
1835. Los dones del carácter de José

Description of 1835. Los dones del carácter de José
Meditación predicada en un Centro del Opus Dei en la Solemnidad de San José. Siguiendo lo que los Evangelios nos dicen de José, buscamos descubrir los dones de carácter que Dios le concedió para cumplir su misión de esposo de la Reina de los Angeles y padre del Rey de reyes. Y nos fijamos en tres: la pureza de su alma, el amor al trabajo y la fortaleza para obedecer con fidelidad.
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Por la señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes, te adoro con profunda reverencia, te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración. Madre mía inmoculada, San José mi Padre y Señor, ángel de mi guarda, intercede por mí.
Es muy bonito comprobar cómo en la iglesia se va ascendiendo la devoción a San José y es una cosa, Señor, que nos parece totalmente lógica. ¿Por qué? Porque hay santos y santos, pero claro, San José pues es quien más estuvo con las personas que nosotros más amamos, que son Tú, Jesucristo, Jesús y nuestra Santísima Madre, la Virgen María. Él tuvo una intimidad especialísima con ellos dos. ¿Cómo no vamos a admirar, cómo no vamos a buscar el trato, cómo no vamos a venerar a quien se preocupó de la felicidad de nuestra Madre la Virgen y de Jesús? Hoy los sacerotes al rezar mientras venía para acá iba rezando el himno de lecturas y dice custodio providente y fiel del Hijo, amor junto al amor doquier presente, silencio del que ve la gloria inmensa de Dios omnipotente, esposo enamorado de la Virgen, la mente ante el misterio reclinabas, rosal inmaculado que florece es obra del Señor a quien amabas, callada voluntad en Dios perdida, amor hecho mirada de confianza, fiel en el trabajo y en la prueba, proveenos de amor y de esperanza, protege la asamblea de los justos reunidos en la fe, cuerpo de Cristo, sé Padre que nos lleva a nuestro Padre, amor del gran amor que nos da el Hijo. Bueno y con esto podríamos terminar nuestra oración y repetirla varias veces y hacerla, pero, lástima que no me haya dado cuenta antes de esta oración, pero vamos a hablar sin embargo de una cosa que dice San Bernardino de Siena, que fue un santo que tenía muchísima devoción y escribió mucho sobre San José.
San Bernardino de Siena dice que la norma general que regura la concesión de dones particulares a personas que se les ha encabendado una misión de parte de Dios es que les concede todos los carismas que son necesarios para el ministerio que ha de desempeñar. Empieza así una de sus sermones de sus homilías y entonces dice que si nos fijamos en San José, el Padre de Jesús, el Esposo de María, la Reina del Universo y Señora de los Ángeles, y si nos fijamos que Dios le entregó a su custodia los dos tesoros más grandes que tenía, que era su madre y su hijo, pues es de suponer que Dios le daría los dones necesarios para cumplir esa excelsa misión. Y lo mismo hacemos nosotros, ¿no? Cuando un soldado tiene que hacer una misión se le da un fusil, un paquete de explosivos, una gran templora, cuando vamos a la montaña pues llevamos no sé qué, etcétera, ¿no? Nos proveemos de lo necesario, del adiestramiento necesario, de las cosas que necesitamos, etcétera, ¿no? Bueno, pues vamos a bucear, Señor, en este rato de oración contigo, en cuáles fueron algunos de esos dones que adornaban a nuestro Padre y Señor San José y que le permitían cumplir su misión.
Es muy importante porque también nosotros también nosotros hemos recibido una misión en esta vida, una vocación maravillosa y necesitamos también, pues, corresponder como San José correspondió. Por eso, ya digo, vamos a investigar los dones que Dios eligió para su Padre en la tierra, fijándonos lo que sabemos de San José por el Evangelio, que no es mucho, pero es suficiente, ¿no? La primera noticia que de él tenemos nos la da Mateo, que es el Evangelio de hoy, dice así, la generación de Jesucristo fue de esta manera, María, su madre, estaba desposada con José. Es muy bonito lo que decía el Papa Benedicto XVI, dice, en esta historia San José entra de la mano de la Virgen. En esta historia del Nuevo Testamento, de la salvación, de un nuevo modo de existir y de vivir, San José entra de la mano.