16 de marzo 2025. Predicación Iglesia ACyM Providencia

Hoy iniciamos una serie que seguramente nos va a llevar todo el año, que es una serie de sermones basados en el texto, en la epístola de Pablo a los romanos.

Una epístola muy importante en la historia del cristianismo.

Probablemente no ha habido movimiento de renovación cristiana que no haya sido impactada e impactado por la epístola a los romanos.

Pero no es una epístola fácil de accesar.

Así es que se nos presenta un gran desafío y quisiera invitarlos a leer Romanos capítulo 1, versículos 1 al 7, la sección introductoria de la epístola.

Esta es la parte fácil de la epístola porque la parte difícil, se la dejé a mis colegas que van a predicar los próximos domingos.

Así que yo voy a predicar la parte fácil.

Pablo, siervo de Cristo Jesús, llamado a ser apóstol, apartado para anunciar el Evangelio de Dios, que por medio de sus profetas ya había prometido en las sagradas escrituras.

Este mensaje habla de su hijo, quien según la naturaleza humana era descendiente de David, pero según el espíritu de santidad fue designado con poder hijo de Dios por la resurrección.

Él es Jesucristo nuestro Señor.

Por medio de él y en honor a su nombre recibimos la gracia y el llamado a ser apóstol para persuadir a todas las naciones que obedezcan a la fe.

Entre ellas están incluidos también ustedes, a quienes Jesucristo ha llamado.

Les escribo a todos los amados de Dios que están en Roma, que han sido llamados a ser su pueblo santo.

Quiero partir haciendo una confesión que no debe salir de acá, por supuesto.

Lo malo es que esto lo van a ver mis conocidos por internet y entonces estoy frito, ya que estamos confesando cosas.

Mi nutrióloga dice que no debo comer azúcar.

No les voy a pedir que levanten la mano todos aquellos a los que le dijeron lo mismo, ¿no? Porque entonces la confesión está bien que uno se queme por todos.

El tema es que es muy rica, especialmente puesta en tortas, kuchen, galletas, etcétera, chocolate.

Dice la nutrióloga que hay cosas que no son tan fáciles de comer, pero son mucho más nutritivas, que nos hacen más bien.

Algunos me están mirando así como yo también te lo dije.

Bueno, está bien, está bien, acepto.

Meternos en el libro de Romanos es como hacerle caso a la nutrióloga.

No es algo fácil de consumir.

Probablemente uno podría seleccionar otras historias que son más fáciles de consumir.

Producen un impacto inmediato, como un golpe de azúcar, ¿no? Bueno, no vamos a seguir con ese ejemplo porque vamos a terminar todos confesando pecados.

Pero que no hacen bien a largo plazo.

Y sin embargo una nutrición saludable, también desde la perspectiva espiritual, generará en nosotros un crecimiento robusto.

Bueno, esto es lo que está en el corazón cuando nos animamos entre todos a meternos a este texto tan difícil como es el de Romanos.

La semana pasada hablamos del testimonio, un testimonio frágil inicial de alguien que está partiendo en la fe cristiana.

Decíamos que ese testimonio frecuentemente no es muy sofisticado, es un testimonio al que no se le puede pedir que sea profundo, pero es suficiente al comienzo.

El ejemplo era el del hombre que había sido ciego, ¿se acuerdan? Yo era ciego y ahora veo.

Nada más se le podía pedir, nada más debíamos esperar de él.

Pero decíamos que es un testimonio insuficiente a largo plazo.

Todos partimos así, pero no es esperable que después de un tiempo sigamos así.