempos fue muy aficionado a la música a pesar de la historia que cuenta que sus orejas se parecían a las de los burros la única música agradable ahora para el pobre rey midas era el tintineo de las monedas por fin porque la gente se vuelve cada día más tonta no ser que tenga buen cuidado de hacerse cada día más y más cuerda el rey midas llegó a ser tan poco razonable que no podía ver ni tocar cosa que no fuese de oro y adoptó la costumbre de pasar gran parte del día en una habitación oscura y subterránea en los sótanos de su palacio allí guardaba sus riquezas en aquel agujero feísimo que apenas podía servir de calabozo se encerraba el rey midas cuando quería ser completamente feliz después de cerrar cuidadosamente la puerta cogí un saco lleno de monedas de oro o una copa de oro grande como una palangana o una barra de oro pesadísima o un celemín lleno de polvo de oro y los llevaba de los desde los rincones oscuros del cuarto hasta el único sitio donde caía un rayo de sol brillante y estrecho desde un tragaluz le deleitaba aquel rayo de sol únicamente porque sin su ayuda no podía ver el brillo de tus de su tesoro luego removía con las manos las monedas del saco o tiraba la barra a lo alto y la recogía al caer hacía que se deslizara entre sus dedos el polvo de oro ó miraba la imagen extraña de su cara reflejada en la bruñida circunferencia de la copa y se decía a sí mismo comidas riquísimos rey midas que hombre tan feliz eres pero era muy gracioso ver como la imagen de su rostro le hacían muecas desde la pulida superficie de la copa se diría que aquella imagen comprendía lo necio de su conducta y se burlaba de él midas decía que era un hombre feliz pero dentro de sí mismo sentía que no lo era del todo no podría llegar a la felicidad completa