11 de septiembre de 2025

En el Evangelio de este Día Jueves, escuchamos que Jesús dijo a sus discípulos, yo les digo a ustedes que me escuchan, amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian, bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los difaman, al que te pegue en la mejilla preséntale también la otra, al que te quite el manto no le niegues la túnica, dale a todo el que te pida y al que tome lo tuyo no se lo reclames, hagan por los demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes, si aman a aquellos que los aman ¿qué mérito tienen? porque hasta los pecadores aman a aquellos que los aman, si hacen el bien a aquellos que se lo hacen a ustedes ¿qué mérito tienen? eso lo hacen también los pecadores y si prestan a aquellos de quienes esperan recibir ¿qué mérito tienen? también los pecadores prestan a los pecadores para recibir de ellos lo mismo, amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada en cambio, entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del altísimo porque él es bueno con los desgraciados y los malos, sean misericordiosos como el padre de ustedes es misericordioso.

En la continuidad del sermón de la llanura Jesús les dice a sus discípulos que un cristiano se identifica por la forma de relacionarse con los demás, un cristiano no actúa con los criterios del mundo que se basan en responder de la misma manera en que hemos sido tratados no, un cristiano actúa de manera superlativa en el amor, va más allá de la ofensa y eso se llama misericordia.

La palabra de hoy es una invitación para revisar cómo están nuestros vínculos con los demás, con la familia, con los compañeros de trabajo, con la comunidad, si nos relacionamos con los que nos llevamos bien ¿qué mérito tiene? si nos mostramos ofendidos e incapaces de perdonar a aquellos con los que hemos tenido diferencias ¿qué mérito tenemos? ese es un buen criterio para orientarnos en nuestras relaciones, esto que voy a decir o hacer es lo que haría cualquiera o es lo que haría Dios, que también es bueno con los desgraciados y los malos da amor al que te odia y aquel que te maldice, de corazón bendice y sincero perdona, que es bueno con los malos, perdona los pecados, tierno como una madre, de compasión el perdón y así muestra su gloria y recemos juntos esta oración, Señor hazme misericordioso como el Padre, capaz de transformar nuestros vínculos en oportunidad para amar más, Amén y que la bendición de Dios Todopoderoso, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo los acompañe siempre