150. Vivir sin deberías: cómo soltar expectativas que no son tuyas

Hay cosas que no necesitan ser dichas en alto y que a la vez se cuelan como verdades incuestionables en nuestra identidad. Son esas frases que se instalan en forma de deberías y que llegan disfrazadas de consejo, de amor, de tradición, de sentido común, pero que poco a poco van moldeando quienes creemos que tenemos que ser. Sin darnos cuenta, vamos coleccionando esos deberías, como quien colecciona piedras en un bolsillo y al principio no pesan pero después con el tiempo se acaba anotando su carga.

Soy Ester, estás escuchando en tus términos y en el episodio de hoy vamos a cuestionar no solo esos deberías que llevas contigo, sino también su origen, los que heredaste, los que te impusieron, los que aplaudes porque se han vuelto cómodos, y especialmente aquellos que ya no reconoces como tuyos ni te representan, pero siguen ahí, ocupando espacio en tu vida de alguna manera e influyendo en tus decisiones. Porque resulta que no se trata únicamente de lo que tú piensas de ti, sino de lo que tu entorno celebra, castiga o espera, y eso sin darnos cuenta acaba configurando nuestras decisiones, nuestras prioridades y nuestra vida. ¿Qué pasaría si por un momento bajáramos el volumen a todas esas voces de fuera para poder escuchar la nuestra? Los deberías no suelen llegar con mala intención, los vamos transmitiendo de generación en generación muchas veces sin cuestionarlos porque siempre se ha dicho así, es el pensamiento de la mayoría, pero lo cierto es que cuando sí que empezamos a cuestionarlos nos damos cuenta de que algunos de ellos terminan por alejarnos de lo que realmente queremos.

En mayor o menor medida vivimos dentro de una cajita, como una estructura invisible y delimitada que influye en nuestras elecciones y que está formada por mandatos, creencias, expectativas sociales, validaciones externas, y lo que ocurre es que no siempre cuestionamos lo que hay dentro porque la mayoría de las personas a nuestro alrededor también están dentro de esa cajita y de ahí la importancia del entorno.

Vamos a entrar a fondo en los deberías que más he escuchado a lo largo del tiempo, tanto mi experiencia propia como de las personas a las que acompaño. Y antes de empezar sí que quiero aclarar algo importante y es que este episodio no es una invitación a rebelarte contra todo lo que has asumido que deberías hacer, no se trata de automáticamente decir pues ahora voy a hacer lo contrario, a pensar lo contrario de cada debería que he interiorizado, sino que es más cogerlo y preguntarte con cada uno de ellos, ¿este debería realmente me pertenece, me acerca a quien quiero ser o lo cargo simplemente porque siempre ha estado ahí? Va a haber algunos deberías que resuenen contigo, otros van a estar alineados con tus valores, con tu visión de vida, con quien genuinamente eres y quieres ser y está perfecto mantenerlos de manera elegida.

Otros a lo mejor descubres que no te representan, que los heredaste sin cuestionarlos, que responden a expectativas que ya no tienen lugar en tu vida actual. Al final se trata de distinguir entre lo que eliges por convicción propia y lo que haces por inercia, por miedo o bien por complacer expectativas ajenas. Porque vivir en tus términos no es ir contra todo, no es rebelarte porque sí, sino que es elegir intencionalmente.

Vamos a empezar con algunos de los deberías profesionales que más he escuchado. El primero de ellos es ¿deberías estudiar una carrera con salidas? Yo este personalmente no lo cuestioné en su momento, estudié una carrera y es cierto que nunca llegué a recibir presión familiar de ningún tipo en cuanto al tipo de carrera que debía estudiar, no me sentí condicionada, las salidas tampoco me preocuparon porque algo me decía que una vez en marcha, independientemente de lo que estudiara, me iba a encargar de abrir mis propios caminos.

Así que elegí carrera por intuición y también por descarte, ya que no me conocía lo suficiente como para decidir mi futuro profesional con 18 años. Pero ya estando en la universidad algo cambió, vi lo que anhelaban muchas de las personas con las que estudiaba, que era pues trabajar en grandes agencias de publicidad, con horarios demenciales, obsesionados con escalar, con estar en grandes puestos y supe que esas prometidas salidas a mí no me llevaban hacia donde quería ir. Así que empecé a buscar opciones para emprender, en ese momento pues internet se convirtió en un escaparate de estilos de vida que se alejaban de un trabajo de oficina y ahí empecé a darme cuenta de que tener salidas no significa nada si no te acercan al estilo de vida que quieres.

El segundo debería es deberías ascender siempre. Este nunca fue mío, como desde muy temprano