18-"Las crónicas de Esther" de Vicente García. Capítulo 18. Audiolibro. Distopía. Ciencia Ficción.

Capítulo 18. Alexa llevaba cuatro días guiando a sus dos compañeros hacia el noreste para localizar el siguiente dom, sin saber si aquel rumbo era correcto o si se habían perdido. Pero si algo tenía claro era que tenía que mostrarse segura cada vez que diera alguna indicación o de lo contrario comenzarían a cuestionarla.

A pesar de lo que los adultos consideraban, Alexa era de la opinión de que Iris no había logrado erradicar por completo ciertos prejuicios propios de la sociedad anterior como el menosprecio masculino a las capacidades de la mujer. Las noches eran cada vez más frías y aterradoras. A lo lejos se escuchaban inquietantes ruidos difícilmente identificables, de modo que para poder descansar y evitar sorpresas habían comenzado a hacer turnos de vigilancia. Toda precaución era poca.

¡Arriba, vamos, que ya ha amanecido! insistió Alexa a sus dos compañeros a los que les costaba despertar cada mañana. En el caso de Ristie, en ocasiones tenía la extraña sensación de que estuviera fingiendo, pero descartaba la idea por absurda. ¿Qué motivación podía tener su compañero para disimular cansancio? Tras un frugal desayuno retomaron la marcha hacia el norte. Alexa estaba cada vez más emocionada. Aquella aventura le resultaba del todo excitante y la libertad que experimentaba se veía aumentada al recordar los monótonos días en el domo.

En contraposición a la rutina diaria, aquel viaje representaba una aventura constante. El frío, las limitaciones alimentarias y el cansancio se veían compensados por las emociones que experimentaba. Fue al mediodía de aquel cuarto cuando tendrían un nuevo encuentro con seres vivos inteligentes.

Ristie fue el primero en percibir un sonido no muy lejano que se les acercaba.

¡Allí hay alguien! dijo señalando hacia unos arbustos que se movían.

¡Pongámonos a cubierto! ordenó Alexa. Pero comenzó a protestar Thomas.

¡Haz lo que quieras! Yo me esconderé detrás de aquellas rocas insistió Alexa seguida ahora sí por sus dos compañeros. ¡Seguro que no es nada! ¡Uno de esos animales silvestres que parecen estar por todos lados! murmuró Thomas no muy convencido.

Al cabo de un minuto Thomas agradeció haber hecho caso de Alexa ya que a pocos metros de ellos pasó la criatura más extraña y asquerosa que habían visto en toda su vida. Era alta de casi dos metros y parecía arrastrar los pies por el polvoriento suelo. Su ropa estaba raída y sucia aunque lo peor era su piel tostada por el sol y llena de pústulas supurantes. Caminaba en silencio aunque emitía gruñidos casi imperceptibles. Unos ruidos quejicosos que resultaban de lo más desconcertantes. ¿Qué demonios es eso? preguntó Thomas con la voz temblorosa cuando el misterioso ser se hubo alejado.

No tengo ni idea pero parecía fuerte respondió Alexa preocupada. No me dio la sensación de que fuera tan fuerte como sugieres dijo Thomas sacando pecho.

Seguro que entre los tres hubiéramos podido con él añadió con cierta soberbia. Yo no estaría tan seguro le corrigió Ristie a menos que tengas unos conocimientos de lucha que desconozco. No hace falta parecía ser un borracho desorientado.

Lo dudo mucho le rectificó esta vez Alexa.

Fuera lo que fuera daba verdadero miedo añadió Ristie. No se parece a nada que hayamos visto en toda su vida.