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By Jose Brage Meditaciones diarias
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1. La alegría del Resucitado

1. La alegría del Resucitado

4/23/2025 · 30:03
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Description of 1. La alegría del Resucitado

Primera meditación del retiro de Pascua del mes de abril, sobre la Resurrección del Señor.

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Por la señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos, líbranos, Señor Dios nuestro, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes.

Te adoro con profunda reverencia.

Te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración.

Madre mía inmaculada, San José, mi Padre y Señor, ángel de mi guarda, intercede por mí.

Con tu permiso, Señor sacramentado, empezamos este retiro que queremos ofrecer por el alma del Papa, que ha fallecido, y que lo recordamos con tanto cariño como este hombre bueno, este vicario de Cristo bueno, que nos habló tanto de la misericordia.

De hecho, el prelado de Lopus Deis, que ha escrito un mensaje hoy, precisamente, nos anima a ser apóstoles de la misericordia, como pedía el propio Papa Francisco en alguna ocasión.

Ofrecemos todo este retiro y, además, como lo hacemos así contigo expuesto, pues nos es muy fácil encomendarte el alma de nuestro hermano Francisco, que ya está gozando de Dios y Dios quiere.

Y también, en este retiro, decían, vamos a meditar sobre, no podía ser de otra manera, sobre la resurrección del Señor.

Estamos en la octava de Pascua, la madre de todas las liturgias, la Vigilia Pascual.

Y luego, la octava de Pascua, que es el gran domingo de la Iglesia, donde la Iglesia no se contiene y, entonces, dice, bueno, un domingo no, ocho días, donde todos los días se dice la misa de resurrección, etcétera.

Es la resurrección el acontecimiento central de nuestra fe.

Fijaros lo que dice San Agustín, dice, no es cosa grande creer que Cristo muriese, porque esto también lo creen los paganos y judíos y todos los inicuos, todos creen que murió.

La fe de los cristianos es la resurrección.

Esto es lo que tenemos por cosa grande, el creer que resucitó.

Me acuerdo también aquel autor que decía, también los diablos creen y tiemblan, ¿no? Pero nosotros sabemos, Señor, que ha resucitado y entendemos perfectamente estas palabras de San Pablo a los Corintios.

Si Cristo no ha resucitado, inútil es nuestra predicación, inútil es también vuestra fe, pues somos los más miserables de todos los hombres.

Estas palabras tan fuertes, podemos pensar, ¿cómo es posible, Señor, que San Pablo diga esto? Bueno, pues porque si no hubiera resucitado, pues significaría que no eres Dios, que la encarnación había sido una ilusión, que Dios no se había hecho, el verdadero Dios no se había hecho hombre.

Tus milagros, pues serían trucos de prestidigitación o lo que fuera.

Tu muerte, el fin de todas las cosas, también de nuestras esperanzas, de nuestras esperanzas en que el sacrificio tiene un sentido.

El fin de nuestros anhelos, esos anhelos de eternidad y de amor, quedarían baldíos, insatisfechos.

Y también sería el fin de nuestras alegrías, porque si todo está condenado al cerrojazo de la muerte y nada la atraviesa, nada, absolutamente, pues qué sentido, ¿no? Me acuerdo a este filósofo personalista, Gabriel Marciel, que en una mesa redonda había otro filósofo ateo, y entonces Gabriel Marciel defendió mucho el sentido de la eternidad y por qué era necesario para el hombre, y entonces el ruso que era el ateo le dijo, al señor Gabriel Marciel le preocupa mucho la muerte, y entonces él contestó, al señor Gabriel Marciel no le preocupa su muerte, sino la muerte de aquellos que ama, porque cuando alguien ama a otra persona, es lo mismo que decirle, tú jamás morirás.

El amor tiene dentro de sí, en su esencia, eso, tú jamás morirás, es imposible que tú mueras, para siempre, porque siempre mi amor estará como sosteniéndote.

Pues esto es posible porque Cristo resucitó y el amor de Dios Padre mantiene al Hijo con vida y a través de él a todos nosotros.

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