13-10-2025 El signo de Jonás - 10 Minutos con Jesús

Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes, te adoro con profunda reverencia, te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración. Madre mía inmaculada, San José mi Padre y Señor, ángel de mi guarda, intercede por mí.

Hace pocos días estaba hablando con un amigo y en un momento determinado empezamos a hablar sobre la gracia y este amigo subrayaba lo difícil que es rastrear la eficacia de la gracia, pues a veces parece que ni está o que no tiene nada que ver la gracia con los cambios que experimentan las personas.

Y tan es así que parece que podría dudarse que en realidad la gracia exista. Y de resultas de esto pues yo mencioné el caso de los apóstoles, de los que nos hablan los evangelios tus apóstoles Señor, que llegaron a ser incluso mártires.

Y este amigo, que es una persona muy rápida, muy aguda, me dijo bueno sí, pero es que en los evangelios hay milagros. Admito que me quedé pensativo.

Claro, es fácil constatar la economía de la gracia cuando hay multiplicaciones de panes y de peces, curaciones de paralíticos, ciegos que recobran la vista, resurrecciones de hijos de viudas. Lo difícil es percibir la vida de la gracia cuando todo parece tan natural, tan sin nada extraordinario o fuera de lo común o claramente distinto de lo naturalmente humano. Y llevaba con esto en la cabeza Jesús algunos días y algo de luz me parece entrever en el evangelio que nos propone la iglesia para el día de hoy. Es uno de esos pasajes que yo Señor, pues he escuchado, pero en el que nunca me había detenido.

Lo recoge San Lucas, que nos dice que por aquel entonces la gente se apiñaba alrededor de Jesús y que el Señor, que tú Señor, te pusiste a decirles esta generación es una generación perversa. Pide un signo pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Pues como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del Hombre para esta generación.

Y ya digo Jesús que yo nunca me había parado en esto, quizás porque no entendía muy bien, de buenas a primeras, este paralelismo entre tú y Jonás.

Pero esta vez pues ha sido distinto, no sé, como agarrar el toro por los cuernos y entrar al tema. ¿Por qué Señor ese paralelismo entre tú y Jonás? Porque lo que parece sugerir Señor es que entre él, Jonás y tú hay una simetría en el modo en que ambos os presentasteis a vuestros destinatarios y fuisteis percibidos por ellos. Porque eso es lo que hace un signo, se presenta un destinatario que lo percibe y lo interpreta.

Pero claro Jesús, ¿qué parecido hay entre Jonás hablando a los ninivitas y tú Jesús hablando a tu generación? Claro, si leemos el libro de Jonás, en resumidas cuentas, Jonás recibe el encargo de Dios de ir a Nínive e invitar a los ninivitas a la conversión y Jonás decide pasar olímpicamente de su misión e irse en dirección contraria.

Y entonces pues tormenta en el mar y debate entre los marineros, hay alguien que está huyendo de Dios y Jonás que lo reconoce y que se ofrece a ser lanzado al mar para que los otros puedan continuar la navegación y un monstruo marino que lo engulle y está tres días y tres noches dentro del vientre de ese monstruo marino y al final, gracias a los ruegos de Jonás, Dios se apiada, el monstruo marino lo vomita en una playa, es de suponer, y ya entonces Jonás se dirige a Nínive para cumplir esta vez sí su misión.

Y es sorprendente la narración de la predicación de Jonás en Nínive. Nínive era una ciudad enorme, hacían falta tres días para recorrerla por entero. Y el libro de Jonás dice lo siguiente Jonás empezó a recorrer la ciudad el primer día proclamando dentro de cuarenta días Nínive va a cumplir su misión.