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By Jose Brage Meditaciones diarias
1803. ¿Dónde estás?

1803. ¿Dónde estás?

2/15/2025 · 19:38
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Description of 1803. ¿Dónde estás?

Meditación en el sábado de la V semana del Tiempo Ordinario. En la Primera Lectura contemplamos a Adán y Eva que se esconden de Dios tras el pecado. «¿Dónde estás?» pregunta Dios. Dios nos busca a cada uno, cuenta con nosotros para cosas grandes, como queda claro en el Evangelio de hoy: esa multiplicación de los siete panes y los dos peces. Muchas veces no tendremos más que siete panes para la muchedumbre, pero si los ponemos en las manos de Dios, Él hará milagros con ellos. Lo que no hemos de hacer es escondernos tras los árboles de nuestras carencias, defectos y limitaciones.

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Por la señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios
nuestro, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Señor mío y Dios
mío, creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes. Te adoro con
profunda reverencia. Te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto
este rato de oración. Madre mía Inmaculada, San José mi Padre y Señor, Ángel de mi
guarda, intercede por mí. Ayer, en la primera lectura tomada del libro del
Génesis, justo después de narrar el primer pecado, el pecado original, se nos
decía que cuando oyeron la voz del Señor, Dios, que se paseaba por el jardín
a la hora de la brisa, que escena tan fantástica ¿verdad? Nuestro Padre Dios
que se pasea a la hora de la brisa, al atardecer, el momento fresco del día,
a hablar con sus hijos. Pues Adán y su mujer se escondieron de la vista del
Señor Dios entre los árboles del jardín. Una pena.
Perdieron esa confianza, esa comunión con su Creador
y se esconde. Y la primera lectura de hoy continúa precisamente ese relato. El
Señor Dios, dice el libro del Génesis, llamó al hombre y le dijo ¿dónde estás?
El Señor que llama al hombre, que me llama a mí, que te llama a ti, Juan, Ana,
Perico, Isabel, ¿dónde estás? Nos busca, nos quiere tener siempre junto a sí,
cerca de él, conversar con nosotros, también ahora.
Pronuncia tu nombre y te pregunta ¿dónde estás? Que es como decir ¿dónde está tu
corazón? Porque donde está tu tesoro, ahí está tu corazón, nos dijiste tú, Señor.
Pues Señor, nosotros queremos que nuestro corazón esté junto a ti.
Y quizás, si ves, si veo yo que hay un obstáculo, que hay unos árboles, pues
hemos de salir de ahí, con la confesión, o con un rato de oración, o con la
aceptación de la voluntad de Dios. Aquello que contaba tan gráfico, ¿no?
Bono, el cantante de U2, que a veces, ya sé que lo cito mucho, pero es que soy un
gran admirador de U2, de este grupo de música. Bueno, el caso es que Bono
cuenta que él reza todas las mañanas, al levantarse, y que a veces nota a Dios
lejano, y le dice, Señor, ¿a dónde te has ido? Y contaba con mucho sentido
del humor que Dios solía responderle de una manera difícil de describir. Le dice
algo así como, no me he ido a ningún sitio, ¿dónde te has ido tú? Yo no me he
movido. Pues tú y yo vamos a no
escondernos de Dios, en el anonimato, en la pereza, en el sueño, y sobre todo vamos a
no tener miedo a Dios. Que no podamos decir, oí tu ruido en el jardín, me dio
miedo porque estaba desnudo y me escondí. Nosotros, no, Señor, aunque nos veamos
llenos de defectos, desnudos de virtud, no podemos ni queremos escondernos de
ti. Queremos estar siempre contigo, porque tener miedo a Dios es impropio de un
hijo de Dios, de los hijos de Dios. ¿Habéis visto o habéis vivido el cariño de un
padre por su hijo, cómo le brillan los ojos, con qué orgullo habla de él, le
defiende, y más si es una hija muchas veces? Pues así es Dios con nosotros.
Por tanto, no podemos tenerle miedo a Dios jamás.
Señor, ni siquiera cuando veo que me estás como haciendo, poniendo unos
puntos en mi vida, que cuando los uno veo que me conducen pues en una mayor
exigencia, en una mayor entrega, en un mayor amor, en definitiva, ¿no? Pues más
entonces, aquí estoy Señor, porque me has llamado. No tengamos miedo, digamos que
sí a Dios. ¿Dónde estás? Nos pregunta. Porque Dios quiere contar con nosotros,
con lo nuestro, con nuestra vida. Y así entramos en el evangelio de a misa de
hoy. Por aquellos días, como de nuevo se había reunido mucha gente y no tenían
que comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo, siento compasión de la gente,
porque llevan ya tres días con nosotros.

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