
1841. Meditación Anunciación (NUEVA)

Description of 1841. Meditación Anunciación (NUEVA)
Meditación predicada en un Centro de la Obra el día de la Anunciación a la Virgen María.
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Por la señal de la santa cruz de nuestros enemigos libramos Señor Dios nuestro en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes. Te adoro con profunda reverencia.
Te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración.
Madre mía inmaculada, San José mi Padre y Señor, Ángel de mi guarda, intercede por mí.
Celebramos hoy la fiesta de la enunciación y lo primero que habrás hecho este día al levantarte pues habrá sido felicitar a la Virgen por el día de su vocación, ese día maravilloso que siempre recordaría en que el ángel se le apareció y en que le llegó los planes de Dios para ella.
El ángel del Señor anunció amarilla y concibió por obra y gracia del Espíritu Santo un buen comienzo para este día, quizás lo has hecho al levantarte, decirle esas cosas a la Virgen.
Nosotros en esta fiesta de hoy queremos Señor meternos en el corazón de tu madre, en el corazón de la Virgen y descubrir los infinitos tesoros de belleza, de bondad que encierra.
Porque es verdad que cuando uno trata con cosas bellas se hace ella o él como más hermoso a los ojos de Dios.
Cuando uno trata con personas buenas te haces bueno.
Si nosotros Señor nos metemos en ese corazón de la Virgen que decía San Agustín, que era como un molde de donde salen los verdaderos hijos de Dios.
Si nos metemos en el corazón de la Virgen también nosotros adquiriremos sin duda los rasgos de nuestro Señor Jesucristo.
Hay tantas cosas en Jesús que recuerdan a su madre, tantas cosas.
Y te damos gracias Señor por habernos dejado este tesoro de tu madre que es una cosa impresionante.
Tener como madre a la misma madre de Dios, ni más ni menos.
¿Y qué encontramos en el corazón de la Virgen? Pues es difícil de expresar.
Es difícil de expresar. Cada uno lo sabe.
Me acuerdo que en una ocasión un chico joven aquí en Madrid en una tertulia a San José María, ya al final de sus días, le hice una pregunta muy sorprendente y muy ingenua.
Le dijo, Padre, ¿cómo es la Virgen? Y entonces nuestro Padre, San José María, respondió.
Después de quedarse unos instantes callados dijo, la Virgen es muy hermosa, muy hermosa, muy hermosa.
Muy amable, muy amable, muy amable.
En estos momentos estará mirándonos con cariño desde el cielo y diciendo, pero qué tonto es José María que no sabe explicar cómo soy de maravillosa.
Pues imaginaos cualquiera de nosotros que no podría decir lo mismo.
Me acuerdo también de hace tiempo una chica de Eslovaquia que me preguntó con total ingenuidad, ¿cómo trata usted a la Virgen? ¿Como novia o esposa o como madre? Y digo, ¡glup! ¡Vaya pregunta! Pero sin duda como madre.
La Virgen es una madre joven con la que se puede compartir juegos y secretos, tener confidencias, recibir consejos, entremezclar amor de un hijo a una madre y amor de amistad.
Por eso te recomiendo mucho que pruebes esto, que pruebes hacerlo.
Hoy el Evangelio empieza con estas palabras, es una de las páginas más bellas del Antiguo Testamento, del Nuevo Testamento.
Es como empieza realmente la Buena Nueva.
En el sexto mes fue enviado el Ángel Gabriel de parte de Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una Virgen desposada con un varón que se llamaba José de la casa de David.
La Virgen se llamaba María.
¿Quién era esta mujer, esta joven a la que se le aparece el Ángel? Subtítulos realizados por la comunidad de Amara.org