
1797. Mar adentro, rumbo a la aventura

Description of 1797. Mar adentro, rumbo a la aventura
Meditación sobre el Evangelio del Domingo V (año C) y del jueves de la XXII semana del Tiempo Ordinario: Jesús se sube a la barca de Pedro y le ruega que la aleje de la orilla. Luego le dice que reme mar adentro, y eche las redes. Y comienza la aventura... Si dejamos a Cristo entrar en nuestra vida, y hacemos bailar a nuestra libertad al son de la música del Señor, nuestra vida se convertirá también en una aventura.
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Por la señal de la santa cruz de nuestros enemigos,
líbranos Señor Dios nuestro, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí,
que me ves, que me oyes. Te adoro con profunda reverencia.
Te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración.
Madre mía inmaculada, San José, mi Padre y Señor,
ángel de mi guarda, intercede por mí.
Hemos dicho al Señor que sabemos que está aquí presente en nuestra alma en gracia,
o en el sagrario, si estamos haciendo la oración delante de un sagrario,
y le hemos pedido ayuda para algo grandioso, que es hacer con fruto este rato de oración.
Un fruto que a veces no notamos, pero que tiene lugar en nuestros corazones.
El Señor siembra, ¿quién sabe qué secretos impulsos?
¿Quién sabe qué aumento de fe, de esperanza, de caridad
que nos permitirá vivir cristianamente una situación
que a lo mejor no seríamos capaces de hacerlo por nosotros mismos?
La oración siempre es eficaz, siempre nos transforma,
aunque a veces nosotros no nos demos cuenta.
Y el evangelio de hoy es uno de esos evangelios maravillosos.
Es la primera pesca milagrosa.
Vamos a leerlo y vamos a ir comentándolo.
En aquel tiempo la gente se agolpaba en torno a Jesús para oír la palabra de Dios.
También ahora, Señor, hay mucha gente que quiere oírte sin saberlo.
Juan Pablo II, en la Fides et Ratio, esa encíclica, escribió,
En lo más profundo del corazón del hombre está el deseo y la nostalgia de Dios.
Porque tenemos un hueco en nuestro corazón que tiene forma de
no de cuadrado, rombo o triángulo, sino de forma de Dios.
Solamente lo llena, solamente cabe, solamente nos sacia Dios.
Me acuerdo que cuando le hicieron aquella entrevista al cantante de U2, Bono,
decía que él tenía un agujero con forma de Dios
y que lo necesitaba, necesitaba tratar a Dios.
Estando él de pie junto al lago de Genesaret, vio dos barcas que estaban en la orilla.
Los pescadores que habían desembarcado estaban lavando las redes.
Subiendo a una de las barcas, que era la de Simón, le pidió que le apartara un poco de tierra.
Y nosotros, señor, yo ahora me pongo junto a ti,
he sido de los que me he agolpado en torno a tuya para escuchar tu palabra,
te veo, ante mi sorpresa, que te subes en una de las barcas, la de Simón,
Pedro le veo la cara que pone de ¿pero éste qué hace?
que se sube en mi barca y me dice que la aparte de tierra.
Pero al mismo tiempo se ve que algo le ha llamado la atención
y aunque está sorprendido, te hace caso, señor,
y separa su barca un poco de tierra, vuelve a sacar los remos que ya los tenía dentro,
se echa el agua, la empuja porque ya estaba varada en la orilla,
se vuelve a subir y poco a poco se aleja unos pocos metros de la orilla.
También nosotros, señor, quizás nos hemos visto sorprendidos por ti.
Te has metido en nuestra barca sin avisar
y nos has rogado apartarnos un poco del mundo.
No apartarnos del mundo, pero sí apartarnos de lo mundano.
A los cristianos el Señor se nos mete dentro y nos aparta un poco
de esas cosas que a lo mejor mucha gente hace, piensa o dice,
pero que son mundanas y no son cristianas.
Pero nos hace apartarnos para tener un poco más de perspectiva,
para que la gente nos escuche mejor, como a Él.
Porque dice el Evangelio que desde la barca, sentado, enseñaba a la gente
y la gente le oía mejor.
Cuando acabó de hablar, dijo Simón,
remamad adentro y echad vuestras redes para la pesca.
Una vez que Cristo entra en nuestra barca, se hace el dueño.
Me acuerdo en ese documental que ya he comentado alguna vez, tan bueno,
de Springsteen on Broadway.
Este cantante, Bruce Springsteen, explica, como él nació católico,
y explica su rebeldía ante la fe católica y ante tal cual,
pero dice, amigo, pero con el tiempo, una vez que te enganchan,
una vez que eres católico, esos saben cómo engancharte.