1800. Corazón limpio

Por la señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos libran al Señor Dios
nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Señor mío y Dios
mío, creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes. Te adoro con
profunda reverencia. Te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto
este rato de oración. Madre mi Inmaculada, San José mi Padre y Señor, Ángel de mi
guarda, intercede por mí. Vamos a empezar nuestra oración pidiéndole a nuestro
Señor que nos conceda a todos un corazón limpio. Un corazón limpio que es
lo mismo que decir un corazón lleno de bondad, de amor a Dios y de amor a las
almas. Y se entenderá mejor por qué hacemos
esta petición cuando hayamos leído el Evangelio de hoy, que es continuación del
de ayer. En aquel tiempo llamó Jesús de nuevo a la gente y les dijo
escuchad y entended todos. Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro. Lo
que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre.
Cuando dejó a la gente y entró en casa le pidieron sus discípulos que les
explicara la palabra. Él les dijo también vosotros seguís sin entender, no
comprendéis. Nada que entre de fuera puede hacer impuro al hombre porque no
entra en el corazón sino en el vientre y se echa en la letrina. Con esto aclara
Marcos declaraba puros todos los alimentos. Es decir Señor que lo que tú
nos dices es que lo que no entra en el corazón no puede hacer puro al hombre
porque la pureza está en el corazón, en la limpieza del corazón.
Y siguió. Lo que sale de dentro del hombre eso sí hace impuro al hombre
porque de dentro del corazón del hombre salen los pensamientos perversos, las
fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, malicias, fraudes,
desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de
dentro y hacen al hombre impuro. Señor te agradecemos mucho esta
enseñanza que nos hace a los cristianos tan libres.
Frente a todos aquellos preceptos legales de los judíos sobre alimentos
que se podían tomar o no, cosas que se podían tocar o no, lavatorio de manos y
de utensilios que había que hacer antes de comer, etcétera. Todo ese conjunto de
preceptos humanos que se habían ido añadiendo pues a los preceptos divinos
tú simplemente dices se acabó. Basta. Toda la creación es buena. La tierra
el mar, los animales, los peces, las plantas, la nieve, el viento, la carne de
cerdo, la carne de vaca, la carne de pollo de jabalí, el vino, la ginebra, el
whisky hasta la coca-cola, el pelo, los ojos, el cuerpo entero con su sexualidad
propia, la ropa, el juego, el baile, el amor, la amistad, el trabajo, el dinero, la
libertad, el placer, youtube, facebook, whatsapp, instagram, todo es bueno. Muy
bueno incluso si lo usas bien, si en tu corazón limpio acoges esas cosas con
agradecimiento y las usas con respeto y dando gloria a Dios. ¿Qué es como decir?
Si derramas santidad sobre ellas porque la santidad sale del corazón del
hombre. Desde luego eso está claro. Las cosas no son santas por sí mismas sino
por el corazón del hombre o por Dios naturalmente.
Y la razón de todo esto es que todas esas criaturas que hemos enumerado son
tuyas, han salido de tus manos y tú señor eres bueno y todo lo que haces es
bueno. El libro del Génesis que estamos leyendo en la primera lectura de estos
días nos va repitiendo y vio Dios que era bueno y vio Dios que era bueno. Creó
la luz, creó el mar, los peces y vio Dios que era bueno, los animales, la semiente
de las... y vio Dios que era bueno y cuando después de completa la creación con el
hombre se dice rotundamente y vio a Dios cuanta vía, cuanta gracia.