11 El cuarto de jugar de Tanglewood. Después del cuento.

El cuarto de jugar de tanglewood después del cuento siempre viva pregunté justas tirándole de una oreja te gusta mi pequeña pandora no piensas que es tu vivo retrato pero tú no hubiera vacilado tanto antes de abrir la caja bien castigada hubiese estado por mi maldad replicó la chiquilla agudamente porque lo primero que hubiese salido de ella levantar la tapa hubiese sido el señor eustace bright en forma de calamidad primo eustace dijo arándano contenía la caja todo el mal que ha sucedido en el mundo no faltaba ni una amiga respondió gustas esta misma nevada que ha echado a perder mi sesión de de patinaje estaba allí encerrada y qué tamaño tenía la caja preguntó aranda como un metro de largo dijo adustas medio de ancho y medio de alto ah dijo el niño te estás burlando de mi primo eustace no hay males en el mundo para llenar una caja tan grande además la animada no es un mal es una diversión de modo que no estaba en la caja eso seguro vaya con el chiquillo exclamó siempreviva con aire de superioridad que poco sabe de los males del mundo pobrecillo yo hablara de otro modo cuando tenga tanta experiencia de la vida como yo y diciendo esto empezó a saltar la comba entre tanto el día iba llegando a su fin fuera el paisaje tenía aspecto tenebroso había a lo lejos en el crepúsculo que se acercaba como un rebaño de nubes grises que avanzaban corriendo en la tierra se habían borrado todos los caminos y la nieve amontonada sobre los escalones del pórtico demostraba que nadie había entrado ni salido durante muchas horas si un niño hubiese estado a solas en la ventana mirando el paisaje invernal si hubiese entre entristecido pero en media docena de niños juntos aunque no pueden convertir el mundo en un paraíso pueden desafiar el invierno y todas sus tormentas que no serán capaces de entristecernos eustace bright además animado por las circunstancias inventó varios juegos nuevos que los conservaron llenos de alegría hasta la hora de irse a la cama y sirvieron para pasar con felicidad la tormenta del día siguiente