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By Jose Brage Meditaciones diarias
1836. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor (EDITADA)

1836. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor (EDITADA)

3/20/2025 · 24:21
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Description of 1836. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor (EDITADA)

Meditación en el jueves de la II semana de Cuaresma. Con la oración colecta, meditamos sobre la relación entre cabeza y sentimientos, con la Primera Lectura y el Salmo reflexionamos sobre la necesidad de confiar en Dios, y con el Evangelio se nos recuerda la necesidad de no estar tan atrapados por nuestras riquezas que seamos indiferentes a los que pasan necesidad a nuestro lado.

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Por la señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes.

Te adoro con profunda reverencia. Te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración. Madre mía inmaculada, San José mi Padre y Señor, ángel de mi guarda, intercede por mí. La liturgia de la cuaresma es tan rica, está tan cuidada, todas las oraciones de la misa nos marcan como una dirección, como una estación en este viaje de la cuaresma, ¿verdad? Nos hace tanto bien meditarlas y hoy, jueves de la segunda semana de cuaresma, mira qué oración colecta tan fantástica nos propone la liturgia. Oh Dios que amas y devuelves la inocencia.

Atrae hacia ti los corazones de tus siervos para que, llenos del fervor de tu Espíritu, permanezcamos firmes en la fe y eficaces en las obras. Es todo un programa para la cuaresma y todo un programa para la vida.

Oh Dios que amas y devuelves la inocencia, esa inocencia perdida por nuestros pecados tantas veces. Le pedimos al Señor que nos devuelva, que nos haga niños de nuevo, que nos convierta, que nos vuelva al origen, que se desprendan de nosotros todas las cosas, todas las conchas que se nos han ido pegando en la vida. Toda esa suciedad, esa dureza que se nos ha ido formando, quizás en el corazón, por avatares de la vida. Oh Dios que amas y devuelves la inocencia. Señor devuélveme la inocencia. Atrae hacia ti los corazones de tus siervos. Señor, pon un sentimiento de piedad hacia ti en mi corazón.

Dame Señor ese don de piedad de tu espíritu. Dame Señor el don de temor de Dios. Mueve mi corazón hacia ti. Atráelo a ti, porque el corazón no se mueve a empujones, sino por atracción. Esa es la conversión, cambiar el corazón.

Atrae hacia ti los corazones de tus siervos, le pedimos al Señor, para que llenos del fervor de tu espíritu, es decir, llenos de los dones del Espíritu Santo, dóciles a las mociones del Espíritu Santo, permanezcamos firmes en la fe con ese don de fortaleza y eficaces en las obras, con ese don de consejo, de sabiduría, de ciencia, por nuestro Señor Jesucristo.

Qué maravilla, ¿verdad?, de oración. Qué importancia dan tantas veces las oraciones de la liturgia al corazón, al sentimiento.

San José María, en un punto de surco, el 166, escribió algo que nos puede servir ahora para meditar cómo está nuestro corazón, cómo están nuestros sentimientos. Decía allí, en tu vida hay dos piezas que no encajan, la cabeza y el sentimiento. A veces, Señor, nos pasa esto, que con la cabeza sabemos lo que tenemos que hacer, pero con el sentimiento es que no me apetece, es que me siento raro o rara haciendo esto, es que... lo que sea.

Es que no me gusta cuadricularme, que a nadie le gusta, claro. Es que no me gusta, yo no soy de normas. Nadie es de normas, claro. Lo mejor es ir a hacer lo que nos brota en cada instante. Mejor no, más cómodo. A veces la cabeza nos dice, pues deberías esforzarte y coger este hábito y el sentimiento.

En tu vida hay dos piezas que no encajan, la cabeza y el sentimiento. La inteligencia, iluminada por la fe, te muestra claramente no sólo el camino, sino la diferencia entre la manera heroica y la estúpida de recorrerlo.

¿Eres estudiante? Oye, ¡estudia! Es que no me apetece. ¡Estudia! ¡Estudia! Que tienes examen mañana. Esto es lo que dice la cabeza, ¿no? No mires esa, no te pongas a curiosear en el WhatsApp, que es una pérdida de tiempo. No hagas aquello otro.

¡Estudia, aunque te cueste! Pero, claro, a veces no hacemos caso y nos suspenden. Y así en todos los ámbitos de la vida, ¿no? La inteligencia te muestra claramente no sólo el camino, sino la diferencia entre la manera heroica y la estúpida de recorrerlo.

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